Oviedo, R. L. MURIAS

Koldo Osoro, Éibar (1964). Presidente del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida), el instituto asturiano que investiga y trabaja en la mejora y desarrollo de las áreas agrofrutícola, ganadera y biotecnológica, es decir, buscando más y mejores alternativas al campo y la ganadería. Veterinario de profesión, ahora desarrolla en el Principado sus investigaciones y proyectos, tras una dilatada experiencia en otros países y regiones. Aquí se ha marcado cuatro objetivos básicos: la manzana de sidra, la producción lechera, la faba y la cría de ganado. Tres cuestiones que preocupan a los asturianos y que son la base de parte de la economía de la región.

-Tiempos difíciles para el sector lechero, no se puede competir en precios con las importaciones, ¿qué recurso le queda al productor asturiano para sobrevivir a esta crisis?

-Asturias siempre se ha destacado por su calidad láctea y esto se debe a los modelos de producción y es ahí donde se puede competir con otros productos, el problema es que en los últimos tiempos se ha optado por la producción intensiva y el ganadero debería basarse más en productos propios. El uso de fertilizantes es muy caro, y la alimentación con piensos le hace dependiente, hay que buscar modelos que dependan menos de la alimentación externa, así la calidad está garantizada y el productor reduce costes. Hay que cambiar el «chip».

-Un poco difícil acostumbrarse ahora...

-Pues hay que hacerlo, hay que gestionar y reorganizar los recursos, lo que no es lógico es que haya miles de hectáreas infrautilizadas. Las ayudas estuvieron bien en su día, pero han provocado que el ganadero se haya despreocupado de la eficiencia de su explotación. Muchos tienen ganado sólo por las subvenciones.

-Algunos han abandonado la producción lechera y se han dedicado a la carne, ¿es una alternativa rentable hoy en día?

-Si el mercado de la leche está mal, el de la carne está peor, por la misma razón. Hay muchas zonas de montaña que servirían para la producción de carne y otros pequeños rumiantes, pero no se están aprovechando. Hay 220.000 hectáreas llenándose de maleza esperando a que alguien las paste. Si no aprovechamos los recursos el coste de producción se dispara y, además, no se mantiene la biodiversidad del paisaje, por eso estamos trabajando en proyectos que integran a las especies animales en el territorio. Hay que conseguir una mejor carne a menos coste, y eso se hace utilizando mejor los recursos naturales.

-Los sellos de calidad, las marcas, las denominaciones de origen, ¿han conseguido los objetivos propuestos?

-Son muy importantes, el consumidor debería valorar más la calidad de lo que compra porque ha pasado unos controles muy rigurosos que garantizan su máxima calidad. Es necesario regular los productos, pero hay que reforzar los canales de comercialización. En la sidra, por ejemplo, se ha conseguido la denominación de origen y esto ha servido para dar un fuerte empujón al mercado, pero no podemos relajarnos, tenemos 21 variedades catalogadas, pero nuestra intención es buscar más.

-Los animales ya no están en los montes, ¿qué incidencia tiene esta situación en la propagación de los incendios?

-Tiene un impacto importante, la maleza está cada vez más cerca de los pueblos y de las casas. La presencia de los animales en la zona de montaña es uno de los factores que previenen la propagación del fuego. Si hay pasto, la maleza es menor.

-Usted cree que el campo tiene futuro?, ¿cómo se convence a un joven para que se quede en su pueblo a ganarse la vida?

-Me gustaría que el campo llevase pareja una mejora social y económica para que el que se quedase a vivir en él pudiese hacerlo dignamente. Se ha mejorado mucho, pero queda mucho más por hacer, a veces no nos damos cuenta que la presencia del campo es vital para esta región. No hay relevo generacional y la mujer ha optado por otras opciones, pocos quieren quedarse. Hay que apostar por el mantenimiento de las explotaciones y valorar la opción de integrar a los inmigrantes a estas actividades, es una buena idea para frenar el despoblamiento en la zona rural.

-Mantiene la esperanza de cambiar el «chip» al ganadero asturiano y al productor de carne y en algunos lugares lo han conseguido.

-Tenemos proyectos en varias zonas de Asturias, en Quirós, en Illano, en Villaviciosa, en La Mata. Hemos buscado extensiones amplias y hemos introducido animales allí para que el ganadero compruebe el resultado de la utilización de los recursos naturales. Cuando el productor ve los resultados se da cuenta de que hay otra manera de gestionar: más rentable y más beneficiosa para él. Estamos satisfechos con los resultados y muchos productores han tomado buena nota y lo están poniendo en práctica, el esfuerzo merece la pena.

-¿Usted confía en el futuro del campo?

-Mucha gente infravaloró las actividades agrarias, agrícolas y el pastoreo y las trató desde el desprecio. Ahora se dan cuenta de que estaban equivocados, el campo es la base del desarrollo y del equilibrio, la primera piedra para que el resto funcione.

«Los ganaderos tienen que cambiar el "chip" para rentabilizar al máximo sus explotaciones»

«En Asturias hay 220.000 hectáreas abandonadas, llenándose de maleza y esperando a que alguien las paste»

Realizó su tesis doctoral en el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (La Coruña).

Veterinario titular (1978-1983), en la comarca sanitaria del Goiherri alto.

En 1988 se incorpora al Centro de Experimentación Agraria del Principado de Asturias (actual Serida) y se responsabiliza del programa de investigación en producción de carne.

Director del Serida desde mayo de este año.