Ojo habituado. «El caldo de cultivo de Madrid fue importante para el nacimiento de Arco. Había una vitalidad y toda una serie de personajes de la movida, y no solamente personajes de la noche madrileña, que fue también muy importante en varios sentidos. Surge ya más tarde el Reina Sofía como centro de arte y posteriormente ya como museo. También surge la Fundación la Caixa, con esa gran colección de arte que ha creado. Y luego dentro de Arco lo que propuse fue la creación de la Fundación Arco, que lo que pretendía era ejemplarizar el coleccionismo, y que el Ayuntamiento, la Comunidad, la Caja y la Cámara adquirieran obra de la feria, porque es entonces cuando las instituciones empiezan a configurar algunas colecciones. Es ahí cuando creo un grupo de trabajo con Carlos Ferrer Salat, de la CEOE, y con Marjorie Jacobson, una gran experta del coleccionismo en América. Surgen también en el Círculo de Bellas Artes los cursos que yo promuevo con el Banco Santander sobre apreciación del arte contemporáneo, dirigidos a alumnos universitarios y a otras personas. Ahí vinieron a impartir docencia todos los grandes especialistas en arte contemporáneo. Era simplemente el esfuerzo necesario para que se conociera aquello que había ocurrido desde principios de siglo XX y aun antes en el arte moderno hasta llegar a finales del siglo XX. De esos cursos me siento especialmente orgullosa. Y otro de los factores importantes fue en cuanto a soportes y medios: Foto Arco, como sección dedicada al arte fotográfico, que no se consideraba entonces, como pasaba también con el vídeo o con el arte electrónico. Eran carencias que yo detectaba. Siempre me ha importado mucho interpretar los signos del tiempo y generar una actividad que responda a las preocupaciones del artista del momento. Una actividad que ponga en contacto a estos artistas con el público a lo mejor menos dado a investigar el momento actual, porque ya tiene el ojo y el oído habituado. Yo quería trasladar la necesidad de vivir nuestra época».

Deseo de perseverar. «La inauguración de Arco de este año me produjo muy buena impresión. Arco es una actividad de largo recorrido y en manos de Carlos Urroz la feria está respondiendo a las expectativas. Efectivamente, no está en su mejor momento, por la crisis, pero también esta situación económica presenta una ventaja en el sentido de que hay más intencionalidad en todo aquello que se ofrece y en todo aquello que se adquiere. Hay una reflexión más profunda en torno al hecho artístico; digamos que no está tan presente el seguir tendencias o el seguir signos del mercado, sino que hay una mirada más profunda en torno a la producción artística debido a estas circunstancia de crisis y a haber tomado conciencia también de que galerías, centros y demás podemos correr peligro de extinción. Esa intencionalidad y ese deseo de perseverar es muy evidente. Mis paseos por la feria el miércoles y el jueves de la semana pasada fueron una delicia. No está bien que yo lo diga, pero la gente me recibe con muchísimo afecto y cordialidad después de cinco años fuera de Madrid. Lo agradezco porque es fruto de muchos años de dedicación. En Arco suele haber polémicas, como la imagen de Franco este año, pero creo que es necesario el arte político y forma parte de la escena artística. El artista es un comentarista, es un analista de la vida que le rodea y tenemos que dejarle que hable, que se manifieste».

Pocos cotizan. «Pertenecí al Consejo de Cultura de la Comunidad de Madrid, que fue una buena iniciativa porque lo que parece evidente es que las entidades públicas deben no sólo atender sus propios criterios políticos, sino que han de nutrirse. Si se quiere servir, hay que escuchar, en este caso al sector del arte. Es muy necesaria esa relación entre lo público y lo privado, y sé que hay personas que piensan lo contrario. Pero tiene que haber siempre ese diálogo, como reflejo de la sociedad, y no del criterio partidista de determinado equipo de gobierno. En España queda tanto por hacer en ese campo… Por ejemplo, dotar a museos y centros de arte de ayudas suficientes para que puedan proponer a circuitos internacionales, a museos y centros de todo el mundo exposiciones "made in Spain". No se está haciendo de manera generalizada esa creación de una presencia internacional mediante la circulación de obras y de proyectos españoles. Eso es más importante que crear otro organismo más para la proyección del arte español. Ése debería ser el objetivo. Estos días de Arco he hablado con personas de las dos grandes casas de subastas, Christie's y Sotheby's, y es muy pequeño el número de artistas españoles que están cotizando, el reciente y tristemente fallecido Tàpies, desde luego Chillida, Barceló, Juan Muñoz o Jaume Plensa, y un pequeño grupo de artistas más jóvenes, en mitad de su carrera. Pero es un grupo muy reducido con respecto al número de artistas de los que podemos presumir y sentirnos orgullosos. Realmente creo que sería muy necesario hacer un análisis de los males que aquejan al arte contemporáneo español y su difusión, incluso sobre artistas del XIX español que son muy desconocidos internacionalmente, pero comparables a los franceses, por ejemplo. Lo que corresponde es hacer un análisis y compararnos con otros países, comparar con la función de determinados museos extranjeros y su preeminencia en el mundo contemporáneo. Y después hay que tratar de emular, que eso ocurra también en España».

