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ARQUITECTURA PERSONAL | JOSÉ MIGUEL DÍAZ | MÚSICO Y BANCARIO (Y 2)

"Los paraísos fiscales son muy fáciles de eliminar por ley, pero nadie quiere hacerlo"

"Ahora sólo se puede blanquear dinero en casinos o en putas" - "Mis asesoramientos en México y "Los Linces" me salvan de quedar en casa viendo la tele o pegarme un tiro"

José Miguel Díaz, fundador de "Los Linces" y bancario durante 39 años. Luisma Murias

José Miguel Díaz (Salas, 1949) se crio en Avilés, donde fundó "Los Linces" en plena época yeyé, grupo con el que recorrió Asturias y en el que sigue. Estudió Comercio, pero la informática que había aprendido en Ensidesa le metió en la banca, donde pasó a comercial y trabajó durante casi 40 años en tres grupos bancarios diferentes y seis países distintos. Está casado desde 1973 y tiene tres hijos. Le gusta comer bien, relacionarse y seguir activo entre Salinas, donde reside, y México, donde tiene residencia.

-¿Cómo vivió usted la nacionalización de Rumasa?

Temíamos por los puestos de trabajo. Lo vendió el Estado al poco tiempo al banco árabe ABC y allí permanecimos bastante tiempo. Cuando llevaba siete años, Herminio Huerta me dijo: "Has tocado techo. Nos gustaría que estuvieras en banca al por mayor". En vez de clientes, captábamos bancos. Era 1986. Fui a Miami unos meses para hacer cursos de banca al por mayor y corresponsalía y me nombran representante del Banco Atlántico en Venezuela, que asociado con el Banco Caracas se llamaba Banco Iberoamérica, con oficinas en Miami, Panamá, Nueva York...

-¿Cómo se entra en un país?

Tienes que averiguar cuáles son las familias de más dinero y llegar a ellas, lo que no es fácil. Entras por cócteles en la Embajada española, que son como los de las películas de James Bond cuando liga con una hembra de cojones. Estás con una copa, un amigo te identifica a alguien y te presentas y cuentas lo que ofrece tu banco. Intentas que te invite a ir a su despacho o te dé un contacto con un gerente. Más tarde o más temprano llegas a la cabeza. Los asturianos abren puertas.

-¿Sí?

En México, Venezuela o República Dominicana, donde la colonia es muy potente económica y políticamente, lo primero es ir al Centro Asturiano. Si ibas con la Caja de Ahorros tenías mucho avanzado. En Venezuela estuve cuatro años. Allí nació mi hija pequeña, Ana. Fue una experiencia impresionante en una casa hermosísima con mayordomo, chófer, cocinera, hasta que llegó "el clan del Carajito".

-Los de Salas.

Que se hicieron con el control de la Caja en 1982 y hasta hoy. José Troteaga, de Belmonte, director general; Tarquino Fernández y Óscar Granda, subdirectores. Tarquino me visitó en Caracas en 1989 y me dijo que la Caja estudiaba un programa de expansión internacional para cuando liberalizaran el mercado. Entré en la Caja el 2 de mayo de 1990, pero ese año los mexicanos nacionalizaron la banca y no dejaban abrir oficinas de banca internacional por miedo a que entrasen en la privatización.

-Volvió a Avilés con la Caja llevando banca de empresas.

Durante siete años. Cuando entró Manuel Menéndez de presidente, fui de representante a México y allí estuve cinco años, con mucho volumen de clientes a partir del segundo año. Cuando mi hija cumplió 15 años, volví. No quería que creciese allí y se me casara con un mexicano, para no partir mi vida en dos países.

-Pero no quedó mucho.

A los tres meses me dijo el presidente que sería interesante que fuera a República Dominicana para asesorar de las inversiones posibles en España o Asturias y encontrar un representante nuevo. Durante dos años pasé veinte días en República Dominicana y diez en casa. Volví a Oviedo y la dirección me envió a Buenos Aires.

-¿Qué tal en Buenos Aires?

El sitio donde peor me encontré porque no hay seguridad comercial. Había llegado al acuerdo de estar cinco años y regresar jubilado, pero un antiguo delegado de Banco Atlántico me visitó en nombre de la Banca Privada de Andorra, en manos de andorranos y suizos.

-¿Le ficharon?

