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l A casa, por el tejado. Otra «travesura» que se repite en distintas variantes es la de la irrupción de los osos en cabañas o cuadras en busca, presumiblemente, de comida.

Una de las anécdotas más conocidas en este sentido es la de la entrada de un ejemplar en una cabaña en la zona de Valle de Lago, en el año 1986. El oso destrozó el tejado de la construcción para acceder a su interior, y la Consejería de Agricultura de la época pagó a su propietario 20.000 pesetas de las de entonces en compensación por los daños.

Episodios parecidos se han dado en las cuadras y cabañas de otros pueblos de la zona occidental, a las que el oso intenta entrar atraído por la presencia de alimento.

Son sólo algunas anécdotas de entre las decenas de historias que circulan por las zonas rurales y que prueban, según los expertos, que los animales siempre han estado en relación con los hombres y que los hombres siempre han sabido lo que es defender sus propiedades de sus andanzas.