La primavera se manifiesta de múltiples formas en la naturaleza asturiana. Una imagen clásica son los campos en flor. Si aplicamos una lupa a esa estampa observaremos otro de los indicadores de la estación: mariposas. Algunas especies son capaces de sobrevivir al invierno en estado adulto (imago), hibernando, e incluso desarrollan actividad en días soleados de la estación fría, pero la mayoría solo vuela durante unas pocas semanas de la primavera y del verano, condicionada por la climatología y por la propia floración, ya que, por lo general, los lepidópteros se alimentan del néctar de las flores.

Las especies diurnas de este orden presentan, en muchos casos, vivos colores que, sumados a su apariencia delicada, los sustraen a la aversión que suelen suscitar los insectos. De hecho, cada vez es mayor su interés como atractivo turístico, por lo común como objetivo secundario en viajes de turismo ornitológico, aunque crece la oferta especializada para observar mariposas en muy diversos lugares del mundo, entre ellos los Picos de Europa, a donde acuden numerosos aficionados europeos atraídos por la riqueza de especies que propician la variedad de altitudes y la abrupta orografía de este sistema montañoso, que crean un heterogéneo conjunto de ecosistemas (otras grandes cordilleras del continente, como los Pirineos, Cévennes y Dolomitas, y el Atlas marroquí comparten ese potencial). Un segundo «punto caliente» para los aficionados a estos insectos es el tramo central de la cordillera, entre Somiedo y el macizo de Ubiña; a su vez, la cuenca del Navia, de condiciones microclimáticas submediterráneas, aporta especies raras o ausentes en el resto de la región. Los destinos internacionales más atractivos para los amantes de las mariposas incluyen países como México, Ghana, Sudáfrica e India.

La fauna de lepidópteros diurnos de Asturias ha sido cifrada en 142 especies en el primer catálogo regional de este grupo faunístico (publicado por el biólogo Hugo Mortera en 2007), lo que representa una diversidad elevada en el contexto ibérico (casi un 62 por ciento). El eslogan del paraíso natural que se asocia con el oso, el urogallo y otros vertebrados es tanto o más cierto para este grupo de invertebrados (y otros menos llamativos).

Una de las especies más vistosas del catálogo asturiano es la apolo («Parnassius apollo»), que también se encuentra entre los cinco lepidópteros que disfrutan de protección legal, junto con «Euphydryas aurinia», «Lopinga achine», «Maculinea nausithous» y «Maculinea arion», y que es, asimismo, una de las mariposas de mayor tamaño de la región, con una envergadura de hasta 7,6 cm. Entre las especies más raras cabe señalar a «Boloria eunomia», conocida exclusivamente de una pradería encharcada de la montaña oriental, «Lopinga achine» y «Erebia manto».