En 2005 me ofrecieron el triple de lo que cobraba en la Caja. Desde Andorra llevaba República Dominicana, Venezuela, Argentina, México, Honduras y Brasil. En 2007, con la llegada de la crisis, los suizos vendieron a los andorranos.

-¿Con quién siguió?

Con los suizos, mis amigos. Hicimos una banca de inversión con sede central en Nassau (Bahamas), donde pasé hasta el 4 de abril de 2011, que me jubilé.

-A descansar a Salinas.

A los tres meses entré en una depresión enorme. Mantengo la residencia en México porque desde 1997 a 2002 estuve allí con la Caja y tengo grandes amigos. A veces asesoro a unos y a otros y abro camino a ambos lados de la mar. Me satisface que alguien me pida que le presente a otro para hacer un negocio y que aún me abran la puerta. Eso y el rock and roll con "Los Linces" me salvan de quedar en casa viendo la tele o de pegarme un tiro.

-¿Notó diferencias de pasar de un banco a una caja?

Las noté cuando pasé a trabajar con los suizos, que son claros, puros y concisos. Te marcan tus objetivos en activo y pasivo y beneficios, en banca privada y al por mayor.

-¿Cuánto pueden ser?

Trescientos o cuatrocientos millones de dólares por país al año. Tenías costos de la oficina de representación, de los que no podías pasar: 400.000 dólares, por ejemplo. Si no llegabas, nadie te decía nada y era parte de tu bonus. En la española los objetivos se miraban mes a mes y se revisaban continuamente, lo que da más tensión. La tensión en Suiza es que, si no cumples, te vas fuera fulminantemente. En España, no. Cuando tenía 62 años en Zúrich me llamaban el "Último Mohicano" porque no quedaba nadie de esa edad.

-¿Ha comido con personas con las que no iría a heredar o no les presentaría a un ser querido?

Tuve cientos de clientes, sobre todo en Sudamérica. El chip me cambió a partir de Nassau, un mundo de supervivencia en el que cada poco sale un escándalo sonado. En los últimos años, los bancos ponen inconvenientes, pero sigue habiendo escándalos. A los jueces de los paraísos fiscales les da igual que les pidan los saldos de cuentas desde otros países, salvo en casos concretos y muy gordos de contrabando de armas, prostitución o drogas.

-¿Podrán desaparecer los paraísos fiscales?

Sería muy fácil eliminarlos por ley: les niegas la capacidad de transacción y ya está. Pero nadie quiere eliminar los paraísos y las restricciones son más de boca que reales.

-¿Qué tal dormía usted?

Siempre bien, ocho o nueve horas. Hice lo que creí bien hecho.

-¿Blanquear capitales?

Eso no lo hago, eso lo hacen los bancos. Ahora las leyes son más claras y no permiten más de 2.000 euros -o algo así, porque cambia continuamente- en efectivo. Antes comprabas un coche, pagabas 60.000 euros en efectivo a nombre de tal sociedad y la automovilística te estaba haciendo un blanqueo. Ahora es casi imposible blanquear, salvo en casinos o en putas. Ya ni se pasa el maletín por la frontera.

-¿Por qué dejó de ser el "Último Mohicano"?

Me querían llevar a Singapur y yo tenía mi vida en Bahamas y volvía a Asturias cada 20 o 25 días. Quería seguir tomando un cubata debajo de la palmera, fumar un buen puro y volver y tocar rock and roll, pero no empezar otra vez, aunque, después de 40 años, me siento delante de una persona y sé cuánto dinero puede tener y si se va a hacer cliente o no.

-¿Cambió México?

En los tres últimos años empieza a haber una clase media importante. Sigue habiendo una pobreza escalofriante, pero han hecho reformas fiscales muy buenas. Ahora México D. F. es menos peligroso.

-¿Fue un padre presente?

Soy muy familiar. Mi mujer dice que estoy tanto tiempo fuera de casa que, cuando vengo a casa, no me muevo. Mis hijos Iván y Miguel fundaron "Los Frenéticos", hicieron bastantes actuaciones y los ayudé. Luego se disolvieron y quedó Iván a la batería en "Tres Segundos", que grabaron un disco precioso, con composiciones propias.

-¿Qué tal siente que le ha tratado la vida?

Muy bien. Por detrás tuve a mis padres y, al lado, a mi mujer e hijos. Voy a cumplir 65 años, canso, dejaré los viajes y tocaré rock and roll cinco años más. Seguiré comiendo bien, controlando tensión y colesterol con paseos por Salinas y por Polanco (México).

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