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La llegada de Furaco, un macho de oso pardo de 302 kilos y entre 12 y 14 años, ha causado un revuelo sin precedentes en el cercado de Santo Adriano. Quien más quien menos conoce el proyecto para la reproducción de «Paca» y «Tola», y la maniobra ha adquirido tintes entre simpáticos y subidos de tono, con chistes asociados y con las osas vigiladas día y noche por los veterinarios, por si se produce el esperado momento de la cópula.

El plan para la procreación ha suscitado también el interés político. Y es que fotografiarse al lado de «Paca» y «Tola» también da puntos. Quedan para la historia las declaraciones de Miguel Ángel Revilla, el presidente de Cantabria, sobre las «prestaciones» de «Furaco», que, según él, «no trae la pólvora mojada».

Los fotógrafos han captado cientos de imágenes desde todos los ángulos imaginables de la construcción de un nuevo cercado para el apareamiento, de la llegada de «Furaco», de los primeros días del oso en Proaza. También, del primer contacto visual entre las hembras y el macho, de la primera toma de contacto entre los animales en el mismo recinto, de los primeros olisqueos y las primeras señales de un posible celo, y hasta de las carreras de las osas asustadas por la presencia de un macho de su misma especie deseoso de entablar buenas relaciones.

El experimento no ha hecho más que empezar, y las evoluciones de los plantígrados seguirán siendo vigiladas, a la espera de que la naturaleza haga su trabajo. Pero pase lo que pase, las dos osas seguirán viviendo en un régimen de semilibertad controlada y en un recinto vallado, y su descendencia, si llega, seguirá posiblemente su mismo destino en el cercado de Santo Adriano.

«Paca» y «Tola» seguirán siendo las protagonistas de una historia que comenzó con una muerte, la de su madre, y que continuará, si todo sale bien, con un nacimiento, el de sus cachorros. Principio y final de telenovela.

Para los puristas, tanta atención a «Paca» y «Tola» no es más que puro espectáculo, carente de interés ecológico real. Pero no todos son de la misma opinión. Porque, de una u otra manera, la biografía de ambas osas es un capítulo más de la lucha por la conservación de la especie. La historia vital de «Paca» y «Tola» ha incentivado una conciencia proteccionista. No es extraño: son, ya, dos más de la familia.