El origen genético de toda la población mundial puede ser más antiguo de lo que hasta ahora pensaban los científicos. Nuestros ancestros, que habitaron el sureste de África hace unos 200.000 años, realizaron un largo camino por todo el planeta hasta acabar, hoy en día, por ejemplo, habitando en Asturias. Pero ¿cuál es el parentesco entre un asturiano y un habitante del Sudeste Asiático? Por sorprendente que parezca, es posible rastrear el trayecto migratorio que siguieron nuestros ancestros. Eso es precisamente lo que un equipo de National Geographic, premio «Príncipe de Asturias» de Comunicación y Humanidades 2006, hace en el Principado: tomar cien muestras de ADN cuyo análisis permitirá conocer de dónde provienen los asturianos y cómo llegaron a habitar este territorio.

La historia de los asturianos es también la historia de toda la humanidad. Y puede ser más antigua que lo que hasta ahora pensaban los científicos. Por sorprendente que parezca, toda la humanidad proviene genéticamente de un hombre y una mujer, pero que nada tienen que ver con el Adán y la Eva de la Biblia. Los genetistas creen que existió una madre genética, denominada Eva mitocondrial, cuyo ADN se puede rastrear en todos los seres humanos actuales. No era la única mujer de su época, tampoco la única que logró descendientes, pero sí aquella con la que existe una conexión materna común, ya que el ADN mitocondrial sólo se transmite por vía materna. Es, por así decir, la madre de todas las madres. Así, sus descendientes lograron éxito genético y transmitieron por vía materna durante miles de generaciones sus rasgos. Vivió en África Oriental hace aproximadamente unos 200.000 años.

También hubo un Adán, un hombre con el que todos los seres humanos están genéticamente enlazados. En su caso, el rastro se remonta 140.000 años atrás. Pero las investigaciones del «Proyecto Genográfico» de National Geographic e IBM sobre el origen de las migraciones humanas basándose en el estudio del ADN puede dar un vuelco al origen genético del hombre. Los estudios del equipo que lidera el estadounidense Spencer Wells apuntan a que el origen genético de los varones actuales puede datar de hace unos 300.000 años, antes incluso que la Eva mitocondrial africana de la que se supone que todos descendemos.

«Tenemos un artículo que publicaremos en breve con pruebas de que podría existir ese Adán genético que se remontaría a hace unos 330.000 años, mucho más atrás de lo que pensábamos inicialmente. El problema es que no existe en ese árbol genealógico una rama ancha que relacione el Adán de hace 140.000 años con el de hace 330.000, no podemos entender muy bien la relación existente. Estamos hablando de un grupo muy limitado de personas que viviría en África Central. Existe información controvertida sobre la posibilidad del hallazgo de una persona que se remontaría antes de esos 140.000 años, que es lo que hasta el momento hemos demostrado. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que podría haber algún tipo de relación con algunos homínidos, podría haber una mezcla de especies, con lo que aún no sabemos cómo enfocarlo, cuáles serán los resultados definitivos», explicó el investigador y científico estadounidense.

¿De dónde venimos realmente? Ésta es la gran y repetida pregunta que intenta responder el «Proyecto Genográfico». Mediante el análisis de ADN de miles y miles de personas de todo el planeta (hasta de las tribus más recónditas), los científicos buscan el rastro de nuestros antecesores genéticos para trazar el mapamundi de las migraciones humanas desde los tiempos más remotos. El proyecto nació en 2005 y casi 600.000 personas de más de 140 países han aportado su granito de arena: su ADN, la partida de nacimiento que todos llevamos bajo la piel.

El posible envejecimiento de la edad del Adán genético constituye uno de los últimos hallazgos del «Proyecto Genográfico», pero ni mucho menos el único. Hasta el momento son tres las conclusiones científicas de carácter genérico. Según explicó Wells en una entrevista a este periódico: «El clima ha jugado un papel fundamental en las migraciones desde el Paleolítico, con los primeros asentamientos. En segundo lugar, está la importancia del Neolítico, el trasvase a la agricultura hace unos 10.000 años ha sido un punto de inflexión en cuanto a los patrones genéticos (hemos visto que todos nos remontamos a un origen común que se produce hace unos 10.000 años, con el cambio del estilo de vida). Y en último lugar, están los cambios culturales y cómo estos afectan al patrón genético. Estamos hablando del idioma, de la religión, del sistema de castas, etcétera».

En el marco de estas tres generalidades se esconden decenas de anécdotas y descubrimientos. Por un lado, se encuentra la división que se produjo en la época antigua en África y que tiene que ver estrechamente con los cambios climáticos. «El clima determina hacia dónde pueden migrar las poblaciones porque permite establecer un lugar de paso o una barrera infranqueable. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, con el puente que pudieron utilizar nuestros antepasados entre América y Siberia con la última glaciación, el paso de Europa a Norteamérica. Y lo mismo sucedió en África. Las condiciones climáticas hacían que los pueblos estuviesen separados o no. Y lo encontramos también en la historia reciente, con los fenicios, en el siglo I antes de Cristo. Procedían de Líbano, después se instalaron en Cartago (el Túnez actual) y se convirtieron en un imperio marítimo, de comerciantes, que después fue asimilado por los romanos con las guerras púnicas y se perdieron en los anales de la historia. Al final, lo que nos queda es información de segunda mano. Nosotros queríamos saber si ese imperio fenicio había tenido un impacto genético y hemos descubierto que fue así. De cada 17 personas estudiadas en el Mediterráneo, una presenta trazas que las remonta al imperio fenicio. Con todo este estudio podemos analizar no sólo migraciones de hace miles y miles de años, sino movimientos recientes, historia escrita», argumenta Wells.

