Con un amplio conocimiento del sector energético y gestión estratégica de riesgos, la asturiana Loreto Ordóñez (Oviedo, 1971) asumió el pasado mes mayo el cargo de consejera delegada de GDF Suez Energía Iberia, la filial para España y Portugal de la multinacional francesa. Tras una extensa trayectoria en el mercado eléctrico y gasístico español y europeo, ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en el grupo energético GDF Suez, ocupando hasta la fecha el cargo de vicepresidente de estrategia de riesgos energéticos en la unidad de negocio de Energía Europa. Con anterioridad, fue vicepresidenta de estrategia y gestión de la energía para Europa Occidental y directora de operaciones de negocio. Previamente desempeñó diferentes posiciones en el ámbito de la gestión de operaciones en empresas como Entergy, Enagás, Gas Natural y Repsol.

En un sector tan masculinizado como el de la energía, donde reconoce que aún resulta complicado conciliar la vida familiar y laboral (está casada y es madre de una niña de 17 meses), se siente «a gusto» y dice «llevar bien» ser una de las pocas mujeres en cargos de responsabilidad. Loreto Ordóñez es ingeniero de Minas por la Universidad de Oviedo y la Universidad Libre de Bruselas, Máster en Combustión y Energía por la Universidad de Leeds (Reino Unido) y ha realizado un Programa de Desarrollo Directivo (PDD) por el IESE en Madrid. Participa en diversos consejos de administración de empresas del sector en España y Portugal. Esta semana intervino en Gijón en la inauguración del nuevo proyecto de la Federación de Mujeres Empresarias y Directivas de Asturias (FEDA).

-¿Ha encontrado dificultades por el hecho de ser mujer directiva en un mundo tradicionalmente de hombres?

-Se lleva bien, no te voy a decir que es fácil pero creo que el problema de la mujer es la falta de definición de una cierta estrategia para llegar a ser directiva. En mi caso yo lo tenía bastante claro, no me gustaría hablar de ambición pero sí tenía claro que quería un puesto de gestión, a mayor o menor escala y he apostado en mi vida profesional por eso, ir, poco a poco, acomodando mi vida personal a esa vida profesional. Acabo de incorporarme a un puesto en España, estoy casada, tengo una niña de 17 meses, viajo continuamente pero lo llevo bien. He ganado mucho en calidad de vida en la última temporada. En mi etapa anterior, cada día de la semana hacía un país distinto, así durante los últimos cinco años. Yo creo que hoy en día las multinacionales cada vez se dan más cuenta de la diversidad del talento y ponen más medios para retener ese talento.

-¿El sector energético es una buena salida profesional para los ingenieros?

-Yo creo que es una opción atractiva de por sí, pero en este momento concreto hay mucha más demanda que oferta. La clave está en que el ingeniero tiene que especializarse, cualificarse, porque eso multiplica sus posibilidades. Un ingeniero generalista lo tiene complicado.

-¿Cómo les está afectando la crisis en su sector?

-El momento económico es complicado para todos. Fukushima marcó un antes y un después en el mundo energético a escala mundial. Tras el accidente en esa central nuclear determinados países han tomado diversas decisiones sobre qué tipo de modelo energético quieren y eso ha basculado toda la bolsa de «commodities». Por ejemplo, el Gobierno de Alemania se ha pronunciado diciendo que no quieren más reactores nucleares. En España, por contra, la crisis del sector energético es otro tipo de crisis, está ligada a la planificación anterior, a una etapa en la que ha habido una falta de previsión en cuanto al desarrollo de nueva capacidad instalada. España tiene la peculiaridad de que ha pasado en los últimos diez años de un déficit de capacidad instalada a un exceso de capacidad instalada en términos de generación y eso se convierte en más exceso con la caída de la demanda que ha habido. Este país tiene que tomar medidas para ver cómo se acomodan los costes de producción con los precios de venta de la energía en el mercado final. Sabemos que el Ministerio de Industria está trabajando en un paquete de medidas que en principio deberían de salir pronto y estamos muy expectantes sobre su alcance.

-Hay quien mantiene que el precio de la factura eléctrica es excesivo.

-Yo creo que todo servicio básico debe ser pagado y la energía es otro servicio fundamental que debe ser pagado. Efectivamente la Administración pública en España tiene un problema que es el famoso déficit tarifario. Hay un problema entre el pago y el coste del servicio en los últimos años que asciende a 24.000 millones de euros y que se prevé siga creciendo a un ritmo de 5.000 millones de euros más cada año. Ese es un problema importante para el sector energético, para la cuenta de las eléctricas y para la propia Administración. Yo creo que esa es una de las prioridades que el Ministerio de Industria está tratando de ver cómo corregir. Lo que han anunciado a día de hoy es que, básicamente, implementarán un paquete de medidas amplio que serán adoptadas por todos los agentes, desde consumidores, generadores y la propia Administración. ¿Hasta qué punto eso va a plasmarse en un incremento de tarifas? Tiene pinta de que sí y un poco la idea que nos han transmitido hasta ahora es que efectivamente el problema tiene que ser solventado por todos los actores del sistema, no únicamente por uno.

