o es concebible una Europa vigorosa con una Francia decaída. Es una ley que hay que tener en cuenta a la hora de valorar la victoria de Sarkozy. Si esa victoria contribuye a mejorar la autoestima de los franceses no será mala para Europa. De su primer discurso hay que destacar esta frase: Francia está de vuelta en Europa. Aunque Sarkozy sea heredero legítimo del alma chovinista de Francia, tampoco hay que abandonar la esperanza de que sea capaz de hacer grande a su país devolviéndole el liderazgo en la construcción de Europa. Cuando un político alcanza la máxima cima a la que puede aspirar, experimenta muchas veces una transformación que le lleva a trabajar pensando en la historia con mayúsculas. En Francia siempre ronda, en ese trance, lo mejor del fantasma de Bonaparte. La esperanza, para los europeos, es que Sarkozy quiera dejar la oruga y aspire a volar alto.