El secretario del PNV, Iñigo Urkullu, plantea como objetivo un «encaje amable» de Euskadi en España. El envoltorio del producto cambia cada cierto tiempo, pero al final se trata de lo mismo. ¿Un «encaje amable»? En el fondo el Euskadi nacionalista, e incluso abertzale, necesita de modo desesperado de España, para afirmarse, para existir, como fe de vida de pueblo en lucha. El encaje amable no existe, es imposible. El nacionalismo vasco, moderado o radical, no tiene sentido sin un opresor del que liberarse, sin una dependencia de la que independizarse. Los vascos no nacionalistas (la mitad) y los españoles del resto de España deberán hacerse a esa idea: habrá problema vasco para siempre, pues esa problematicidad es, en el fondo, la principal seña de identidad. Llevémoslo con paciencia, resignación y, si las bombas dejan, buen humor. Ése es el «encaje amable» posible.