Oviedo, E. P.

La aerolínea Air Europa ensaya ya el nuevo protocolo pactado por las compañías y AENA para aterrizar en el aeropuerto de Asturias usando el sistema antiniebla en condiciones de visibilidad nula, algo que ahora no se venía realizando y principal causa de la suspensión de vuelos en Santiago del Monte.

El ente estatal Aeropuertos y Navegación Aérea (AENA) ha convencido a las compañías que operan en Santiago del Monte, con la única reticencia de Iberia, para que ensayen el aterrizaje en esas condiciones con vistas a activar la categoría III de un sistema que sólo se emplea como máximo en nivel II desde que fue degradado en marzo de 2007 por las dudas de las compañías sobre su seguridad.

Según fuentes de Air Europa, sus pilotos realizan desde principios de este mes las primeras pruebas, una de las cuales consiste en lanzar una falsa baliza en vuelo para simular un aterrizaje desde menos altura. Mientras, Easyjet ha confirmado ya la incorporación de sus técnicos al grupo de trabajo que ha configurado AENA y las reticencias las sigue poniendo Iberia. Esta compañía, que opera casi la mitad de los vuelos del aeropuerto, es la única que sólo utiliza el sistema en su nivel más bajo -ni siquiera llega al II como las demás- y la que ha puesto más pegas a la propuesta de reactivar el nivel máximo del dispositivo. El motivo de su resistencia está en que el planteamiento de AENA exige adiestrar a los pilotos para cambiar el protocolo de toma de decisiones. Iberia considera que el reciclaje conlleva un elevado coste.

Restaurar el nivel III del ILS (Instrumental Landing System, por sus siglas en inglés) necesita el visto bueno de la Dirección General de Aviación Civil, aunque cada compañía tiene potestad para decidir en qué grado aterriza. Por el momento, AENA, las aerolíneas y el Colegio de Pilotos acordaron redactar conjuntamente un estudio de seguridad una vez realizadas pruebas de vuelo para validar sus operaciones en la categoría máxima del sistema.

El objetivo de AENA es reducir las cancelaciones e incrementar así la rentabilidad del aeropuerto, aunque para ello deben salir bien estas pruebas para salvar los problemas que genera la orografía. Las oscilaciones del terreno hacen que los aviones reciban la señal de que se encuentran a 60 metros de altura (la distancia a la que se comprueban los sistemas de aterrizaje) siete segundos antes de tomar tierra, y no quince, como ocurre en superficies llanas. En esos siete segundos, sería imposible abortar la maniobra si surgiese algún contratiempo.