En apariencia, tras la guerra abierta en el PP hay una disputa política de fondo. Para unos no habría modo de organizar una mayoría de derechas en España sin el nacionalismo moderado, con el que hay clara sintonía ideológica, y al que hay que respetar. Para otros el nacionalismo moderado está contaminado de separatismo, con cuanto esto significa en el caso vasco. La cuestión en debate sería, así, el grado de fortaleza con que unos y otros defienden la unidad de España. Sin embargo cabe pensar que esta disputa es un pretexto, aunque aparente y ampuloso. En 1996 Aznar gana las elecciones y da un giro radical hacia los nacionalistas para formar su mayoría. ¿Alguien duda de que hoy el PP volvería a actuar igual? Lo que defiende la oposición a Rajoy, en el fondo, es la ortodoxia del devocionario; luego ya habrá ocasión de pecar. La apelación a los principios suele ir siempre de lo mismo.