«La sensación de dejadez es preocupante, y la imagen, penosa», asegura Fernando Corral, presidente de la Unión Hotelera, al referirse a la situación de los accesos a Covadonga y los Lagos. Le duele comparar al santuario asturiano con el de Montserrat. Porque, según afirma, en el santuario mariano catalán las gestiones religiosa, turística y política «van de la mano». En Covadonga, no. Son tantos y tan diversos los intereses que confluyen en el santuario mariano asturiano que lo habitual es el desacuerdo. Corral critica especialmente la situación de las carreteras, que tilda de «lamentable».

El dirigente de la Unión Hotelera exige una actuación «urgente y en profundidad» sobre los viales que conducen a Covadonga y a los Lagos. Lanza severas críticas al plan de transporte a los Lagos, que a su juicio requiere una revisión inmediata por el bajón turístico. ¿En qué sentido? «En el de regular sólo cuando haga falta y en el de revisar los precios, pues 7,50 euros por persona no es un precio asumible ahora mismo para una familia», señaló.

Corral propugna un «plan específico» de promoción para Covadonga, con «implicación» de todas las partes interesadas, incluidas la Iglesia, la Administración y los hosteleros. Y lanza un órdago: la Unión Hotelera pondrá «lo que haga falta». Más: «si hay que poner recursos, estamos dispuestos. Eso sí, que se nos tenga en cuenta». Por ejemplo, integrando al colectivo en el patronato del santuario.

El debate sobre el real sitio requiere, según el abad de Covadonga, Juan José Tuñón Escalada, una aclaración previa: «el santuario, como tal, no está abandonado». Al menos no por la Iglesia. El religioso destaca el «esfuerzo» del cabildo y del Arzobispado de Oviedo para dotar a Covadonga de los mejores servicios y para dar a los visitantes la mejor atención posible. Por eso se han mejorado los baños, se ha habilitado uno para discapacitados, hay duchas dispuestas para los grupos de peregrinos, un comedor de uso gratuito para los visitantes... Y todo ello sostenido por la Iglesia.

No es fácil la gestión del real sitio y la atención a los forasteros, porque Covadonga recibe 3 millones de visitantes al año. Es, como señalaron hace unos días el abad y el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González Castro, el «escaparate de Asturias» y uno de los principales focos de atracción de visitantes del norte de España. Tanto así que la crisis puede reflejarse en el consumo -se refleja-, pero no en las visitas al santuario. Ese hecho, el de ser la imagen de la región, es también otro de los argumentos que utilizan los dirigentes municipales para reclamar una mayor implicación en Covadonga de la Administración regional.

El abad destaca que el real sitio es «un referente religioso, cultural, espiritual e histórico» y, lejos de buscar la confrontación, lanza un llamamiento al diálogo y al consenso: «Covadonga no debe ser un punto de discusión, sino de unión». Así que «entre todos debemos mimarla, atenderla, mirar por ella». Palabra de abad.

En cuanto al corte de agua de varios días que sufrió Covadonga la semana pasada y que provocó airadas quejas de las asociaciones empresariales y hosteleras, el abad subraya que fue «un problema puntual», ocurrido porque cuando una de las dos bombas de la traída estaba siendo reparada, la otra se averió.

El problema de fondo es que la actual traída de Covadonga data de 1989 y ya es «insuficiente» y obliga a utilizar continuamente dos bombas para elevar el agua del Pozón existente bajo la cueva de la Santina hasta el depósito de Peñalba. Unas bombas que se instalaron en un principio como ayuda en momentos puntuales.

Los hosteleros cangueses insisten en que esta situación es una muestra más del «abandono» que padece la zona, sostienen que no debe repetirse y claman por que la traída de agua de Covadonga, gestionada por el cabildo, pase a manos del Ayuntamiento de Cangas de Onís. El asunto no es nuevo: ya fue planteado por anteriores corporaciones y siempre encontró reticencias por parte del cabildo, que se resiste a ceder su poder sobre el agua. En la actualidad el debate está pendiente de un acuerdo en el patronato de Covadonga, que integran la Iglesia, el Ayuntamiento de Cangas de Onís y el Gobierno del Principado. Otra cuestión que también depende del patronato es la explanada de la basílica de Covadonga, donde las zonas de parking necesitan una urgente intervención, pues están repletas de baches y, en días de lluvia, de charcos.

