Oviedo, Alejandro ÁLVAREZ

La llegada de la primavera ha devuelto el orden meteorológico a Asturias. Las fuertes lluvias caídas en el último tercio del mes de marzo y durante todo abril han paliado en buena medida la situación de sequía que arrastraba la región desde el otoño, y han situado las reservas de agua de los embalses, que se encontraban por debajo de la curva de riesgo, por encima del 90 por ciento de su capacidad.

Las precipitaciones de los primeros cuatro meses del año suman un total de 284,2 litros por metro cuadrado, una cifra un 20 por ciento por debajo de la media de los últimos años, de 356 litros.

El mes de enero fue, en general, un mes cálido y muy seco. Se registró una media de lluvias de 39,5 litros por metro cuadrado, lo que representa un déficit del 54 por ciento respecto del valor normal, de 87,9 litros.

Febrero resultó seco, soleado y muy cálido. Los pluviómetros recogieron tan sólo 28,3 litros por metro cuadrado, frente a los 83,9 de media. Para encontrar un índice de precipitaciones tan bajo como el de este mes habría que rebuscar entre los veranos más secos del último cuarto de siglo, y ni aun así.

La llegada de marzo invirtió esa tendencia y permitió que los pluviómetros alcanzaran los 126,7 litros, una cifra muy superior a los 79 litros de media de ese mismo período en años anteriores. Y eso a pesar de que una parte del mes resultó especialmente seca. Durante los primeros veinte días los puntos de recogida sólo fueron capaces de captar 35,2 litros. Fue en el tramo final, coincidiendo con la celebración de la Semana Santa, cuando hicieron acto de presencia las primeras lluvias.

Abril, aunque no resultó un mes especialmente lluvioso, sumó 89,7 litros, 15,5 por debajo de lo habitual.

La situación de sequía se había venido produciendo desde el otoño, uno de los más secos que se recuerdan desde hace lustros. Hasta la demoledora cifra del mes febrero, el caso más espectacular había sido el de diciembre, mes en el que en Oviedo se registraron solamente 30,6 litros por metro cuadrado, tres veces menos que la media de los últimos treinta años, situada en 96,8 litros.