Decir que el recién fallecido Sydney Pollack ha sido un director de películas de amor puede chocar, pero no dejaría de ser verdad. Bastará con que nos paremos en dos de sus grandes filmes, «Memorias de África» y «Yakuza», que en apariencia no tienen mucho que ver. Sin embargo ambos, además de contar unas historias fenomenales, tienen un núcleo de calor que es el que al final deja marca en el cerebro, y hace del relato un simple fundente. Ese núcleo, tan claro en «Memorias de África», es en «Yakuza» la relación entre dos tipos duros (Robert Mitchun y Takakura Ken), una amistad cuya temperatura va subiendo a lo largo del filme, hasta volverse insoportable al final y meternos en el cuerpo todo su calor. «Yakuza» está considerada un gran thriller, y desde luego lo es, pero lo que hace inolvidable al filme, y para siempre a su director, es la intensidad de la historia de amor que lleva dentro.