El castillo de Gauzón, la fortaleza cuyos restos se excavan en el Peñón de Raíces (Castrillón), va camino de convertirse en un símbolo más de la historia de Asturias, un elemento que, más allá de su peso histórico, enraíza con la identidad de un pueblo. Tiene todos los elementos para serlo: los últimos estudios arqueológicos constatan su antigüedad, que se remonta a la época anterior de la batalla de Covadonga y que evidencia, según los investigadores, la existencia de una clase noble asturiana bien relacionada con los visigodos y que gozaba de cierta autonomía. Además, orfebres del castillo de Gauzón se encargaron de recubrir de oro y piedras preciosas la Cruz de la Victoria, el símbolo de Asturias por antonomasia, el elemento que distingue su bandera. Fue un encargo de Alfonso III el Magno en el año 908. Para entonces, el castillo castrillonense ya llevaba en pie casi 300 años. El hallazgo reciente en el yacimiento de una moneda visigoda de finales del siglo VI parece reforzar el peso histórico de una fortaleza a la que cada vez acuden más asturianos para conocer sus secretos. Realidad histórica y relato mítico se mezclan en las piedras del Peñón de Raíces, que año tras año demuestran ser un filón para los investigadores.

«El castillo de Gauzón de Raíces Viejo es la cuna del origen de Asturias y de la Monarquía asturiana, Pelayo vino después», asegura la alcaldesa de Castrillón, Ángela Vallina (IU), que no duda a la hora de conceder la máxima relevancia de los hallazgos en su concejo. Iván Muñiz, codirector de las excavaciones, no duda en calificar de «santuario histórico» los restos de la fortaleza. «No es un yacimiento arqueológico convencional», asegura, por su vínculo con la etapa más importante de la historia de Asturias, el reino de Asturias, y su valor como fortaleza emblemática de la Monarquía asturiana.

¿Hasta tal punto de obligar a una reescritura de la historia de Asturias? Los arqueólogos de las sucesivas campañas sostienen que, cuando menos, abre las puertas a numerosas preguntas sobre la realidad asturiana antes de la batalla de Covadonga. No era la de un territorio poblado por astures desorganizados, sino que permite intuir la existencia de una aristocracia astur-romana que mantenía relaciones (a veces no cordiales) con los visigodos.

Lorenzo Arias Páramo, investigador y profesor de la Universidad de Oviedo, sostiene que la moneda hallada recientemente en el castillo es una pieza del puzle que debe continuar completándose. «La moneda aparece en un contexto estratigráfico que, gracias a los análisis del carbono 14, sabemos que pertenece a la época visigoda. Con ese mismo método de datación, los arqueólogos ya establecieron la construcción de la fortaleza primitiva a finales del siglo VI o principios del siglo VII», explica el experto.

«La moneda es contemporánea a esa época, por lo que podemos pensar que había un noble que la llevaba, lo que demuestra relaciones o vínculos de un habitante del castillo con los visigodos», añade. Para Arias Páramo, aún hay muchos interrogantes que responder, como «cuál fue el impacto visigodo antes de la penetración del Islam y antes de la Reconquista, es decir, saber qué grado de control tenían los visigodos de la economía y de otros sectores de Asturias», apunta.

Pero una cosa es la historia y otra la tradición. Un ejemplo: la leyenda asegura que la Cruz de la Victoria que recubrió en oro Alfonso III encierra la cruz original que llevó Pelayo en la batalla, y mandó recubrir de oro para forjar la Cruz de la Victoria. Sin embargo, un estudio dirigido por el arqueólogo César García de Castro afirma, en base a las pruebas del carbono 14, que la cruz de madera bajo el recubrimiento de oro procede de un árbol talado bajo el reinado de Alfonso III y construida para ser recubierta.

Ahora, la mirada está puesta en una pequeña moneda del tamaño de una de diez céntimos de euro. Se trata de la moneda visigoda encontrada en el castillo hace días, un triente de oro acuñado durante el reinado de Recaredo I (586-601) en Zaragoza. Se trataba de una moneda que circulaba entre nobles, no era de uso común, y ese dato queda reforzado por el hecho de que la pieza encontrada en Castrillón tuviese un orificio realizado con esmero para poder utilizarla como colgante o abalorio.

El afán por los primeros monarcas asturianos por dar renombre al castillo parece enraizar con la pretendida herencia visigoda de la que hacían gala los reyes de Asturias, que quizás así buscaban vincularse más con una fortaleza que con un pasado emblemático.

«La leyenda está bien, pero la realidad es que con la aparición de la moneda subimos 25 escalones en el estudio de la Monarquía asturiana. Reescribir la historia es un asunto complejo con muchas variables, pero sí que con el hallazgo se replantean muchas consideraciones, y ahora empezarán las especulaciones como la existencia de un asentamiento visigodo en el castillo de Gauzón. La moneda es una raíz sobre el arraigo en el territorio astur-cántabro de un sector de la nobleza visigoda. También hay que estudiar y debatir si Pelayo era un refugiado visigodo o tenía vínculos asturianos», explica Lorenzo Arias Páramo.

La importancia histórica del hallazgo de la moneda es relativa para el escritor y político Xuan Xosé Sánchez Vicente. «Es un asunto traído por los pelos. No se sabe si esa moneda llegó al Peñón de Raíces fruto de una batalla o de la rapiña. Se está dando una interpretación voluntarista. Los datos son los datos y, si es anterior a Covadonga, es una interpretación. Lo que sabemos es que hay un dato nuevo arqueológico que lleva a contar un cuento tradicional asturiano», señala.

Sánchez Vicente no deja pasar la ocasión para referirse a la implicación de los políticos en el hallazgo. «Me sorprendió cómo se abalanzaron sobre la moneda», explica en relación con la presentación de la pieza el pasado día 7 en una conferencia de prensa a la que acudieron la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Ana González, y el director general de Patrimonio, Adolfo Rodríguez Asensio, ambos del PSOE, y la alcaldesa de Castrillón, Ángela Vallina, de IU.

La moneda también está animando el mundo de la numismática. El asturiano Enrique Burguet, experto en numismática, sostiene que es muy importante conocer el reverso para valorar la pieza. En la presentación pública de la moneda, que se guarda en una caja fuerte, sólo se enseñó el anverso, en el que aparece la leyenda «Recaredux Rex».

Los arqueólogos del castillo de Gauzón consideran que la batalla de Covadonga pudo ser una continuación de las actitudes de una clase noble asturiana que defendía de forma combativa sus intereses. La fortaleza que desde las marismas que recubrían el entorno de la ría avilesina quiere brillar ahora como un nuevo faro en las incógnitas sobre la historia del reino de Asturias.