Laviana, Lucía CORTINA

Sergio Sánchez Collantes (Gijón, 1979) fue uno de los historiadores que la pasada semana participó en el curso de extensión universitaria «Alimentación y sociedad», celebrado en Pola de Laviana. Su labor en el seminario fue la de hablar a los alumnos de la importancia de los banquetes como reuniones políticas entre los afines a la República.

-¿Dónde radica la trascendencia de los banquetes republicanos?

-Constituían mucho más que un acto de sociabilidad. Su función era la de cohesionar al grupo y servir para robustecer la fe en un credo común. Los banquetes eran un auténtico acto de poder, y aunque comenzaron en el siglo XIX se mantuvieron durante el XX con idéntica función.

-¿Quiénes se reunían en torno a la mesa?

-Los banquetes republicanos congregaban a gente de distintas clases sociales, a ricos y a pobres alrededor de una misma mesa y sin ningún tipo de discriminación. Era un acto de representación en el que, quienes compartían cubierto, se reconocían entre sí como iguales. También hubo otros de carácter más selecto en los que, por ejemplo, tras el nombramiento de un diputado, éste compartía mesa con otros personajes notables del lugar donde había logrado ese puesto.

-¿Este último aspecto no contradice en cierta medida la ideología republicana?

-No, porque ambos tipos de banquetes no eran incompatibles. Por ejemplo, un diputado se podía reunir a cenar con las bases para establecer contacto con los militantes, mientras que ese mismo día se había reunido previamente para almorzar con aquellos con cierta influencia que habían beneficiado su victoria en las elecciones, como un gesto de agradecimiento.

-En su investigación, ¿ha hallado algún banquete destacado en Asturias?

-Las noticias recogen que en Oviedo se reunieron unas 300 personas en la década de los ochenta del siglo XIX para celebrar un triunfo electoral. En aquellos años de la primera República a Oviedo le correspondían muchos concejales Era una cultura política con mucho peso. En Gijón solían celebrarse muchos en torno al 11 de febrero, para conmemorar la proclamación de la primera República del año 1873. En ambos casos, su función era la misma. Y como se reunía tanta gente, eran consideradas una amenaza por parte de las fuerzas opuestas.

-¿Había algún plato que fuera especialmente característico de estos actos de encuentro?

-En Gijón se impuso durante muchos años la moda de comer paella en la celebración del 11 de febrero. Y quienes tenían menos posibles celebraban lo que llamaban «tés democráticos». No es frecuente que las noticias aparecidas en la prensa de aquellos años recojan el menú, tan sólo en aquellos de carácter más selecto a los que acudían muy pocos comensales.

-¿Existía un protocolo en la celebración de los banquetes republicanos?

-Siempre se seguía un orden determinado en cuanto a los actos organizados en estas reuniones. Comenzaban con «La Marsellesa» o «El himno de Riego» y, a continuación, el presidente daba un breve discurso al que seguía el desarrollo del banquete. Una vez finalizado, se realizaban los brindis que siempre se acababan convirtiendo en tribuna de discursos políticos.

-¿Hubo algún caso en que los representantes de las ideologías contrarias trataran de frustrarlos?

-Entre los años 1875 y 1881 estuvieron prohibidos, lo que no significó que no se celebrasen. Normalmente, los banquetes clandestinos tenían como sede las casas particulares y se celebraban en familia. Lo curioso de esto era que hubo casos fuera de Asturias en los que el presidente del partido en una determinada ciudad llegó a reunir en su casa hasta un centenar de personas. Sin embargo, no tenían el mismo impacto y se trataba de que no fueran anunciados públicamente. Solía ser frecuente que en las inmediaciones donde se estaba celebrando un banquete hubiera guardias vestidos de paisano vigilándolo e incluso destacamentos de soldados.

-Y en el exilio, ¿los afines a la República también se reunían en torno a una mesa?

-Sí, y era muy frecuente en Francia. Durante el XX, la colonia de emigrados en París solía reunirse con frecuencia. Primero, lo hacían para conmemorar el 11 de febrero. Después, comenzó a adquirir más peso el 14 de abril, fecha en la que en 1931 se proclamó la segunda República, ya que este hecho les era más cercano. Los que estaban exiliados en Francia también solían festejar el 14 de julio el aniversario de la Toma de la Bastilla.

-¿Tiene constancia de algún personaje destacado que tomara parte en ellos?

-Uno de los participantes solía ser José Maldonado, el último presidente de la República en el exilio y que era de Tineo. También acudía Sánchez Albornoz.

-¿Eran muy distintos los banquetes republicanos de los que organizaban los masones?

-Algunos republicanos eran masones, y viceversa. Entre los banquetes estrictamente masónicos sí que había diferencias que tenían como origen el hecho de que la masonería se regía por una serie de ritos y reglamentos muy particulares. Solían celebrar sus banquetes en los solsticios de verano e invierno. Otra de sus normas era que quien pensara pronunciar un discurso o efectuar un brindis, tendría que avisar con cierta antelación. También era muy rígido el turno de intervención en el transcurso de estas celebraciones. En cuanto a los locales elegidos, solían hacerlo en el de la correspondiente logia, a diferencia de los republicanos, que los celebraban en múltiples enclaves. Además, los masones llevaban su indumentaria característica.

-¿Los de la actualidad mantienen la esencia que los que se celebraban hace décadas?

-Hoy tienen otro significado y, además, aquí no existe una tradición del banquete tan fuerte como la de Francia. Suelen organizarse para celebrar el 14 de abril. En los últimos cinco años, han proliferado los movimientos en favor de la proclamación de la tercera República, con la celebración de manifestaciones tras las que cada grupo suele celebrar una comida de confraternización. Esto suele ser muy frecuente en Gijón.

«En Gijón se comían paellas, y quienes tenían menos posibles organizaban los "tés democráticos"»

Sergio Sánchez Collantes nació en Gijón en el año 1979. Tras licenciarse en Historia en la Universidad de Oviedo, realizó los cursos de Doctorado y en septiembre de 2004 presentó su trabajo de investigación, titulado «El republicanismo en Gijón entre 1875 y 1890». Este estudio se materializó en un libro que vio la luz en junio de 2007. En la actualidad, Sergio Sánchez, que finalizó recientemente una beca de investigación FPU (Formación Profesional Universitaria), trabaja en su tesis, que dedicará al movimiento republicano en Asturias durante el siglo XIX.