Dinero de Europa. «Llega el año 2006 y todo lo que yo quería decir y hacer estaba dicho y hecho en Arco, y después de 20 años podía haber una reiteración. Era conveniente que buscara nuevos retos y yo tenía puesto mi corazoncito en Asturias: dotar a Asturias de una herramienta que respondiera a las necesidades del momento, esa asociación con la tecnología, ese deseo de favorecer la creación de emprendedores en el ámbito de las industrias culturales, ese análisis de las necesidades del momento. No quería que se produjera en Asturias la repetición de modelos museísticos contemplativos y no participativos, sino que se estimulara la creatividad en un ámbito que además está en estos momentos absolutamente apoyado por Europa con el documento "2020" de la UE, que favorece la creación de centros que analicen y propongan la formación de empresas en el ámbito de la creación industrial y de las industrias creativas. Hay mucho dinero en ese programa europeo».

Apoyo de Castells. «En 2001 el presidente Álvarez Areces me invitó a formar parte del Consejo del Arte y las Ciencias del Principado, junto con personalidades como Margarita Salas, Juan Cueto, Amelia Valcárcel y diversos especialistas. Se celebraron pocas reuniones, pero me animaron a presentar una pequeña propuesta que Manuel Castells apoyó directamente. Al él se debe quizá que se hayan fijado en ese primer esbozo que yo presenté. Entonces no se hablaba todavía del edifico de Laboral. Luego seguí en contacto con el Principado a lo largo de esos años. Se convocó posteriormente un concurso para la dirección de la Bienal de Canarias y me pidieron que me presentara, con lo que fundé la primera Bienal de Arte y Arquitectura de Canarias, pero también se convocó el concurso de proyectos en la Laboral y presenté el mío. Así que coincidieron en el tiempo las dos cosas y tuve que fijar con ambos gobiernos el tiempo que tenía que dedicar a cada una. Durante un año estuve trabajando en Canarias y en Asturias, al principio era el 60 por ciento del tiempo en la Bienal y el 40 por ciento en la Laboral, y luego al revés, a medida que se acercaba la fecha de la inauguración en Asturias».

La ciudad que no pregunta. «Montar un centro de esas características no se hace en un día, pero conté con el apoyo de un equipo que empecé a configurar desde cero y que creo que ha demostrado que es un equipo válido y que puede continuar con la labor. Agradezco mucho la posibilidad de haber realizado y desarrollado este proyecto y de haber prestado atención al diseño experimental, a los videojuegos como forma de arte, a la videocreación, el arte sonoro, a la archivística digital, etcétera. El proyecto Laboral es complejo, es ambicioso, y necesita que se comprenda por parte de los poderes públicos. Necesita también de empresa y hemos tenido muchas colaboraciones. En Gijón hay un centro del que pueden presumir la ciudad y Asturias, una gran tarjeta de presentación. Mi final en la Laboral me habría gustado que se hubiera llevado a cabo de otra manera, más cortés. No digo más. Hay un mundo agreste y hay un mundo más comprometido con las personas, y yo pertenezco al segundo. En este momento estoy muy feliz en Madrid. He recuperado una ciudad que nunca pregunta de dónde eres y en cambio sí se interesa por el adónde vas y qué haces en este momento. Es una ciudad muy generosa y muy confiada en su futuro, nada dubitativa, y con un potencial extraordinario frente a otras grandes capitales de Europa. Y estoy muy contenta de haber recuperado mi casa de La Florida y mi jardín».