La historia reciente de la nutria en Asturias es una historia de resurgimiento, de reconquista, de éxito. El mustélido acuático ha recolonizado casi todos sus antiguos territorios, de manera que solo Carreño (y algunos pequeños cursos del centro) queda hoy fuera de su área de distribución. El último episodio de este proceso, activo desde mediados de la década de 1980, ha sido su vuelta a Gijón, donde hace pocos meses se comprobó su establecimiento en el casco urbano, en los estanques del parque de Isabel la Católica. A lo largo de los primeros años del siglo XXI la nutria -llondra o llóndriga en asturiano- ha alcanzado también las costas de Castrillón y las rías de Avilés y de Villaviciosa, y ha colonizado el embalse de La Furta, en Corvera. Esta expansión territorial ha ido paraeja a un notable incremento demográfico.

El declive de la nutria, en Asturias y en el conjunto de España, comprendió un período de más de tres décadas, a partir de los años cincuenta, que se corresponde con una etapa de fuerte industrialización, de construcción de embalses, de desarrollo urbano, de intensificación agraria y de auge turístico, es decir de contaminación y alteración de los cursos fluviales -factores a los que se asocia una reducción o pérdida de recursos tróficos-, de uso masivo de pesticidas y de invasión de la naturaleza por parte del hombre. También fue una etapa de intensa persecución de la fauna (en este caso por interés peletero). Ese conjunto de circunstancias, sostenidas durante largo tiempo (la nutria no gozó de protección legal hasta 1973 y las medidas para corregir la contaminación urbana, industrial y agraria y otros impactos ambientales aún tardaron más), hicieron que este carnívoro desapareciese de gran parte de sus territorios.

La nutria es un indicador del buen estado de los ecosistemas acuáticos, particularmente de la calidad del agua y de su riqueza biológica, y la restauración de esos dos parámetros es lo que ha posibilitado su regreso. Aunque con matices: los cangrejos de río, tradicionalmente parte importante de su dieta, han desaparecido ante la invasión del cangrejo rojo, foráneo y competidor con ventaja y con trampa (es portador de una enfermedad que ha diezmado a su pariente nativo), pero la nutria ha encontrado en el crustáceo americano un recurso muy valioso y extraordinariamente abundante. También ha aprovechado una nutrida despensa de peces exóticos introducidos. Por otro lado, aunque el estado general de los ecosistemas acuáticos ha mejorado, aún sufren problemas de contaminación y de degradación y sus poblaciones de salmones y de anguilas no pasan por un buen momento a causa de los factores anteriores y de una excesiva presión pesquera. Culpar de esa situación a la nutria y a otros depredadores naturales, como hacen los pescadores deportivos, carece de base científica.