Una robusta cuna, capaz de soportar a un bebé de cinco kilos al nacer, le meció en León, aunque sus ancestros procedían de la montaña, de Barrios de Luna. Luis González Morán nació el 21 de septiembre de 1935, siendo el segundo de seis hermanos y hermanas, la última de las cuales, María Aurora (1954-2008), fue síndrome de Down, «pero un ángel de Dios y la mayor fuente de alegría común que hemos tenido en nuestra familia». González Morán es sacerdote, abogado y especialista en bioética, una disciplina que en estas fechas le tiene precisamente ocupado en redactar un libro sobre la Bioética del Síndrome de Down para la Universidad de Comillas (Madrid).

Una Universidad jesuítica que en su previa localización santanderina fue el lugar de sus estudios sacerdotales durante trece años, de 1945 a 1958. En vista de su excelente expediente académico fue enviado a continuación a cursar Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Allí llegó tan sólo unos días antes del fallecimiento de Pío XII y de la elección de Juan XXIII, que inmediatamente convocó el Concilio Vaticano II y junto al que vivió «el momento más emocionante de mi vida», al ser recibido por el Pontífice y coincidir con él en diversas visitas de españoles al Vaticano, «hasta el punto de que ya me llamaba por mi nombre y decía: "Questo Luigi", a mí, el hijo de Luis y de Aurora».

De regreso a España, «el obispo de León me nombra superior del Seminario Menor y profesor de Geografía y ríos menores, para que no me entrara soberbia después de tantos estudios». Más tarde oposita a la plaza de canónigo lectoral de la catedral de Astorga, sede de la que es obispo Marcelo González Martín, «impulsor de muchas iniciativas, que le dio a la diócesis la vuelta como a un calcetín con una intensa actividad posconciliar y gran interés en la colaboración de sacerdotes y laicos, una novedad entonces».

En 1968, González Morán hace las oposiciones al cuerpo castrense y tras un breve paso por Madrid y Barcelona -y de iniciar Derecho en la Ciudad Condal- «vengo destinado a Oviedo como capellán de la Policía del cuartel de Buenavista». Continúa con la carrera de leyes y vive las tensiones de la transición junto a la Policía. «Era interesante ver en el cuartel cómo los policías reaccionaban ante la televisión al ver las homilías de Tarancón o las de Marcelo; predominaba el aplauso al segundo». Obtiene la licenciatura en Derecho en 1975 «con premio extraordinario compartido con la actual catedrática de Derecho Internacional María Paz de Andrés, aunque ella se lo merecía mucho más porque yo dominaba la oratoria gracias a Comillas».

A continuación, su catedrático de Civil, Iglesias Cubría, le introduce como profesor en la Facultad, «hasta el año 2000, cuando me jubilo por edad reglamentaria, habiendo hecho por el medio las oposiciones a profesor titular». Su tesis doctoral, en 1984, versa sobre la relación de obligaciones y deberes entre el médico y el paciente. Además de la docencia reglada es profesor y director (1998-2002) de la Escuela de Práctica Jurídica de Oviedo y trabaja en un despacho de abogados, «que curiosamente me ha ayudado a ser mejor sacerdote porque aquí se plantean las penas desde la pura crudeza de la realidad, las disensiones, el sufrimiento, la amargura, la tristeza de la vida diaria, de la vida de las familias; es una experiencia casi sacerdotal en el sentido de cercanía con las personas». González Morán ha trabajado fundamentalmente en nulidades canónicas. En la bioética se introduce de la mano del jesuita Javier Gafo y es cofundador del Máster de Bioética de la Universidad de Comillas. Su experiencia docente alumbró en 2007 «De la bioética al bioderecho. Libertad, muerte y vida», un tomo de casi mil páginas que ya es obra de referencia en la materia. «La bioética es la moral del futuro, pero el avance tecnológico y la ética no corren paralelos».

Su entronque como sacerdote en Oviedo se produce en el Centro de Estudios Teológicos y «desde hace 37 años en la parroquia de San Juan el Real, junto a sacerdotes como don Benedicto, el santo; Fernando Rubio, un coloso, o Álvaro Iglesias Fueyo, mi amigo del alma, cuya separación me ha dolido». Luis González Morán -de cinco a 120 kilos de humanidad- dicta sus Memorias para LA NUEVA ESPAÑA en esta primera parte y tres sucesivas, mañana lunes, el martes y el miércoles.