-¿Qué ha cambiado en su sector desde el accidente de Fukushima?

-La empresa tiene un componente nuclear importante, sobre todo, en el mercado del Benelux y desde el accidente de Fukushima lo que nos han pedido las autoridades nucleares son tests de estrés en los que mostremos efectivamente el comportamiento de nuestras centrales en determinados períodos y, efectivamente, en los últimos años, hemos superado muy positivamente las diferentes evaluaciones al igual que el resto de los reactores europeos en general. Sí que es cierto que Fukushima marca un antes y un después en el sector energético y la reflexión ahí es si queremos seguir apostando por este tipo de energía o por la diversificación energética. Hay que concretar si queremos seguir apostando por este tipo de tecnologías, ir hacia más renovables, a más gas...

-En ese contexto, ¿los ciclos combinados continúan siendo rentables?

-Los ciclos combinados lo tienen muy complicado en el contexto actual, por varias cosas: por la bajada de la demanda y por la apuesta importante de la Administración pública en los últimos años con el crecimiento de las renovables. Fundamentalmente la mayoría de la potencia instalada en los últimos años en España es eólica, su problema es que se trata de una energía intermitente y el recurso no existe siempre, lo que hace que exista la necesidad de una energía de respaldo que soporte a toda esa energía eólica para que el consumidor final disponga de energía eléctrica independientemente de si sopla el viento o no. Esa energía de respaldo tiene que ser muy flexible, es decir, que seas capaz de producirla en muy corto espacio de tiempo. Hoy en día la tecnología que cubre esa necesidad en el mercado son los ciclos combinados. Nosotros apostamos por un sistema que retribuya la inversión en los ciclos combinados en la medida que esos ciclos combinados siguen siendo necesarios para el sistema y apostamos por que esos incentivos deben ser revisados de tal manera que cada tecnología debería ser rentable por sí misma. Posiblemente haya que buscar un sistema de pagos por capacidad que permita a esta tecnología llegar a su acomodación industrial como una fuente de energía de respaldo mientras que hay otras tecnologías que sí lo han hecho y que ya no es necesario primar. Por ejemplo, los proyectos eólicos están llegando cada vez más al grado de madurez que les permitiría ser rentables en sí mismos.

-En este momento existe una apuesta importante de las empresas por el eólico «off shore».

-Efectivamente. Es una posibilidad, pero volvemos a la misma problemática, es decir, una vez que haya un recurso hay que ver un poco el coste de inversión: si el eólico «on shore» es caro, lo eólico «off shore» es todavía más caro. Nosotros apostamos muy claramente por el eólico «off shore» y estamos licitando muchos proyectos en Francia.

-¿Es el gas una prioridad para Europa?

-Yo diría que sí en la medida que la prioridad en Europa es la diversificación del suministro y dentro de esa estrategia el gas es una prioridad. Es la más limpia, flexible y la que menos inversión asociada conlleva. Yo creo que es una alternativa clara.

-¿La suspensión de primas a las renovables puede generar un cambio en la estrategia del sector?

-En las renovables hay dos tipos de empresas: por un lado están los proveedores de flujos e infraestructuras que yo creo que han diversificado un poco su modelo de negocio, apostando por un crecimiento internacional y ampliando el porfolio de servicios que ofrecen, dando más servicios de operación y mantenimiento y luego tenemos las empresas constructoras. Esta moratoria del Gobierno a las renovables establece que 11.000 megavatios que se encuentran en registro se puedan todavía instalar y salir adelante. Eso es muchísima capacidad con lo cual las empresas que sigan apostando por las renovables todavía les queda margen. Pero sí que es cierto que la Administración no plantea tanto esta moratoria como un cambio de estrategia o una no apuesta por las energías más verdes sino que responde más bien a un problema de tipo económico y a día de hoy las renovables tienen un coste que el sistema actual no se puede permitir tanto como se venía haciendo hasta ahora.

-¿Y qué me dice del carbón?

-A día de hoy, por la apuesta de la Administración pública y el decreto de 2010, se mantiene una apuesta clara por la producción de carbón nacional. Como decía, por lo que sabemos, el Ministerio de Industria prepara un paquete de medidas para el sector energético, pero no creo que haya grandes modificaciones para el carbón.

-¿Qué opina del polo energético de El Musel?