Los investigadores del «Proyecto Genográfico» no sólo rastrean el ADN humano. También analizan el que obtienen de los yacimientos antiguos. «Queríamos establecer si existe una relación entre los cambios culturales y los cambios genéticos. Para que entienda, en el Mesolítico se conseguían unos datos similares en toda Europa. Pero en Rusia, cuando hablamos de la Edad del Bronce, vemos unos cambios que se deben a la migración del Sudeste Asiático. Le explico: queríamos saber si los cambios arqueológicos que detectamos tenían que ver con un cambio en la población, con el desplazamiento de las personas, si había habido un cambio genético. Y la respuesta fue afirmativa. Esto coincide con otros patrones que encontramos en yacimientos arqueológicos similares. En cuanto a estos resultados, la semana que viene se va a presentar un artículo sobre resultados en estudios con material antiguo», expuso Wells.

El «Proyecto Genográfico» también ha permitido profundizar en cómo y cuándo se fue poblando el planeta, la que sería la primera inmigración de la historia. Partiendo del hecho de que todos provenimos del corazón de África, los investigadores parten de que la primera migración africana se produjo hace unos 60.000 o 70.000 años. Empezó por una línea costera, atravesando la actual Somalia, Etiopía, pasando después a Yemen. Y siguiendo una ruta costera, la migración continuó hasta llegar al Sudeste Asiático. Aproximadamente hace unos 50.000 años se produjo la llegada a Australia y hace unos 45.000-50.000 años a Oriente Medio. Algunos de estos primeros viajeros se adentraron más hacia el continente y llegaron a Asia Central hace 35.000-40.000 años y llegaron a Europa. Algunos, a su vez, llegaron a América y otros se adentraron en otras zonas de Asia.

Por otro lado, hubo unas migraciones posteriores, sobre todo las procedentes de lo que se denomina la media luna fértil de esa zona, hace unos 10.000 años. Ahí hubo una mezcla, donde confluyeron esas dos migraciones. «Estaríamos hablando de que el Paleolítico (hace más de 35.000 años) se junta con aquellos inmigrantes procedentes de la media luna fértil. Y es ahí donde encontramos los dos patrones genéticos presentes en Europa. Por eso en España encontramos las dos vertientes: los paleolíticos, que son los que inmigraron aquí y se encontraron con los neandertales, y los que llegaron después de Oriente Medio trayendo consigo la agricultura», explicó Spencer Wells.

En el caso del poblamiento de la península Ibérica, el primer asentamiento data de hace 35.000 años, pero el avance y posterior retirada del hielo conllevó movimientos migratorios y la búsqueda de guaridas. Entre hace 16.000 y 20.000 años, las poblaciones habitaron un refugio franco-cántabro que abarcaba toda la cornisa cantábrica y el Pirineo. Estos moradores volvieron al norte de Europa cuando finalizó la era glaciar y fue ahí, en esa reserva franco-cántabra, donde está el origen de muchos patrones europeos.

¿Y cuál es el cóctel genético de los asturianos? Eso es precisamente lo que investigan ahora los científicos del «Proyecto Genográfico» con el centenar de muestras de ADN que ayer tomaron en el Centro Niemeyer de Avilés. El análisis previo realizado a una joven asturiana puede servir de aperitivo al posible código asturiano: raíces africanas, aires mediterráneos y una pizca del hombre de Sidrón. La respuesta a esta gran pregunta sigue en el aire, pero ya está más próxima.

El «Proyecto Genográfico» es un ambicioso estudio que pretende contribuir a responder preguntas fundamentales sobre el origen de la humanidad y cómo el hombre llegó a poblar el planeta. El director del proyecto y explorador residente del National Geographic, el doctor Spencer Wells, y su equipo de científicos utilizan las tecnologías genéticas e informáticas más avanzadas para analizar patrones históricos en el ADN de participantes de todo el mundo. Dice que la humanidad es un gran clan familiar, formada así por unos 7.000 millones de primos lejanos.

Todos descendemos de un antepasado africano común que vivió hace 140.000 años. La historia completa permanece grabada en nuestros genes. Cuando el ADN pasa de una generación a la siguiente, la mayoría se recombina a través de los procesos que a cada uno nos otorga nuestra propia individualidad. A pesar de esto, algunas partes de la cadena de ADN permanecen mayoritariamente intactas generación tras generación, y se ven sólo alteradas de forma ocasional por mutaciones, convirtiéndose en marcadores genéticos. Estos marcadores permiten a los genetistas trazar una línea del tiempo e incluso llegar a trazar un mapa de las antiguas migraciones humanas desde África a través de los continentes, trazar el milenario viaje del hombre por el mundo. Los hallazgos del «Proyecto Genográfico» se publican en las revistas especializadas punteras de todo el planeta. Entre ellos destacan, por ejemplo, los siguientes:

l Los orígenes de las poblaciones afganas. La mayoría de los afganos de origen étnico comparte una única herencia genética derivada de una población ancestral común que probablemente emergió durante la revolución neolítica y la formación de las primeras comunidades agrícolas. El equipo de National Geographic descubrió que la variabilidad genética entre los afganos se atribuye a la formación de las primeras civilizaciones en esta región durante la Edad del Bronce.

l El indoeuropeo y el sur de la India. El Centro de Investigación Genográfica en la India descubrió que las diferencias genéticas entre grupos tribales y castas en Tamil Nadu, India, parecen ser unos 2.000 años anteriores a la llegada de los indoeuropeos a la región.

l Las raíces vascas. El estudio de los patrones genéticos vascos muestran que la singularidad genética vasca es anterior a la llegada de la agricultura a la península Ibérica, hace unos 7.000 años. El equipo descubrió que los vascos comparten patrones genéticos únicos que los distinguen de las poblaciones vecinas.