Oviedo, Idoya RONZÓN

El fiscal especial antidroga de Asturias, José Perals, aseguró ayer que los traficantes detenidos en la «operación Pirrichi» escondían tras de sí un importante entramado de blanqueo de capitales que pudo poner en circulación legal al menos 600.000 euros obtenidos de la venta de heroína. Siete de los veintinueve acusados lo están únicamente por este delito, el blanqueo, «una importante ramificación» del negocio del tráfico de drogas «que hay que perseguir y condenar», según Perals. El grupo desarticulado en la «Pirrichi» fue considerado por la Policía como el mayor de Asturias en cuanto a distribución de heroína. Sus miembros, la mayoría familiares que actuaban a distintas escalas, vendían la droga en la zona central de Asturias, principalmente Langreo.

Durante la sesión de ayer, y tras un mes de juicio, el fiscal expuso durante más de dos horas sus conclusiones definitivas, en las que modificó su calificación inicial para dieciocho de los acusados: para quince de ellos, los que reconocieron su culpabilidad en la primera jornada de la vista, disminuyó su petición de condena, que situó entre los 2 y los 9 años de prisión. En total, 73 años. Para Mario y Tío Agustín, dos de los principales proveedores, decidió aumentarla, a la vista de las pruebas practicadas en la vista. Además, retiró la acusación para una de las procesadas, para la que pedía inicialmente 4 años de cárcel y multa de 300.000 euros por un delito de blanqueo de capitales.

José Perals sostiene que los acusados «dieron salida» a parte del dinero de la heroína con la compra de al menos ocho vehículos, una casa, un piso y un chalé, los tres inmuebles ubicados en León. A todo esto, cuyo valor suma ya 490.000 euros, hay que añadir también un elevado número de electrodomésticos de alta gama encontrados en una de las viviendas, un aparato de rayos UVA y varias joyas, que no están cuantificados. El chalé tenía también en su parcela una piscina que costó 23.400 euros y que fue pagada en metálico con dinero del tráfico de estupefacientes, según el fiscal. Además de todos estos bienes, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se incautaron de droga por valor de más de 300.000 euros.

Fue una de las grandes batallas del fiscal desde el inicio del juicio. Los acusados se esforzaron desde el comienzo de la vista en demostrar la licitud de las compras realizadas -los coches, el piso, el chalé...-, pero José Perals fue tajante ante el tribunal: «Lo blanqueado -dijo- no son los bienes en sí, es el dinero con el que se adquirieron, que se incorporó al circuito lícito de la vida financiera española». El fiscal aseguró que existe «multitud de pruebas indirectas» contra esta actividad, «mucho más difícil de demostrar que el tráfico de drogas en sí», y que en la mayor parte de los casos se tradujo en un incremento inusual del patrimonio de los imputados. En concreto, Perals sostiene que los acusados por blanqueo permitieron que se pusieran a su nombre bienes comprados con dinero del tráfico de drogas, daba igual el lugar de España donde se encontraran, para esquivar así posibles embargos por orden judicial.

Las dos primeras detenciones por la «Pirrichi» se produjeron el 14 de marzo de 2005, en la estación de autobuses de Oviedo. Días antes, los agentes habían tenido conocimiento de que dos de los acusados habían viajado a Madrid para comprar heroína. Así, la Policía arrestó a la pareja cuando descendía de un Alsa procedente de la capital y recogían su equipaje. Dentro del mismo se encontraron cuatro paquetes de medio kilo de heroína cada uno, que fueron valorados en 159.000 euros.

A partir de ahí, de investigaciones, «pinchazos» telefónicos y seguimientos cayó el resto del grupo. En total se realizaron quince registros en domicilios de Oviedo, Gijón, Langreo, León y La Coruña, con más de cincuenta millones de las antiguas pesetas aprehendidos en cocaína y heroína. Además, se decomisaron joyas, dinero, armas (cuatro de los acusados lo están también por su tenencia ilícita) y medio kilo de ácido bórico para «cortar» droga.