-Se planteó para cubrir las necesidades de gas en un contexto nacional, que era bueno para Asturias en términos de inversión, creación de empleo... pero la reflexión que yo saco hoy en día no es tanto una reflexión a escala local sino sobre infraestructuras en general (aeropuertos, autopistas...) que es la que se está planteando en este momento. A lo mejor en un momento determinado en España había una planificación que iba asociada a unas tasas de crecimiento y por la recesión, en un momento determinado, hemos entrado en un decrecimiento. Quizá en algún momento no se revisó esa planificación y se siguió adelante con determinados proyectos, energéticos.

-¿Cuáles serían, a su juicio, los grandes retos del sector?

-Desde nuestro punto de vista el gran reto energético en España es establecer un marco regulatorio serio y estable que permita a cada tecnología mantener su rentabilidad por sí misma. En paralelo está el gran reto del cómo pagar el déficit de la tarifa, cómo hacer que no siga creciendo a ese ritmo de 5.000 millones al año y cómo acomodar el exceso de capacidad de generación. Hay que ver, en el escenario actual, con los recursos económicos limitados, cuál debe ser la política para optimizar esos recursos que existen, es decir, concretar una apuesta en ratios asumibles.

-En un mercado tan cambiante como el energético, ¿cómo se conoce cuál es la estrategia acertada?

-Esta empresa no es distinta a cualquier otra. Apostamos por la diversificación de energías y tenemos un poco de todo: renovables, carbón, gas, hidráulico y nuclear y luego también diversificación geográfica, con actividad en todos los continentes, eso te permite amortiguar las renovables en la cuenta de resultados pero sí que es cierto que el último ha sido un ejercicio duro en Europa.

-¿Latinoamérica es uno de los nuevos nichos de negocio en esa apuesta por la diversificación?

-En Latinoamérica y sudeste asiático, donde hay una demanda energética espectacular, pero tampoco queremos focalizarnos en ningún punto concreto, nuestro área de trabajo es el mapa global. Lo dice nuestra cuenta de resultados. En la situación actual, de los 90.700 millones de euros de cifra de negocio, Norteamérica son 5.000; Sudamérica, 4.100; en el sudeste asiático 4.400 y en Europa con 69.900, además de una pequeña parte en la zona del Magreb. Yo creo que una empresa responsable busca donde hay posibilidades de negocio y de crecimiento y las posibilidades de crecimiento en el sector energético son esas.

-Hay quien les achaca (a las empresas energéticas) que no se preocupan por problemas climáticos.

-GDF Suez apuesta claramente por tecnologías limpias, tenemos un porfolio de capacidad renovable importante y luego tenemos también una parte muy significativa de plantas de gas que lógicamente es la energía más limpia que se puede generar, es decir, hay una clara orientación de responsabilidad social en el tipo de inversiones que hacemos.

-¿Cómo recuerda su paso por la Universidad de Oviedo?

-Pienso que ofrece una formación de muchísima calidad. Yo apuesto por una especialización. En tiempos de crisis el ingeniero generalista va a tener muchísimas más dificultades.

-La mujeres siguen siendo minoría en el mundo de la ingeniería.

-Hay mucho por hacer en el sector empresarial. El 60% de las tituladas universitarias son mujeres, que también son las que obtienen, de media, las mejores calificaciones, pero la realidad del mercado nos dice que en puestos de alta dirección y consejos de administración, sólo son el 10%.

-¿Qué medidas plantea?

-Hay barreras que están ahí y la sociedad, las empresas, la Administración y la propia mujer deben trabajar para encontrar mecanismos que permitan flexibilizar esa situación. Ahora bien, nada es gratis y ser directiva tampoco. Detrás de cualquier cargo directivo hay una estrategia para llegar hasta ahí, pero cambiar la situación actual es una labor muy de todos.

-Sin embargo, los avances son muy lentos...

-Estamos ante una generación muy formada. Deberíamos permitir que las próximas generaciones lleguen a lo más alto posible. En la última década se han hecho muchas cosas para que la mujer llegue a puestos directivos. Las tasas de crecimiento han sido espectaculares pero no es suficiente. Hay determinadas labores que llevar a cabo, por ejemplo, en la formación técnica todavía hay pocas mujeres. La situación actual hace más complicado que las mujeres estén en las empresas en cargos directivos. Cualquier iniciativa para cambiar esto me parece muy positiva. Apuesto por movilizar a la sociedad en general. No sé si el cambio debe darse de arriba a abajo o de abajo hacia arriba, pero está claro que si tenemos mujeres muy formadas, éstas llegarán a los puestos más altos, de la misma manera que si hay empresas responsables que valoran el talento y son capaces de gestionar ese talento se logrará un equilibrio entre hombres y mujeres.