En la noche de anteayer se celebró el Festival de Eurovisión, y ayer, en Madrid, el «día del orgullo friki». Son coincidencias a tener en cuenta. El gusto friki es por lo raro, lo impropio de la edad, lo que los mayores llaman inmaduro, y el friki es el rarito o rarita. ¿Es Chikilicuatre un friki, con su diseño de cómic y tañendo esa guitarra de juguete? ¿O lo es más, a su pesar, José Luis Uribarri, desmontando en vivo y en directo -¡a sus años!- la trama infumable de Eurovisión? Tampoco se sabe si es más rancia la Europa que quiere ser transgresora, con un seudopunk de plástico y consumo, o la que pretende ser sublime, con esas glaucas baladas germánicas o baltoeslavas. La pareja imposible, el friki conyugal Chikilicuatre-Uribarri, ha sido una pella en plena cara, ¡y encima cosechan 55 votos! La España de Zapatero, tan poco de fiar, felizmente sigue dando la nota.