«Vale más hacer y arrepentirse que no hacer y arrepentirse». Esta máxima de Maquiavelo o algo parecido debió de pasar por la cabeza de Javier Fernández, secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA), cuando decidió, fracasadas las negociaciones con Izquierda Unida (IU), lanzarse a la piscina y encomendar a Vicente Álvarez Areces que gobernase en solitario.

Oviedo, Juan A. ARDURA

Eso sucedió a finales de junio de 2007. Un mes antes, el 27 de mayo, se habían celebrado las elecciones autonómicas. El martes hará un año. Luego, bastó poco más de un mes de conversaciones estériles entre los antiguos socios -el PSOE e IU gobernaron aliados entre 2000 y 2004- para propiciar un nuevo escenario. Con un Gobierno sin mayoría absoluta ni una alianza sólida que lo reforzase, llegaba el momento de hacer política en el Parlamento, Pleno a Pleno. Así ha sido. No ha sido el denostado «Gobierno cameral» contra el que alertaba el portavoz socialista, Fernando Lastra, pero poco menos.

Del 27-M a hoy, el panorama político asturiano ha sido escenario de decisiones, votaciones y situaciones de lo más audaces, aunque sólo sea por el atrevimiento que han supuesto respecto a las dos legislaturas precedentes. En el último año, más que nunca, la política se ha convertido, en Asturias, en el arte de lo posible que preconizara Leibniz, con el Presupuesto, el Estatuto y la concertación como episodios principales. Ha habido votaciones para todos los gustos. En trío (unanimidad) o con extrañas parejas: PSOE con PP o también PP con IU.

Hechos cantan. La coalición de izquierdas y un partido de centro-derecha unieron sus votos para tumbar los primeros Presupuestos socialistas . Y eso que sindicatos y, sobre todo, empresarios pedían la aprobación en aras del supuesto interés general. La proximidad de otra importante cita electoral, las generales de marzo, tampoco fue ajena al debate político. Todos los partidos vieron con buenos ojos posponer otra negociación importante para el futuro de Asturias, la de la reforma del Estatuto, hasta que pasara el 9-M.

El debate sobre el estado de la región, en octubre, ya dejó entrever que la negociación de los Presupuestos de 2008 era el plato fuerte del primer curso político de la legislatura y que la búsqueda de aliados iba a ser una constante. «Es la hora de la política. Aquí, ahora, estamos en el escenario ideal para hacer política», reivindicó, y asumió, el portavoz del PSOE, Fernando Lastra.

Aunque las votaciones conjuntas de PP e IU puedan ser vistas como algo contra natura y resulten difíciles de explicar a los militantes de uno y otro partido, ambas fuerzas enviaron un mensaje al Gobierno en el mismo debate de investidura cuando unieron sus fuerzas para rechazar el embalse de Caleao, uno de los principales motivos de tensión entre PSOE e IU. La unión, aquel 4 de octubre, era el aviso de que ni al PP ni a IU se le caerían los anillos por votar conjuntamente contra el Gobierno socialista.

Pero es preciso insistir en Leibniz: la política es el arte de lo posible. Así que en los últimos doce meses también ha habido acercamientos no menos audaces entre el Gobierno y el PP, con la reforma del Estatuto y el visto bueno al pago del cheque bebé y las ayudas para ordenadores como exponentes más claros de que la máxima del filósofo da mucho de sí tres siglos después. Tanto que los pasillos y la cafetería de la Junta compiten con los reservados de algunos restaurantes de postín como escenarios de ofertas, regateos y pactos.

Los políticos asturianos hacen lecturas bien diferentes . «Ha sido un año de claroscuros», diagnostica Lastra. «Si alguien pensaba que una derrota en los Presupuestos iba a afectar a nuestra capacidad de gobierno, se equivocaba».

Para el líder del PP, Ovidio Sánchez, las autonómicas «dieron lugar a un nuevo mapa político, casi un empate entre PSOE y PP, del que salió un Gobierno en minoría, que pierde votaciones en la cámara todas las semanas».

Jesús Iglesias destaca el «bajo perfil político» del actual Gobierno que «se ha traducido», mantiene, «en una mayor debilidad, con conflictos como el de sanidad, en el que el Consejero, con quien compartimos la necesidad de una reforma a fondo en el sector, ha abierto muchos frentes y no ha conseguido el objetivo de una mejora en la calidad».

Con los congresos del PSOE y del PP para junio y julio, la asignatura pendiente del otoño será el Presupuesto de 2009. Tras la experiencia de este año, queda por saber si el PSOE intentará repetir con la misma pareja de baile, sus antiguos socios de Gobierno, o, por el contrario, centrará sus esfuerzos en llegar a acuerdos con el PP. La experiencia, por ahora positiva en la negociación del Estatuto, puede ser, como decía el prefecto de la célebre «Casablanca», «el principio de una buena amistad».