Oviedo

«El arte rupestre se resiste a ser fotografiado. Primero hay que observarlo, entenderlo, proponerse registrarlo y trabajar la técnica fotográfica», explicó ayer Matilde Múzquiz, coautora del del libro «Arte paleolítico de Asturias. Ocho santuarios subterráneos», editado por Cajastur, presentado ayer. El volumen, con una tirada de 7.000 ejemplares, «es, ante todo, un catálogo de pintura, excepcional porque en él se hace real una exposición imposible: la del arte rupestre paleolítico asturiano», según Pedro Saura, uno de los fotógrafos arqueológicos más prestigiosos de España y autor de las 260 fotografías que aparecen en el libro, que hizo ayudado por Begoña Millán. Prologadas por Rodrigo de Balbín Behrmann y acompañadas de textos e ilustraciones realizadas por el propio Saura, las imágenes recorren las cuevas de La Peña de Candamo, La Lluera, Les Pedroses, Tito Bustillo, La Covaciella, Llonín, La Loja y El Pindal.

Por las peculiares condiciones de luz y humedad de los yacimientos, algunas de estas fotos requirieron «jornadas enteras de trabajo» hasta captar la magia de las cuevas. Porque, como apuntó Múzquiz, «cada representación pictórica del Paleolítico es una pintura al fresco que nunca ha terminado de secarse». «Hemos registrado un trabajo de excelencia que hicieron otros hombres hace miles de años, que crearon una riqueza de la que seguimos beneficiándonos. Somos responsables de su cuidado, pero también deseamos conocerlo y admirarlo», concluyó la experta.