La Granda (Gozón),

Amaya P. GIÓN

Elías Velasco, vicepresidente del Consejo Mundial de la Energía (CME), concibe el modelo energético ideal como una especie de tarta a repartir. Este mierense, director general de Unión Fenosa, dividiría la tarta energética española en cuatro trozos, aunque no todos serían del mismo tamaño: un quinto del pastel para el carbón y el mismo trozo para la energía nuclear, mientras que las dos terceras partes restantes las saborearían las renovables y el gas. Velasco expuso esta tesis en uno de los cursos de verano de La Granda.

-¿Qué se le pasa por la cabeza cuando comprueba su factura de la luz?

-Que es muy barata, que tiene un coste prácticamente insignificante para el beneficio que produce. ¿Cuánto paga usted?

-Pues me acaba de pillar.

-A eso voy. Mis amigos desconocen cuánto pagan de luz, pero no dudan ni un segundo si les pregunto sobre la factura del teléfono móvil.

-¿A dónde quiere llegar?

-A que la sociedad española está electrificada. ¿Acaso alguien se plantea qué pasaría si no tuviese luz?

-¿Cuáles son los efectos de la coyuntura económica actual en el sector energético?

-Son muchos y cada vez más importantes. Están disminuyendo las inversiones en infraestructuras para poder mantener la oferta de cara al futuro. El balance energético anterior a la crisis, y estoy hablando de principios de 2008, reflejaba un claro déficit de generación y de transporte eléctrico. Hoy da la impresión de que esta necesidad ha desaparecido, pero no: está latente.

-¿Consecuencias?

-La retracción de las inversiones puede provocar que cuando se recupere la actividad económica, suponemos que en un par de años, puede haber una volatilidad importante de los precios del petróleo y del gas. El déficit estructural persiste. Se ha interrumpido la necesidad de unas inversiones energéticas. Hay más de 1.500 millones de personas que no tienen acceso a energía comercial. La única forma de resolverlo es creando infraestructuras.

-¿Qué pasará si el pastel energético no se reparte como usted plantea?

-El principal riesgo es que seremos menos competitivos y el coste eléctrico será mayor. Si aumentamos el porcentaje de renovables -el 42 por ciento es una de las políticas que está sobre la mesa- el coste de la energía será superior. Si se superan esos porcentajes, se disparará el coste.

-¿Cómo reducir la elevada dependencia exterior en materia energética?

-La seguridad de aprovisionamiento no es tan importante y no hay riesgo en este sentido. El riesgo está orientado al coste. España tiene un buen sistema en materia de generación, pero el escenario es complicado ante la indeterminación de soluciones por el cambio climático y la inestabilidad y volatilidad del petróleo. Como aquí no tenemos recursos propios, salvo los renovables, lo prudente es diversificar y mantener una estructura equilibrada entre el 20 y el 30 por ciento de todas las energías. Hay que tener abiertos todos los frentes.

-¿Entre ellos la opción nuclear, que cuenta con tantos detractores?

-España tiene un organismo especializado, el Consejo de Seguridad Nuclear, con amplios conocimientos y experiencia. Tenemos un buen referente. No hay que ser más papistas que el Papa. Los mensajes del Consejo hay que tenerlos muy cuenta. La energía nuclear es muy competitiva.

-¿Qué opina entonces del debate político que se generó en torno a la central de Garoña?

-Fue positivo porque hubo debate nacional sobre lo nuclear al tener posiciones encontradas los dos partidos mayoritarios. Lo que eché de menos es que no se insistiera más en los aspectos técnicos y económicos que contenía el informe. El debate se centró en los planteamientos políticos de los partidos.

-Usted ha dicho que «el cambio climático está diagnosticado pero no tiene terapia de tratamiento», ¿para qué sirvió el plan de Kioto?

-Kioto fue el despertar intelectual del problema. Lo que era un tema de expertos es hoy popular, todo el mundo habla ya de ese plan y su filosofía. Pero Kioto tuvo lagunas, como no incluir en el acuerdo a los países productores o confiar demasiado en el mercado. Además, no le dio la importancia adecuada al desarrollo tecnológico y a la transferencia de tecnología. El diagnóstico está ahora claro. Hoy se sabe cuál es la posición de todos los países en este asunto. Eso sí, la terapia será muy difícil.

-Y la posición de Estados Unidos será fundamental...

-La vinculación cuantitativa y cualitativa de la Administración norteamericana es muy importante. Aparte del efecto que tiene cada paso de los Estados Unidos a nivel mundial, es el país que más CO2 produce del mundo. La conferencia internacional sobre el cambio climático que se celebrará en Copenhague en diciembre será la prueba para conocer su compromiso.

-De vuelta al precio de la luz, saltaron chispas con las grandes empresas consumidoras (entre ellas Arcelor, Alcoa y Asturiana de Zinc) con la supresión de la tarifa bonificada, la G4.

-Las tarifas deben reflejar los costes reales. Si hay precios especiales por una política industrial (para favorecer la localización o para un período transitorio, como una crisis), las primas o subvenciones tienen que formar parte de los presupuestos del Estado, tienen que conocerse y debatirse. Hoy ya no cabe el sistema anterior donde había tarifas especiales sostenidas en el tiempo. Hay que ir hacia tarifas de costes reales.

-¿Un mensaje a aquellos que se oponen a las líneas de alta tensión, como ocurre con Lada-Velilla o Soto-Penagos?

-Los nuevos tendidos son necesarios. Las instalaciones producen impacto ambiental, pero hoy día los proyectos se analizan muchísimo para que sean compatibles con el entorno. La falta de energía comercial a precios razonables supone un mayor perjuicio que el impacto de la propia infraestructura en sí.

«Hoy ya no cabe el sistema de tarifas especiales, como las de las grandes compañías consumidoras. Hay que ir hacia tarifas de costes reales»

Elías Velasco (Mieres, 1939) es vicepresidente del Consejo Mundial de la Energía y consejero director general de Unión Fenosa. Este ingeniero de Minas, además, preside las firmas Segas, Nueva Generadora del Sur y la planta regasificadora de Sagunto. Es consejero de Sogama S. A., de la Compañía Española de Industrias Electroquímicas y de Soluziona. Entre sus aficiones se encuentran la lectura, los viajes, jugar al golf, el fútbol y los largos paseos.