Oviedo, Eloy MÉNDEZ

Los fármacos biológicos revolucionaron hace una década los tratamientos reumatológicos al mejorar ostensiblemente la calidad de vida de la mayoría de pacientes con este tipo de patologías, muchas veces condenados a la invalidez permanente. Y también cambiaron para siempre la profesión de especialistas como Juan Carlos Torre, jefe de unidad en el Hospital Monte Naranco y protagonista de algunas de las investigaciones más ambiciosas de la Universidad de Oviedo, destinadas a atajar el proceso de la enfermedad lo antes posible. «Apuesto por un tratamiento más personalizado y menos protocolizado porque cada persona reacciona a lo mismo de forma distinta», razona este defensor de la sanidad pública, que la considera «uno de los mayores logros, si no el mayor, de la sociedad española».

Torre reparte su jornada entre las clases, la dirección de su equipo en el hospital y el seguimiento de casos en su consulta privada, situada en el centro de Oviedo y decorada con cuadros pintados por sus propios pacientes. Es uno de los cinco reumatólogos con categoría de profesor titular en toda España -hay también cuatro catedráticos- y una referencia para sus colegas a nivel internacional gracias a los avances que ha conseguido con sus investigaciones sobre espondiloartritis, centradas en el descubrimiento de biomarcadores que posibiliten el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento terapéutico. Es decir, determinar los factores genéticos y ambientales que favorecen el desarrollo de una artritis inflamatoria.

Para ello, su equipo se deja la piel en la búsqueda de moléculas que inhiban las vías de señalización intracelular, es decir, que eviten que una célula cumpla la orden que propicia la patología. O lo que es lo mismo, intentan frenar el «trabajo» de las citoquinas proinflamatorias, como la TNF, responsables del desencadenamiento de una cascada inflamatoria, de favorecer el desarrollo de una enfermedad que surge por factores aún desconocidos. «Incapaces por el momento de conocer el punto de origen de las enfermedades, lo que tratamos es de averiguar cómo avanza la enfermedad y ponerle barreras en un punto concreto», explica con una pasión desbordante.

Actualmente, su trabajo se centra en determinar la influencia de las interluquinas IL-17 e IL-23 en la potenciación de varias derivaciones de espondiloartritis -espondilitis anquilosante, artritis soriásica, uveítis, enfermedad inflamatoria intestinal, artritis reactiva...-. Una vez se consiga esa averiguación, lo siguiente es poner en marcha el tratamiento biológico adecuado. Este tipo de fármacos, creados a través de organismos vivos, se suministran únicamente en centros hospitalarios vía intravenosa o subcutánea, aunque dentro de año y medio se comercializará un tipo de inhibidor en pastillas. «Sin duda alguna, su descubrimiento ha supuesto un antes y un después para la reumatología», explica Torre, «ya que permiten bloquear la enfermedad en pleno desarrollo». Hasta su aparición, los internistas sólo tenían la opción de recetar calmantes, es decir, de tratar la inflamación en su última fase. Mientras, la máxima aspiración de los pacientes era confiar en que su empeoramiento no fuera a más. Muchos acababan en sillas de ruedas y con un grado de dependencia elevadísimo. «Mi disciplina es relativamente novedosa, ha crecido mucho en los últimos años y, sobre todo, es seguro que cada vez lo hará más y más», explica el médico, un pionero en Asturias.

Pero estos avances cuestan dinero. Y mucho. «La reumatología era hasta hace bien un poco una de las ramas de la medicina más baratas, porque se solucionaba con un par de pastillas, y de pronto se ha convertido en una de las más caras. El gasto ha pasado de cero a cien», explica el docente, que forma parte del GRAPA y el Euroas, dos colectivos internacionales para el desarrollo de trabajos científicos sobre estudios genéticos de enfermedades reumáticas inflamatorias. Por eso, el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, encargó hace unos meses un estudio a un grupo de médicos españoles para la optimización de las dosis a suministrar para reducir los costes sanitarios. Y, por descontado, uno de los elegidos fue Torre. Su misión consiste en realizar un ensayo clínico con varios individuos para conocer qué cantidad de fármacos se necesita. Es decir, racionalizar el suministro para no despilfarrar. Algo muy importante en plena época de crisis y cuando tanto se habla de recortes en los servicios públicos.

«Sinceramente, no creo que los ajustes vayan a afectar de manera drástica a la sanidad», sostiene el investigador. «Lo que sí que tenemos que tener en cuenta todos los profesionales es que es necesario avanzar hacia una progresiva optimización de los recursos. Pero la ciudadanía no puede renunciar a una de sus grandes conquistas, la sanidad pública, con una cobertura universal. En este aspecto, España es, sin duda, uno de los países más avanzados del mundo», dice con orgullo.

Detrás de las enfermedades reumáticas se ocultan casos especialmente penosos. La atrofia del aparato locomotor y del tejido conectivo deja a muchos de los que las padecen completamente postrados, sin poder mover sus articulaciones y con dolores crónicos muy intensos. Una realidad con la que Torre convive y que combate de sol a sol. «No hay mayor felicidad, y en esto incluyo todo el dinero del mundo, que un paciente te diga que ha mejorado gracias a tu trabajo», señala, con ojos brillantes y tono entrecortado. «La salud de las personas es algo por lo que merece la pena luchar. Un esfuerzo que justifica muchas horas de trabajo», añade. «Conseguir la cura de todas las enfermedades es, a día de hoy, una utopía, algo a lo que sólo podemos aspirar, sabiendo que no lo conseguiremos. Pero también nuestros tatarabuelos pensaban que era imposible llegar a la Luna. El intento es lo que da sentido», concluye.

- El langreano Juan Carlos Torre es profesor titular del Departamento de Medicina, jefe de la unidad de Reumatología del Hospital Monte Naranco y tiene consulta en la calle Pérez de la Sala de Oviedo.

- Es uno de los cinco reumatólogos que tienen plaza de titular en toda España. Estudia las incidencias genéticas y ambientales en el desarrollo de enfermedades reumatológicas.

- Investiga la incidencia de las interluquinas IL-17 e IL-23 en el desarrollo de diferentes espondiloartritis y el desarrollo de fármacos biológicos contra estas patologías.

- Participa en un estudio para optimizar el gasto sanitario a instancia del Instituto de Salud Carlos III.

Optimizar el gasto médico. Juan Carlos Torre es un convencido defensor de la sanidad pública y, por eso, considera que es necesario tomar «mayor conciencia» en la gestión de recursos. «Estamos hablando de uno de los mayores bienes que tenemos y debemos cuidarlo», señala, convencido de que los recortes en esta materia «no afectarán al núcleo central de nuestro sistema». Pero sí pide una mayor concienciación por parte de los ciudadanos en general y de los médicos en particular. «Si aplicamos criterios más racionales, sobre todo en el gasto farmacéutico, podremos avanzar de manera determinante en este sentido», sostiene. Por eso, el langreano se incorporó hace meses a un grupo de investigación impulsado por el Instituto de Salud Carlos III que busca reducir los costes de medicamentos biológicos, la gran revolución dentro de la reumatología, que ha permitido a muchos de los pacientes que sufren este tipo de patologías llevar una vida normalizada. «Es una cuestión de concienciación social, todos estamos implicados y, por eso, todos somos en parte responsables», comenta el jefe de unidad del Hospital Monte Naranco de Oviedo, donde está al frente de un equipo de tres especialistas de la veintena con que cuenta Asturias en esta rama de la medicina, que no ha parado de acumular descubrimientos esperanzadores durante los últimos años.