Oviedo, Europa Press

El centro penitenciario de Villabona cuenta con 189 presos internos en tercer grado, de los cuales 33 están controlados desde sus casas por pulseras o tobilleras electrónicas.

En los últimos seis meses, los presos de la cárcel asturiana pasaron de ser 159 en situación de tercer grado a 189, mientras que los internos en posesión de pulsera aumentaron de 27 a 33. De los 189 reclusos que se encuentran en el tercer grado, 120 están en el módulo del centro de inserción social y 69 se encuentra realizando labores fuera de la prisión, dentro de la unidad terapéutica exterior.

Para acceder al programa de libertad con la pulsera de control telemático el interno debe disponer en su domicilio de una línea de teléfono convencional. A esta línea telefónica se conecta un módem, que es el que recibe la señal de un transmisor que el preso debe llevar en todo momento. El equipo detecta la señal cuando el interno está cerca, en un radio de 25 a 50 metros, que se delimita según el tipo de vivienda.

Estos reclusos, que duermen fuera de la prisión, están sometidos a un chip que los vigila en todo momento y que fue implantado por Instituciones Penitenciarias en el último trimestre de 2001. El módem que está instalado en el domicilio los controla para que estén en casa desde las 22.00 hasta las 8.00 horas. Las pulseras se colocan a los presos que están disfrutando del permiso de tercer grado y a punto de cumplir su condena, además de mostrar buen comportamiento.

El sistema sitúa en todo momento sobre un callejero o un mapa al interno, que es supervisado 24 horas al día por un funcionario a través de un monitor. El vigilante, además, puede comunicarse a través de mensajes cortos escritos con el preso en el caso de que haya cualquier incidente. La pulsera permite igualmente establecer «zonas de exclusión» a las que los violadores no podrán acercarse sin que salte la alarma, tales como colegios, residencias de víctimas de agresiones sexuales y cualquier otro lugar que establezcan los responsables del programa.

Desde Instituciones Penitenciarias aseguran que el objetivo de las pulseras es alcanzar «la adecuación entre la efectividad de la pena y la inserción».