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Pero incluso antes de que en la segunda quincena de abril, o a comienzos de mayo, se produjeran chispazos por toda España como el de Gijón -descontado el levantamiento madrileño-, en la Junta del Principado ya se habían escuchado voces de preocupación sobre los pasos de Napoleón.

El día 31 de marzo de 1808, en una reunión de la diputación de la Junta -órgano que se reunía y operaba a lo largo de los tres años en los que la institución no se congregaba como Junta General-, el procurador general, Gregorio Jove y Valdés, ya comunica su inquietudes.

«Gregorio Jove, que después sería alcalde de Gijón, durante el Trienio Liberal, o Constitucional, era un noble, un hidalgo inquieto, activo, que va a luchar en la propia Guerra de la Independencia, en 1809, en el puente de Peñaflor. Era de Grado, pero tenía mucha vinculación con Gijón», comenta Francisco Carantoña.

Siendo procurador general del Principado, antes de que se eligiera a Flórez Estrada, «tuvo una primera intervención en la Diputación del Principado, después del motín de Aranjuez, en la que planteaba lo extraño y humillante para España que era la presencia de tropas francesas ocupando las ciudades españolas», agrega Carantoña, quien añade que «era un primer toque de atención que demostraba cómo en Asturias existía realmente una sensación de cierto miedo, o de cierta prevención ante la actuación de las tropas de Napoleón».

Lo que se veía venir desde finales de marzo, «que Napoleón no se estaba comportando realmente como un aliado, sino que había indicios amenazadores», causará motines populares por toda España, aunque «con características distintas», señala el historiador gijonés.

«El de Burgos, el 18 de abril, fue el primero donde hubo muertos. En esa ciudad había guarnición francesa y los militares habían interceptado un correo que iba de Madrid a Vitoria, donde estaba el rey. Cuando la población se entera de ello, hubo protestas y los franceses dispararon contra los manifestantes, con el resultado de tres muertos y numerosos heridos», relata Francisco Carantoña.

A partir de ese momento, el almirante Murat «ordena ya que se mantenga el orden en toda España a toda costa». Sin embargo, «el 20 de mayo se va a producir en Madrid otro motín a causa de unos panfletos similares a los del día 5 de mayo, en Gijón, que los franceses iban a mandar a una imprenta».