El presidente de Incatur, José Antonio Sánchez Cueto, lamenta el estado «penoso» de las carreteras que conducen a Covadonga y a los Lagos. Exige al Principado «mucho más que los rebacheos de los últimos años, que son pan para hoy y hambre para mañana». Quiere una capa de asfalto que implique una «verdadera mejoría» de unos viales «destrozados, con baches en los que ya casi cabe un coche». Sánchez Cueto duda de que la carretera de los Lagos, en su actual estado, pueda acoger en verano el paso continuo de autobuses. «No sé si la tendrán que acabar cortando», indica.

El dirigente empresarial cangués lanza también un severo reproche al Principado por el estado de la senda peatonal y cicloturista de Muñigu, «que costó más de un millón de euros, que nadie conoce y que ha visto como un argayo destruía su área de descanso». Pero también hay críticas para la situación de la finca de Les Llanes, en la que «se tiraron tres millones de euros y que está abandonada».

El alcalde de Cangas de Onís también incide en la penosa situación de Les Llanes. Aspira a que se le dé una solución o, cuando menos, que el Principado intervenga para que no se derrumbe. Y es que el abandono que sufre la casa desde hace años ha provocado ya algunos daños en el tejado. La finca, por su lado, está «tomada por la maleza», según el regidor cangués.

Pero son las carreteras la principal preocupación del Alcalde. Más aún al ver que se acerca el verano y que no hay ya tiempo material para una intervención en profundidad. González Castro confía en que se imponga la sensatez y el Principado «se ponga las pilas» y arregle la carretera desde La Venta hasta los Lagos.

Iván Pérez, presidente de la cooperativa Taxitur, de Cangas de Onís, empresa que dispone de 27 vehículos que suman más de 200 plazas y que realiza viajes a los Lagos, incluso durante la aplicación del plan de transporte, destaca que la situación del acceso al parque nacional está «fatal, abandonada, sin reparar, con tramos malísimos y pisada entera».

El vicepresidente del colectivo cangués, Miguel Ángel Cueto, sostiene que el mal estado de la carretera se debe, más que a la lluvia, al «paso de autobuses» de gran tonelaje. «Y a que no hay dinero, claro». Los rebacheos que realiza el Principado de vez en cuanto de nada sirven: «tapan un bache y salen dos», indica Cueto.

Los dirigentes de Taxitur creen que la carretera de los Lagos necesita una intervención a fondo. Más allá, incluso, de una simple capa de asfalto, «que no serviría para acabar con los blandones». Un ejemplo: un hundimiento que existe «desde siempre» en La Guañaza, a la salida de Covadonga hacia los Lagos, necesita «mucho más que una capa de asfalto, pues quince días después de echarla vuelve a bajar medio metro la carretera». Así que hacen falta rellenos y escolleras. En resumen, «más atención de la Administración», según Pérez.

El mal estado de las carreteras de Covadonga y su entorno es reconocido también por los conductores de Alsa. Uno de ellos comenta que tal vez este verano haya que suspender el plan de transporte a los Lagos por el mal estado del acceso. Hay argayos que amenazan con cerrar el vial. Por ejemplo, uno existente en La Pradería, cerca de La Güesera, que ya se ha comido casi media carretera. Y que se sigue hundiendo día tras día. Además, según destaca, hay zonas en las que el matorral está invadiendo ya la carretera, sin que nadie intervenga.

En cuanto a los turistas, hay desde quienes conciben la visita a Covadonga y los Lagos como una aventura y casi se alegran del mal estado de las carreteras (o al menos no le dan importancia, pues sólo la van a utilizar una vez), hasta quienes critican la dejadez de la Administración al mantener en mal estado unos viales que conducen a un paraje de la importancia y la singularidad de Covadonga.

La familia madrileña -aunque con casa en Colombres- que integran Óscar del Amo, Pilar Sánchez, Concepción Garrido, Fernando Moreno y el niño Sergio del Amo se cuenta entre los segundos. Óscar del Amo subraya el «mal estado» del firme, «regularcillo, por ser benévolo». El madrileño destaca que Asturias es para él «el no va más, la mejor tierra del mundo», pese al estado de sus carreteras. «El asfalto está muy mal, habría que mejorarlo, más aún con la cantidad de gente que viene a un lugar de la importancia de Covadonga, añadió. Por quitar hierro al asunto, añade que también en otras zonas de España las carreteras «dejan mucho que desear. Incluso en Madrid», añade.

Fernando Moreno coincide en que las infraestructuras del entorno de Covadonga están «un poco dejadas para el tránsito que hay». Cree que se hace necesaria una intervención para «mejorarlas». Pero asegura que ha visto viales en peor estado. Eso sí, «nunca en sitios de la importancia de Covadonga».

