Andrógino: dícese de una persona «cuyos rasgos externos no se corresponden definidamente con los propios de su sexo». La definición de la Real Academia Española le viene como anillo al dedo a Andrej Pejic, el modelo de cabello platino y 1,83 de estatura que parece una mujer y que ha puesto costuras arriba el mundo de la moda desde que el diseñador Jean Paul Gaultier apostara por él. Apuesta que esta semana volvió a repetir en sus desfiles de París, donde ya hubo más expectación que sorpresa.

Pejic, nacido en Tuzla (Bosnia) en 1991 y criado en Australia al huir sus padres de la guerra, se ganaba la vida en una hamburguesería de Melbourne. Un agente le pidió una cheeseburger y le sugirió ser modelo. Como en una mala película. Ahí empezó todo. Le recomendaron ganar músculo y perder formas femeninas. Se negó, y acertó. Hoy se lo rifan los diseñadores, como Marc Jacobs, que lo fichó para su colección primavera-verano 2011, e incluso es la imagen de una marca de sujetadores que realzan el busto. Y sin renunciar a su «lado» masculino para enfundarse trajes de caballero de Paul Smith. Pejic da a los dos palos, pero es el femenino el que le ha dado un nombre. Fue portada de una revista homenajeando a Marilyn Monroe y la mismísima reina de Inglaterra le invitó a palacio.

No es el primero que ha sacado provecho de la «confusión» sexual: cantantes como Grace Jones, Bill Kautlizn, de «Tokio Hotel», Madonna, Marilyn Manson, Boy George, David Bowie y Lady Gaga, actrices como Tilda Swinton («Orlando»), Greta Garbo o Marlene Dietrich, y modelos como Kate Moss jugaron en su momento la baza de la ambigüedad. Hombres que parecen mujeres, mujeres que parecen hombres. Objetivo: turbar y engañar a quien los ve dentro de ese juego de apariencias que es el mundo del espectáculo. Coco Chanel fue una de las primeras que desdibujaron los límites entre géneros. El engaño, aceptado o no, es tan convincente en este último caso que Pejic fue elegido como una de las mujeres más sexys del mundo por los lectores de una revista.

Con 18 años, Pejic empezó a llamar la atención en la Semana de la Moda de Sydney, donde los cazatalentos se quedaron con su cara y sus formas. Entonces llegó Jean Paul Gaultier, cuyo buen ojo para descubrir talentos es legendario. En un casting, como confesó el propio Pejic, el diseñador ofreció helados a los modelos y Pejic fue el primero en coger uno sin saber que sería fichado no para llevar ropa masculina sino para ponerse vestidos de mujer. Cuando salió a la pasarela aquella muchacha rubia, muy alta y muy delgada, todo el mundo se preguntó quién era. Cuando se supo que aquella belleza no era una mujer, Pejic pasó a estar en boca de todos. La revista «Vogue» le puso el sello de calidad y Gaultier le dio el espaldarazo definitivo en 2011 al cederle todo el protagonismo del fin de desfile con un vestido de novia que dejó a todos con la boca abierta.

Hubo quien pensó, y escribió, que Pejic, que podría pasar por la hermana de Karolina Kurkova, sería un fenómeno breve, una estrella fugaz en la galaxia de la moda, tan dada en los últimos años a devorarlas a ritmo frenético. Otros, en cambio, lo saludan como una alternativa sugerente y sólida dentro de lo que se puede esperar de una profesión tan dada a lo efímero, un rostro distinto para propuestas distantes de lo rutinario. Las revistas se lo rifan y su presencia en los desfiles garantiza interés y morbo. Como dicen los expertos, es el «it-boy-girl». It: ese no sé qué que unos/unas tienen y otros/otras no. Pejic, como él mismo contó en diversas entrevistas, se vistió de mujer con tres años y a los 14 aceptó su lado femenino. La moda masculina es estereotipada, ha dicho, como respuesta a las exigencias del consumidor. La femenina, en cambio, es más libre. Sabe que no todos aceptan de buen grado su androginia. Un periodista lo llamó «cosa».

La androginia, en cualquier caso, rompe costuras. Hombres que se escabullen de los rasgos varoniles, mujeres que se cubren de ambigüedad como Bimba Bosé o Madelaine Hjort. Estética unisex que aún no ha llegado a la prueba de juego de la calle, del consumidor de a pie, pero que da mucho que hablar. Una periodista británica, Brigit Hauck, explicó el éxito de Pejic como reflejo de cierta obsesión en el mundo de la moda con el prototipo de hombre con hechuras de mujer, aunque su excepcionalidad se debe a que «la ropa de alta costura está hecha para cuerpos de alta y delgada estatura que la mayoría de las mujeres e incluso muchas modelos no tienen. En esencia, la ropa está diseñada para hombres e incluso jovencitos bien delgados».

Pejic, lector entusiasta de Leon Trotsky, fue hombre del año 2011 para la revista «Out». Pocos podrán presumir de tener ese título y estar entre las mujeres más sexys del planeta.