Ángel Mato, profesor e historiador. Es autor de varios libros sobre el pasado de Ponga como “La sociedad rural del concejo de Ponga. Labradores, pastores, madereros y arrieros” o “El ferrocarril del Semeldón” y ha difundido el patrimonio cultural y natural de la zona en textos como “Guía del Alto Sella” y “El Sella, el río de la historia”. Mantiene el vínculo con el concejo desde la casa familiar de San Juan de Beleño y ha colaborado en numerosas publicaciones periodísticas relacionadas con la zona

Ángel Mato, historiador y profesor de raíces ponguetas, se adentra en uno de los desiertos demográficos más extremos de Asturias. Y llega justo hasta la raíz del problema o, como diría Vargas Llosa, al momento en que se nos jodió el Perú. Así lo cuenta:

CUANDO TODO SE TORCIÓ. “La decisión clave que, de alguna manera, condiciona todo el futuro del concejo de Ponga se tomó a mediados del siglo XIX, cuando se decidió abrir una carretera que conectase Ribadesella con Sahagún para dar entrada en Asturias al trigo y al vino castellanos y dar salida a las frutas, avellanas, nueces y maderas del oriente de Asturias. La salida natural más ventajosa era por el puerto de Ventaniella. Ya lo había previsto Jovellanos en sus estudios de las comunicaciones a través de la Cordillera, que concluyó que el paso natural era Ventaniella por la facilidad de acceso por esta ladera del río Sella frente a los otros existentes. Entonces, todas las cabeceras de los ríos recibían el mismo nombre, en este caso Sella, algo que confirman topónimos históricos, como, por ejemplo, Sellañu, y otros muchos en escrituras de fincas que colindaban con el río. Pero llega a Asturias un alemán de mente meticulosa como Guillermo Schultz, y al hacer el mapa topográfico y geológico de Asturias, no entiende que varios ríos se llamen Sella y quiere diferenciarlos planteando su longitud: ¿cuál es el más largo? Y como el más largo es el que pasa por Oseja de Sajambre, topónimo derivado de Sella, le otorga la exclusividad del nombre Sella. Al otro ramal paralelo que discurre por Ponga, le llama río Ponga, aunque en las escrituras ribereñas del siglo XVIII se decía “A orillas del río Sella...”

Cascada en el río Taranes y el edificio del Ayuntamiento de Ponga, en San Juan de Beleño. Julián Rus

“Cuando llega el liberalismo político con la libertad de comercio, se puso en marcha en 1840 un proyecto para convertir el Camino Real histórico de Ventaniella en carretera, que subía por Sellañu y Sobrefoz para cruzar hasta La Uña y llegar a Castilla. Era una sociedad privada la que impulsaba la ruta, pero no consiguió el capital suficiente. Más tarde interviene la iniciativa pública que decide abrir una carretera de Ribadesella a Sahagún por el río Sella, nombre que Schultz ya había otorgado al río de Oseja, una decisión que respaldó en Madrid Joaquín Díaz Caneja, ministro de Gracia y Justicia del gobierno de Isabel II y natural de Oseja de Sajambre”.

UNA BARBARIDAD DE CARRETERA. “Deciden hacer una carretera complicada y cara que tardan casi cincuenta años en rematar. Una barbaridad de carretera que sólo se puede abrir gracias a la dinamita porque hay que tajar 15 kilómetros de ruta por un macizo calcáreo absolutamente cerrado. Eso es un beyu, eso son los Beyos. En Ponga llamamos beyu a un paso que la peña cierra tanto, tanto, tanto… que ni el río encuentra salida. Por lo tanto, para meter la carretera por ahí hay que hacer un trazado excavado en la peña y rematado con frecuentes puente-túnel, un poco como las autovías actuales. En cambio, lo natural, la obra más barata y accesible era la salida por el río Ponga donde el desfiladero es mínimo, pues solamente se encuentra con una peña en Los Corredores de un kilómetro de longitud. Después, la subida a Ventaniella se hace a media ladera, suave, al lado del río, para coronar en un puerto amplio, llegar a Valdeburón y conectar rápidamente con la planicie que lleva hasta Riaño”.

Edificio del Ayuntamiento de Ponga, en San Juan de Beleño. Julián Rus

“Ahí es donde el futuro del valle del río Ponga se frustró. Todo el valle del río Ponga, que era donde estaba la población (Taranes, San Juan de Beleño, Sobrefoz, Sellañu) queda aislado. Desde aquí ya no se va a ningún sitio, somos el final de la red de comunicaciones, una ruta que no tiene más allá, el copo de la red. Y esto no pasa en casi ningún concejo de Asturias”.

