Norah Jones asomará su voz para la primavera. Lo hace a lomos de un sello musical que da confianza: Blue Note, y por ahí sólo cuelan que ambientes jazzísticos y toda una órbita de tendencias musicales que van en dirección del buen gusto.

El título del álbum es «Little broken hearts». Y lo hace en combinación con el músico y productor Danger Mouse.

Mouse hizo en su día un proyecto muy interesante, en el que se incluyeron estrellas de las últimas hornadas de las vanguardias de los noventa, como Jack White. Aquello (muy recomendable para todo el que quiera recuperarlo y darle un repaso desde ya) se llamó «Rome». Fue un homenaje al cine italiano y sus bandas sonoras. Norah Jones tuvo mucha importancia en aquel proyecto tan bien creado, cultivado y difundido (buscando los oídos idóneos, se entiende). De hecho, con esta primera campaña de «Little broken hearts», la compañía en España (Emi) envía un enlace (rollingstone.com) en el que aparece una adaptación de una de las piezas, «Black». Una versión más íntima si cabe del habitual registro de la cantante. Voz y guitarra acústica al fondo, con un leve teclado. Perfecta para iniciarse en el recorrido de aquel «Rome», de donde parte el germen de «Little broken hearts». Mouse y Jones siguieron plasmando ideas hasta concretar este nuevo trabajo. Ambos firman las canciones y entre ambos se reparten el meollo instrumental. Jones, piano, bajo y guitarra, y Danger Mouse, percusiones, bajo, guitarra y teclados.

Todo este proyecto se pondrá en marcha en directo a partir de mayo con una gira de Norah Jones en Estados Unidos, que, se espera, rápido aparque en Europa y, por consiguiente, en España. Si algo se echa de menos por estos lares es este tipo de concierto y de artistas.

Chris Isaak homenajea a los estudios Sun en «Beyond the Sun». Y, claro, esos estudios tuvieron todo un desfile de leyendas. Aún más; un desfile de genios de la humanidad que, cada cual con su fórmula, cambió el rumbo de la música popular. Pues quedan versionados Elvis Presley, Carl Perkins, el lírico Roy Orbison (siempre muy del gusto de Isaak). Ejemplo: aparecen hasta dos versiones de «Gran bola de fuego» («Great balls of fire»), la segunda y penúltima del disco, antes echar su cierre con el «bonus» «Bonnie B». Es un mix (Westlake Mix 1) que le da un «pedal» (en el sentido rítmico) grandioso a la canción. Y, por cierto, «Bonnie B» deja un regusto muy bueno. Como para empezar de nuevo a escuchar el álbum. Es decir, comenzar desde «Ring of fire». Y proseguir hasta llegar a clásicos tales que «Can't help falling in love» y «Dixie fried». Claro, también se choca con la inmortal «Oh, pretty woman». Esto no es nostalgia, esto es todo un chorro de canciones muy bien hechas en su día reconstruidas por Chris Isaak.