Gijón, J. MORÁN

Día 10 de octubre de 1934, en Gijón: «El general Caridad no se entera de nada». Día 14, en Oviedo: «Doy cuenta al general López Ochoa del peligro de dejar sin reconocer y vigilar el Hospital, y me dice que no admite sugerencias de nadie».

Ambas frases, muy significativas, pertenecen al diario que el entonces teniente coronel Juan Yagüe Blanco redactó acerca de su intervención en la Revolución de Asturias de octubre de 1934. Era «un castellano vehemente», reconoce en el presente su hija, María Eugenia Yagüe Martínez Campo, de 74 años, que custodia en Burgos el archivo de su padre, el militar que se sublevó junto a Franco en julio de 1936 y que dos años antes había sido destinado al frente de las tropas africanas para reprimir la sublevación de la comuna asturiana.

El archivo del general Yagüe ha permanecido inédito hasta el presente, después de casi cincuenta años de reposo en arcones guardados en su casa natal de San Leonardo (Soria), y tras un pleito entre sus hijos que el pasado marzo se decantó a favor de María Eugenia Yagüe. Dicho archivo inédito -más de 20.000 cartas y cientos de documentos o planos- pudo ser consultado hace unos días por LA NUEVA ESPAÑA. Los documentos referidos a octubre del 34, ya digitalizados o transcritos por su hija, equivalen a unos 300 folios de material e incluyen el citado diario -escrito en un cuaderno dietario de la época- o las órdenes diarias recibidas del Ministerio de la Guerra.

Otro grupo de documentos y cartas se agrupa en torno al procesamiento militar iniciado en noviembre de 1934 por el general Eduardo López Ochoa contra Juan Yagüe. El homenaje que Oviedo le rinde al militar soriano en febrero de 1935 será objeto, asimismo, de variada correspondencia, ya que Ochoa impide a Yagüe asistir al acto.

Dentro de la singularidad histórica de la Revolución asturiana y de su amplia repercusión nacional e internacional, la tensión entre el general Ochoa y el teniente coronel Yagüe constituye un episodio particular y apasionante que el archivo del segundo contribuye a precisar.

Por otra parte, el citado diario manuscrito y el repertorio de órdenes cotidianas arrojan también precisión cronológica, casi hora a hora, sobre el aplacamiento de la Revolución, de la que este año se cumple el 75.º aniversario. Y en tercer lugar, el archivo Yagüe ofrece, según el historiador Luis Eugenio Togores, «la visión del jefe de las columnas africanas que operan en Asturias, un testigo y actor privilegiado, así como el juicio sobre los sucesos asturianos por parte de sus compañeros militares, algunos funcionarios del Ministerio de la Guerra de la República». Togores elabora en el presente una biografía del general Yagüe que previsiblemente verá la luz a finales de este año.

Pero antes de que el «vehemente» Yagüe -por otro lado, «el mejor táctico del Ejército», indica Togores- llegue a la escena, lo que había sucedido en Asturias era que los anarquistas de la CNT, más la UGT y la Federación Socialista Asturiana (FSA) habían tejido una alianza obrera (la UHP) alentada intensamente por el diario «Avance» y su director, Javier Bueno. La UHP, a la que se suman la Izquierda Comunista o el Partido Comunista, será la plataforma que asimila totalmente las invectivas del socialista Francisco Largo Caballero contra la «República burguesa», que debía ser reconvertida en República revolucionaria y socialista.

En la misma Asturias se producirán hechos que estimulan a las izquierdas. El 8 de septiembre de 1934, Gil Robles reúne en Covadonga a 5.000 militantes en un acto de la Juventud de Acción Popular (JAP- CEDA). La reacción obrera será una huelga contra la que consideran como conjura fascista. Y el 4 de octubre, Gil Robles logra derribar al Gobierno de Samper y colocar a cuatro de sus hombres en el nuevo Gabinete de Alejandro Lerroux. Era el detonante definitivo. Con dinamita y armas acopiadas durante meses, y con suficientes planes organizativos, la Revolución de Asturias estalla el día 5 de octubre. Los revolucionarios controlan las cuencas mineras y avanzan sobre Oviedo. El mismo día 5, Barcelona entra en huelga y se produce un intento de segregación nacionalista de Cataluña. También se registran sucesos violentos en Valencia, el País Vasco y Madrid, pero nada iguala a lo que está sucediendo en Asturias. Y el día 7 de octubre, el general Domingo Batet deja bajo control a Barcelona y a Lluis Companys, presidente de la Generalitat.

Sin embargo, en Asturias la revolución y los mineros había tomado casi toda la región y en Oviedo se proclama la República Socialista Asturiana. La reacción del Gobierno de la República consiste en que los generales Goded y Franco son llamados al Estado Mayor de Madrid para dirigir la contraofensiva. Ambos recomiendan conducir hacia Asturias a la Legión -o Tercio de Extranjeros- y a los Regulares de Marruecos, también denominadas fuerzas regulares indígenas de Melilla. «Una de las cosas que más llamaron la atención fue el empleo del Tercio de Legionarios y de los Regulares», señala el historiador Javier Rodríguez Muñoz, director del Club Prensa de LA NUEVA ESPAÑA y autor del volumen sobre la Revolución de 1934 que este periódico comienza a entregar mañana. «Era la primera vez que eran traídos a la Península a sofocar un movimiento revolucionario, ya que eran fuerzas creadas para actuar en África. La actuación de algunos de estos cuerpos en Asturias dejó bastante que desear», agrega Rodríguez Muñoz.

Y al frente de dichas fuerzas africanas será destinado Yagüe, que en aquel octubre de 1934 se hallaba retirado en su localidad natal de San Leonardo. «Estaba en situación de disponible forzoso, sin destino y con la mitad del sueldo», explica Luis Eugenio Togores. Los motivos de tal retiro eran varios: «Tenía una salud delicada y algunos problemas de familia; también quería atender asuntos particulares, pero, sobre todo, mantenía discrepancias con la República y con la ley Azaña», agrega Togores.

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