SIN AUXILIO DEL EXTERIOR. “Por tanto, la primera razón de este declive total y absoluto es el aislamiento. Un aislamiento motivado por causas políticas externas en el siglo XIX y acentuado después en el XX porque las instituciones políticas asturianas nunca han intentado cambiar este destino. Cuando, después de muchas polémicas, se declara la zona Parque Natural, las rigideces del ecologismo caen como una losa sobre el concejo porque impiden el desarrollo de las comunicaciones. El ecologismo tiene una serie de argumentos que son muy válidos, pero hay otros que están relacionados con la zona rural y que hacen un daño absoluto a la cultura de los pueblos. No cuesta concretarlo ni especificarlo porque es evidente: no se pueden talar montes, ni entresacar los bosques y todo se está convirtiendo en monte bajo de matorral y de cotoyes, no en una masa arbórea como sería de desear; se protege a la fauna salvaje frente al animal doméstico, que es de lo que viven los ganaderos; se desarrollan campañas inútiles (el urogallo en Ponga ha desaparecido a pesar del dinero que se ha gastado en evitarlo); se restringen las reformas de las viviendas o de los caminos, para todo hay que pedir más permisos y hay más limitaciones; por no hablar del lobo y de sus consecuencias, porque el ataque de un lobo no se remedia pagando la res muerta, que son cientos y cientos, ya que la querencia y la seguridad del rebaño quedan marcadas para siempre… igual que si un hacker entra en tu ordenador, destruye un parte de tus archivos y altera todo tu disco duro, por poner un ejemplo que entenderá el ecologismo urbano”.

Una vista de San Juan de Beleño. Julián Rus

“Está claro, además, que cuando se declara la zona parque natural queda absolutamente descartada la posibilidad de abrir una carretera por un espacio protegido. Hasta se limita la posibilidad de arreglar los caminos porque se ha llegado a condenar a cárcel a la autoridad municipal por el arreglo de caminos, en concreto los de Ventaniella y Arcenorio que llevan a los mejores pastos del concejo”.

“El declive de Ponga, por tanto, es consecuencia del aislamiento inicial y después de una cadena de decisiones erróneas. El concejo carece de capacidad económica para diseñar sus propias actuaciones y se limita a una actuación defensiva: conservar los derechos que puede en relación con los caminos, los montes, los pastos o la caza, y mejorar los núcleos habitados dotándolos de servicios básicos. En este momento la conexión a internet es algo básico y sigue siendo deficiente en todo el concejo... Los territorios aislados y marginados requieren de una intervención externa de las instituciones y más aún en la sociedad actual que se decanta siempre a favor del débil, del que no se puede valer por sí mismo. El dinamismo ha de venir de fuera y le corresponde al Principado de Asturias hacer ese esfuerzo para frenar el declive de Ponga y dotar a la zona de mínimas perspectivas de futuro. Pero nunca miraron para Ponga. Institucionalmente, el Principado nunca se mojó”.

EL PARQUE Y LOS HÓRREOS, UN EJEMPLO. “Cuando se pone en marcha el parque natural, la primera intervención que se hace es la construcción de una pasarela para sillas de ruedas en Les Bedules. Es uno de los sitios más guapos de Asturias con los prados, los invernales, muy cerca las majadas y al fondo los Picos de Europa. Ahí se construyó una pasarela de madera que tiene unos 200 metros de longitud y medio metro de altura con barandillas. Está hecha para que los visitantes disfruten de unas vistas que se tenían también desde el camino que discurre al lado de la misma, eso sí una vez arreglado y allanado. Esa pasarela generó en los vecinos una decepción total, al ver que la primera inversión del parque natural era una pasarela de madera, de una madera foránea ya que aquí no se puede talar, mientras que los elementos autóctonos de cierta valía, como pueden ser los hórreos beyuscos, unos hórreos pequeños y peculiares con su cubierta a dos aguas, caían año tras año sin que ninguna ayuda oficial se acordara de ellos. A día de hoy, la degradación de ese patrimonio de la arquitectura popular asturiana permanece ante la indiferencia de todas las instituciones que deberían preocuparse de ello”.

Un hórreo beyusco (tejado dos aguas) en San Ignacio de los Beyos. Julián Rus

LOS INDICADORES Y LAS ALTERNATIVAS. “El caso de los hórreos beyuscos es un ejemplo. No es lo más importante. Lo importante es que todas las variables de la Asturias vaciada se multiplican en Ponga. Todas: una demografía hundida ya desde hace cincuenta años, pues una vez que se produjo la salida migratoria hacia Alemania y Bélgica no hubo ningún tipo de retorno. El umbral demográfico de recuperación se perdió hace ya 20 o 30 años. Los demógrafos afirmaban que era imposible la progresión con esos índices tan altos de envejecimiento y de masculinidad. A día de hoy tampoco hay ninguna actuación que favorezca la natalidad o que proteja a las familias que residen en el concejo, sobre todo en materia de vivienda social, dándose casos de salidas a otros lugares de familias ponguetas con menores por carencia de casas.

