Oviedo, María TORAÑO

¿Se podría elaborar una lista con los asturianos fusilados, represaliados y desaparecidos durante la Guerra Civil? A esta tarea se dedica, con tesón y constancia casi diaria, la Asociación «Todos los Nombres» de Asturias, que ya cuenta clasificados en su base de datos con unos 20.000 individuos fallecidos durante la contienda. Su presidente, Luis Miguel Cuervo, lleva más de diez años dedicando sus esfuerzos a bucear en archivos, intentando completar con cada hallazgo el rompecabezas de la memoria.

-¿Cómo arranca la idea de constituir la asociación?

-Empecé por mi cuenta en 1997, pero la idea de juntarnos surgió de una serie de investigadores que nos encontrábamos de archivo en archivo. Constituimos un grupo para poner en común las diferentes experiencias de cada uno y el siguiente paso fue solicitar a través de internet que la gente enviase consultas sobre sus desaparecidos. Nos vimos desbordados y en 2007 constituimos legalmente la asociación.

-¿Cuántas personas tienen registradas actualmente en su base de datos?

-Hay un goteo constante de información y ya llegamos a los 20.000 registros. Es un trabajo de años, que ahora realizan sobre todo voluntarios que van cogiendo experiencia con la búsqueda.

-¿Cuáles son sus fuentes principales de consulta?

-En primer lugar, los registros civiles de los ayuntamientos y, después, los archivos históricos, como el de Asturias. También está el archivo del Ferrol, donde se guardan los registros de los consejos de guerra en los que fueron juzgados más de 4.000 asturianos. El registro militar de Ávila y el de Perpignan en Francia también son muy importantes.

-Diferentes colectivos han denunciado recientemente ante el Gobierno que la actual ley de Memoria Histórica es una copia de una orden de Franco de 1940. ¿Cómo ven desde su asociación esta ley?

-Somos muy críticos porque consideramos que tiene muchas carencias. En un primer momento suscitó un debate muy positivo para que la gente hablase del tema, pero hay que seguir peleando para mejorarla y lograr su desarrollo. Deja las exhumaciones en manos de las asociaciones civiles o de iniciativas familiares, cuando debería ser una labor del Estado. Los crímenes contra la Humanidad no prescriben nunca; los jueces deberían investigar las fosas comunes.

-¿En Asturias hay muchas fosas comunes localizadas?

-Sí, pero aquí tenemos un problema gravísimo con la conservación del ADN, por el clima. Hace dos años se sacaron 16 cuerpos de unas fosas de El Acebo que no se pudieron identificar porque las muestras estaban muy deterioradas. Hay que estar muy seguro antes de abrir una fosa porque después no puedes volver a enterrarlos ahí. En las pequeñas fosas se puede saber perfectamente quiénes están, porque la familia las tiene localizadas desde siempre. Pero, por ejemplo, la de La Mata en Grado contiene 500 cuerpos y sólo se conoce el nombre de unos 30 o 40, ¿qué pasa con el resto?

-¿Qué otras actividades realizan desde la asociación?

-En febrero de este año hicimos un congreso de siete días titulado «La memoria de los nietos», con exposiciones, conferencias y mesas redondas. También colaboramos con el Ayuntamiento de Gijón para asesorar en las solicitudes de búsqueda o de pensiones.

-¿También buscan a los «niños de la guerra»?

-Por supuesto. Tenemos registrados dos casos bastante llamativos. Uno de esos es el registrado en el orfanato de Villapedre, donde entre 1937 y 1939 murieron unos 200 menores de 7 años y suponemos que se debió a adopciones ilegales. El otro caso es el de la cárcel de mujeres de Saturrarán de Motrico (Guipúzcoa), donde llegó a haber unas 300 mujeres asturianas presas a la vez y en 1939 se notificó la muerte de al menos 45 bebés de menos de un mes.

-¿Qué objetivos se plantean desde su asociación para el futuro?

-Queremos una ley de Memoria Histórica regional que complete la nacional, y sobre todo pedimos que se otorgue una protección total para las fosas, que deberían pasar a Patrimonio, igual que los castros romanos. Además, los ayuntamientos tendrían que comprometerse a mantenerlas adecentadas, ya que muchas veces parecen auténticos basureros.

De archivo en archivo

Luis Miguel Cuervo nació en 1961 en el concejo de Ribera de Arriba, y desde los 10 años vive en Gijón, donde trabaja como técnico de mantenimiento en Arcelor. En 1997 comenzó su periplo de archivo en archivo a la búsqueda de alguna pista para ubicar los restos del abuelo materno, del que sabían que se había ido a Francia exiliado y que le tocó combatir en la II Guerra Mundial, durante la que murió. A base de recorrer cementerios franceses, sin tener ni idea del idioma, terminó encontrándolo en la región de Castres. Para entonces, su archivo personal ya contaba con 9.000 nombres, porque durante las horas de investigación en los archivos tomó la costumbre de ir anotándolo todo, no sólo lo que atañía a su familia. Cada uno de esos casos pequeños, individuales, sumados uno a uno con los de otros investigadores han dado lugar a una base de datos importantísima que sigue creciendo cada día.

«En Asturias tenemos un problema gravísimo de conservación del ADN de los enterrados debido al clima»

«La ley de Memoria Histórica tiene muchas carencias, hay que seguir peleando para mejorarla»

«En la fosa de La Mata, en Grado, hay 500 cuerpos y se conoce el nombre de unos 30 o 40, ¿qué pasa con el resto?»