Ha llegado el día en el que Jorge Portillo Vega tendrá que enfrentarse a la justicia. El presunto "asesino de la mancuerna" se ha sentado en el banquillo para responder por la muerte de María Isabel Márquez Uría, la mujer a la que en su día confesó haber golpeado brutalmente con una pesa de gimnasio hasta quitarle la vida en el piso de la calle General Zuvillaga que ambos compartían.

La vista ha comenzado diez de la mañana en la sección segunda de la Audiencia Provincia. En este primer día, el acusado solo ha contestado a las preguntas de su abogada. "Estábamos muy enamorados", ha declarado. Portillo también ha reconocido sus problemas con el alcohol.

La Fiscalía y las acusaciones solicitan para Jorge Portillo una pena de prisión de 25 años y 10 más de libertad vigilada al considerarle culpable de unos hechos que conmocionaron a la ciudad el 5 de noviembre del año 2015. El acusado mantenía una relación de pareja con la víctima desde el año 2011. El ministerio fiscal sostiene que Jorge Portillo trató de aprovecharse de la mujer desde un principio. Aunque "carecía de medios de vida", el supuesto asesino "trató de aparentar ante la víctima una situación económica desahogada, llegando a fingir incluso que trabajaba, o bien decía que estaba a la espera de cobrar importantes sumas de dinero o que tenía pendientes diversas cuestiones financieras a punto de resolver a su favor", según recoge el escrito del fiscal.

En su relato también recoge la Fiscalía que la mujer "aceptaba estas explicaciones de buena fe dada la situación de dependencia afectiva en la que se encontraba" y sufragaba "todos los gastos de su pareja". Así, María Isabel Márquez "atendía a todas las peticiones" del acusado "endeudándose cada vez más y pidiendo nuevos préstamos al banco", siempre "con la creencia de que el hombre estaba a punto de arreglar su economía". La situación llegó al extremo de que les cortaron el suministro de luz de la vivienda, "si bien el acusado se las arregló para hacer ver a la mujer que había una avería", dice el fiscal. Además, "imponiendo siempre su criterio y opinión", Portillo "trataba de moldear a la víctima a su gusto, aislándola y alejándola de su círculo de amigos más cercanos, incluso de su único hijo, no permitiendo la comunicación entre ellos, logrando que éste dejase de vivir en la casa de su madre", recoge el escrito.

En estas circunstancias, entre las dos y media y las tres de la tarde del 5 de diciembre de 2015, Jorge Portillo tomó la determinación de acabar con la vida de su pareja. "Cuando ambos se encontraban en la vivienda que compartían la llamó para que fuera al dormitorio con el pretexto de mostrarle una fuga de agua. En el momento en que ella se arrodilló sobre la cama para observarla, sin mediar palabra y aprovechando que la mujer estaba desprevenida y totalmente indefensa, el acusado cogió una barra de una mancuerna metálica de unos 30 centímetros de largo que guardaba bajo la cama y, por la espalda, la golpeó con ella en la cabeza repetidas veces hasta causarle la muerte", argumenta la Fiscalía.

El acusado se encuentra en prisión provisional sin fianza por estos hechos desde el 10 de noviembre de 2015, pocos días después del brutal asesinato. La Fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato con las agravantes de desprecio de género y de parentesco. En consecuencia pide 25 años para Jorge Portillo y que indemnice al hijo de la víctima con 200.000 euros por daños morales.

El juicio se reanudará el próximo lunes, 16 de enero, debido a que el acusado únicamente contestará a las preguntas que realice su abogada.