“En cuanto a las posibilidades económicas del concejo todo parece estar en caída libre. El sector forestal, por ejemplo, contó entre 1922 y 1932 con una explotación en El Semeldón que fue una de las más modernas de Europa y la más avanzada de España en esos años con un teleférico y un tren maderero. Ahora vemos cómo el bosque se reproduce sin entresacas ni limpieza alguna, con alto riesgo en caso de incendio, que el monte bajo se está comiendo los pastizales de los comunales y los praos de los particulares… No hay actuaciones de tipo forestal, uno de los ingresos importantes de los pueblos en otras épocas. El ecologismo dominante es tajante y la huella de la acción humana que delimita praos, cuestas, invernales y pastos de altura está desapareciendo ante la invasión de los felechos y les cotoyes”.

“La ganadería es residual. Lo que quiere la gente que queda es jubilarse y abandonar el ganado. Y los que siguen están golpeados por el precio de la carne –ya no hay leche– y por el lobo. El tema del lobo para los ponguetos es verdaderamente importante. Es clave. Resulta increíble leer noticias como la reciente de un lobo paseándose por la carretera por Santillán, en Amieva. Los derivados de la ganadería también desaparecen y en el concejo casi no hay productores queso beyusco, un queso autóctono que llegó a tener más de una decena de productores hasta hace pocos años. Las causas son variadas pero lo que está claro es que la caída no afecta a un sector sino al conjunto del concejo, ya que es una bola de nieve que aumenta al descender”.

LOS VECINOS ASPIRADORES. “Lo que te queda es el factor turismo. Pero resulta que tú tienes al lado un concejo, como Cangas de Onís, que actúa de aspirador, que lo coge y lo devora todo. En el fondo, el turista romántico, amante de verdad de la naturaleza, es un uno o un dos por ciento. Son los montañeros que vienen a la cordillera y quieren estar solos disfrutando del paisaje. El resto se mueve por criterios publicitarios y acude a visitar los sitios ya conocidos y de los que les han hablado. Quieren ir a lugares donde haya gente, donde haya turismo, quieren ver a más gente como ellos. Como dicen algunos conocidos: ¿cómo voy a ir yo a Ponga, aunque sea muy bonito, sin ir a los Picos? Yo no puedo volver a Sevilla sin subir a los Lagos o hacer el Cares... En ese sentido Cangas de Onís es un aspirador, lo coge todo, al igual que Cabrales, Ribadesella y no te digo Llanes, espacios con unos atractivos turísticos tan completos que no hay competencia posible. Quizás la opción turística que nos queda por defender, el aspecto positivo que tiene el concejo de Ponga, es plantear que el auténtico paraíso natural está allí: un espacio sin intervención humana, sin intervención de la administración, solamente fauna salvaje y fauna doméstica. El último reducto del paraíso natural está en Ponga”.

FALTÓ UN RELATO. “¿Por qué Ponga no se convirtió en Somiedo? Somiedo consiguió el oso. Aunque no vayas a ver el oso, la imagen de Somiedo ya se asocia a la del oso. Otros, como Teverga, se colocaron al lado del oso y tiraron de la Senda del Oso. Amieva jugó la baza de arrimarse a los Picos. Pero ¿qué baza ha jugado Ponga? Ponga no se ha podido arrimar a nadie porque está en el final del copo de la red de comunicaciones. Porque desde aquí no se pasa a ningún lugar. Si hubiera una carretera con Castilla y si la gente pasara por esa carretera, quedaría encantada con este territorio. Los únicos que vienen, como digo, es ese uno por ciento de turistas románticos amantes del monte. Y encima algunos son algo despectivos con el paisanaje. En teoría, no, pero en la práctica sí, porque si no paras en el chigre a tomarte una cerveza donde has disfrutado de un día magnífico en plena naturaleza a tomarte y no te interesa ver al paisanaje que vive allí… es que no te interesa quien cuida y conserva ese espacio maravilloso. Hay un montón de montañeros que conocen muy bien el concejo, pero no pararon nunca en los chigres… y no conocen a nadie de allí”.

EL MEJOR PAISAJE DEL MUNDO. “Y eso que, desde el punto de vista paisajístico no hay otro lugar como Ponga. Porque, además, yo mantengo la teoría de que los Picos son más guapos desde fuera, desde la distancia. Los Picos desde dentro son un espacio lunático, donde domina la caliza grisácea y hay poca vegetación, es un paisaje que sorprende, que te domina, que te aplana. En cambio, en Ponga, la variedad de formas y de colores apasiona, con una superposición escalonada de praderías, encima el bosque, más arriba la roca y rematando el azul del cielo, esas líneas de colores que embriagaban a Piñole, eso lo hay en muy pocos sitios de España, con esa limpieza y esa claridad. Y eso es lo que tenemos en Ponga, reservado para un pequeño grupo de privilegiados, aunque a algunos nos gustaría compartirlo”.