Entre los que disfrutan del viaje, pese a las carreteras, están los alemanes Manuel de las Heras (hijo de leonés y germana) y su esposa, Doreen de las Heras. El hispano-alemán, que acude cada año a España, subraya que no ve «tan mal» el estado de las carreteras de Covadonga y los Lagos: «se puede andar, si acaso en España las carreteras son un poco estrechas». De las Heras admitió, en todo caso, que el estado de las carreteras en su país es, en general, «sensiblemente mejor» que en España. Pero compensa las deficiencias con las ganas de acudir.

El barcelonés Pere Valleriola sí critica con dureza el mal estado de las carreteras en el parque nacional de los Picos de Europa. Alojado en Llanes, le gusta viajar a la montaña y asegura que los viales, tanto en la vertiente cántabra como en la asturiana están en un estado «lamentable». Asegura que en Cataluña las carreteras de montaña están «mejor conservadas», y «mucho más las que conducen los parques y otras zonas protegidas». Valleriola demanda una mayor atención por parte de las autoridades asturianas, porque «la imagen que lleva uno de las carreteras no se corresponde ni con el paisaje, ni con los monumentos».

La Iglesia celebra el año de la fe, pero los hosteleros de la zona quieren un año santo

¿Cuántos visitantes acercaría a Covadonga un año santo? Es la pregunta que se hacen los hosteleros de la zona. Ellos mismos se responden, seguro que cientos de miles. Y este año el 8 de septiembre cae en domingo, así que, los empresarios creen que podría celebrarse un año santo. El presidente de la Asociación de Empresarios de los Picos de Europa (Incatur) desconoce por qué no se está publicitando el año santo, y reclama al Arzobispado de Oviedo y el Gobierno del Principado que tomen cartas en el asunto. «Entre todos se podría hacer», indica el dirigente empresarial, quien afirma que el colectivo que encabeza está dispuesto a hacer «un esfuerzo» para «colaborar» en el lanzamiento de una iniciativa que, a su juicio, podría revitalizar el turismo en la zona en estos tiempos de vacas flacas.

Las apreciaciones del presidente de la Unión Hotelera, Fernando Corral, van por el mismo camino. Recuerda que en 2008 se hizo un «gran esfuerzo» en Asturias para promocionar el año santo (el único que se ha celebrado en la región) y lamenta que este año «nadie de La Riera (pueblo cercano a Covadonga) hacia abajo se haya enterado» de que también puede serlo. En su opinión, «falta voluntad» en el patronato de Covadonga. Ve con «envidia sana» cómo Liébana, en Cantabria, publicita sus años santos y atrae a cientos de miles de visitantes y peregrinos, mientras que en Asturias «la ilusión de 2008» ha derivado «en el actual olvido».

Claro que no todo es tan fácil como plantean los hosteleros. Primero, porque la que tiene potestad para elaborar el calendario litúrgico es la Iglesia. Y en sus planes no está este año el año santo, una celebración que, por cierto, otorga el Papa, previa petición del Arzobispado correspondiente.

Pues bien, el anterior Papa, Benedicto XVI, anunció el año pasado que éste sería el año de la fe. Y la diócesis de Oviedo siguió el camino marcado por el anterior Sumo Pontífice. Así que este año la Iglesia de Asturias celebra el año de la fe.

Hay más: en Asturias sólo se celebró un año santo, el de 2008. Y fue porque estaba dedicado a las cruces y la Cruz de la Victoria tenía referencia en Covadonga. Ésa fue la razón por la que el anterior arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, solicitó al Papa la declaración del año santo. Era la primera vez que se celebraba en Covadonga, porque las anteriores celebraciones no fueron años santos, sino años marianos. Así ocurrió en 1926, 1951 y 1976. Además, hubo una celebración especial, la del centenario. Pero ningún otro año santo en la sede de la Santina.

El abad de Covadonga, Juan José Tuñón, quiso alejarse de cualquier polémica y lanzó un llamamiento a la concordia y al diálogo. Evitó cualquier declaración sobre el año santo, más allá de recordar que las decisiones sobre el calendario litúrgico corresponden a la Iglesia, y desveló que el Arzobispado ya prepara para el año que viene el 25.º aniversario de la visita a Covadonga del Papa Juan Pablo II, ya beato y cuya canonización está a la vuelta de la esquina. Aquella visita que «proyectó la imagen de Covadonga a todo el mundo», destacó el abad.