La informática habla más claro y más rápido gracias a los trabajos desarrollados por el grupo Computational Reflection de la Universidad de Oviedo, que dirige Francisco Ortín. Este equipo, formado por doce expertos, está a la vanguardia internacional gracias a la puesta en marcha de Sta Dyn, un lenguaje de programación que aúna las mejores características de los modelos dinámico y estático. Esta exitosa combinación se ha aplicado recientemente para mejorar el rendimiento de determinadas aplicaciones escritas en otros lenguajes, como el Java (el segundo más utilizado a nivel mundial) y el C# de Microsoft Research Redmond (el quinto más popular, según el índice Tiobe). "Nadie puede predecir el avance de nuestra especialidad, porque se produce a una velocidad de vértigo. A los propios especialistas nos da miedo comprobar el ritmo que ha cogido en los últimos años", explica el ingeniero, que inició su actual línea de investigación hace más de una década.

El Sta Dyn ofrece una mayor sencillez y rendimiento en comparación con otros lenguajes de programación, el principal mecanismo que emplean las aplicaciones de móviles y ordenadores para funcionar. "Nuestro objetivo es que un programa sea capaz de resolver un problema de la forma más sencilla y rápida posible", explica Ortín. Es decir, un aumento de eficiencia que propicie, entre otros beneficios, el ahorro energético de los aparatos electrónicos. "Investigamos para generar conocimiento, ya que no tenemos fines comerciales", apostilla.

Los trabajos que dirige el ovetense cogieron fuerza en 2002, cuando su grupo fue uno de los once seleccionado por Microsoft Research para la creación de lenguajes de programación más eficaces, junto a otros equipos de universidades como Harvard y Berkeley. Los asturianos recibieron de la compañía un cheque de 60.000 dólares que les permitió echar a andar. Desde entonces, no han parado de perfeccionar su sistema, gracias a nuevas aportaciones de la empresa estadounidense y a la captación de fondos del Gobierno central. Los resultados han sido espectaculares, hasta el punto de que han mejorado la eficiencia de determinadas aplicaciones que emplean Java en un 328 por ciento y de otras, que usan C#, en un 212 por ciento.

"Los ordenadores computan instrucciones y datos codificados en ceros y unos. Los lenguajes de programación pretenden ser más cercanos al humano que a la máquina. Lo que nosotros hacemos es optimizar su funcionamiento para aumentar su rendimiento", afirma el profesor titular. Para ello, los doce miembros de Computational Reflection (ocho de la Universidad de Oviedo y el resto externos) decidieron agregar algunas pautas de los lenguajes dinámicos, más sencillos de programar, con otras de los estáticos, más rápidos. Los resultados han sido espectaculares, especialmente en el caso de las aplicaciones que usan reflexión (técnica para hacer programas que generan o manipulan otros).

"Los límites de la informática son inimaginables. Nadie puede adivinar hasta dónde vamos a llegar en poco tiempo. De hecho, la máxima en este campo es que cualquiera pueda llegar a programar por su propia cuenta, utilizando los lenguajes que elaboran los ingenieros, pero al margen de ellos", señala este docente de fulgurante trayectoria, que obtuvo los premios extraordinarios de carrera y de doctorado después de finalizar la titulación técnica de su especialidad en Oviedo y la superior en Gijón. Tras ocupar una plaza de asociado en la Universidad asturiana y conseguir la habilitación por la Politécnica de Cataluña, se hizo con la categoría de titular en 2006. Durante los últimos años, ha realizado estancias en la Liverpool John Moores University, en la University of South Florida y en la institución académica de Vigo, donde mantiene estrechos lazos de colaboración con prestigiosos colegas.

Los imparables progresos informáticos tienen su reflejo también en los estudios de esta especialidad, sometidos a constantes novedades. "Las asignaturas cambian de contenido y hasta de nombre cada ocho cursos de media. En los 16 años que llevo dando clase, he impartido más de 20 materias distintas", asegura. "Esto nos obliga a una continua labor de formación, mucho más intensa que la exigida en otras áreas de conocimiento", añade. "Es una tarea apasionante, pero tiene que gustarte. Al que no le motive la informática es mejor que se dedique a otro asunto, porque tiene un elevado componente vocacional", concluye el docente, acostumbrado a tratar con las máquinas para comprender el lenguaje de un futuro que está a la vuelta de la esquina.