Oviedo, Cecilia SÁNCHEZ

Tener menos de 16 años en Asturias no parece problema para poder adquirir y consumir alcohol con facilidad, pese a que la ley prohíbe. LA NUEVA ESPAÑA lo ha comprobado con la ayuda Alberto P. y Juan S., nombres ficticios que corresponden a dos muchachos de 15 y 16 años respectivamente. Los jóvenes consiguieron reunir sin problemas 9 litros de alcohol de diversa graduación en una hora y diez minutos, después de visitar cuatro supermercados ubicados en zonas céntricas de Oviedo. Entre las bebidas hay vino, cerveza, ron, ginebra y whisky. Sumándoles los refrescos «para mezclar» y unos vasos de plástico, el total de la compra sumó en torno a los 30 euros, por lo que no sólo es fácil comprar la bebida, sino que la borrachera puede salir muy barata.

En la actualidad, Asturias es la comunidad autónoma que se muestra más permisiva en lo que se refiere al consumo y venta de alcohol a menores. Es la única región en la que se pueden adquirir bebidas alcohólicas a partir de los 16 años. José Perals, fiscal antidroga en Asturias, reclamó recientemente una reforma en la ley actual, que data de 1990, para que se suba el umbral de venta y consumo a los 18 y la normativa asturiana quede homogeneizada con el resto de España.

Pero aunque la venta está prohibida a menores de 16 años, en la realidad encuentran pocas trabas. LA NUEVA ESPAÑA lo comprobó y el resultado fue que, en tres de los cuatro supermercados visitados, pudieron comprar alcohol sin que les pidieran el DNI o pusieran objeción alguna. La experiencia de estos jóvenes, que contaron con autorización paterna para participar en este reportaje, arrancó el viernes pasado a las 18.30 horas de la tarde, a las puertas del Auditorio ovetense. Juan y Alberto entran en un supermercado del barrio y se pasan varios minutos decidiendo qué van a comprar. Finalmente, cogen dos litros de vino y una botella de coca-cola para hacer «calimocho». Los jóvenes se ponen a discutir qué bebida de la vitrina podrían coger para «acompañar» y uno de los dependientes se ofrece amablemente a sacar una botella de ron Negrita, que entrega a Alberto. Ya en caja, se les pide el DNI y Juan S., que sí tiene 16, enseña el suyo. Es el único sitio donde les piden identificación.

Se dirigen a la siguiente parada, en la zona de Llamaquique, conocidísima por ser durante años escenario de numerosos «botellones». Juan señala una furgoneta de la Policía Municipal aparcada en las cercanías. Hay un par de miembros del cuerpo por la zona, «están para vigilar que no haya gente bebiendo en la calle», aclara.

Ya en el supermercado, Alberto, de 15 años, agarra dos «litronas» de cerveza y va directamente a caja, donde las paga y se va con tranquilidad. Nadie le ha dicho nada, ni siquiera tiene que utilizar la excusa que llevaba preparada: «Déjame comprarlo, que sólo me faltan dos meses para cumplir 16». Este supermercado en concreto es uno de los «puntos calientes» de la venta de bebidas alcohólicas a gente de todas las edades. Minutos antes de ejecutar la «operación», el menor confesaba su nerviosismo: «¿Qué pasa si me pillan y tengo que dejarlo allí? Dios, qué vergüenza voy a pasar».

A continuación prueban en otro supermercado cercano donde los chavales saben que la compra puede ser fácil. Para esta ocasión, modifican su estrategia: Juan y Alberto entran por separado y fingen no conocerse. Alberto entra primero y se interesa por una botella de ginebra. Pide a una de las dependientas que le abra la vitrina para sacarla, y la chica accede. Una vez en caja, le cobra con normalidad. Cuando ese adolescente de 15 años sale del supermercado, se muestra sorprendido de que no le hubieran pedido el DNI: «¡Si compré una botella de ginebra!». Por su parte, Juan compra otros dos «tretrabricks» de vino y un refresco de naranja sin tener que identificarse. Después de salir del establecimiento, Juan cuenta que en una ocasión les pidieron el DNI a él y sus amigos después de haber hecho toda la compra: «Se olvidaron de pedírnoslo mientras comprábamos y lo hicieron cuando ya estábamos yendo a la puerta». Como tenían 16 años pudieron llevarse toda la compra.

La última parada es en una calle cercana del centro de Oviedo. Juan sugiere ir a un establecimiento que tiene fama de ser especialmente estricto en lo que se refiere a la venta de alcohol a menores. De hecho, en ese supermercado está prohibida la venta a quienes no tengan la mayoría de edad, los 18 años. Así consta incluso en un letrero ubicado en las cajas de venta al público, si bien hay que aclarar que dicho indicador está tapado parcialmente por varios artículos a la venta de un estante que está justo debajo de la inscripción. A los pocos minutos, Juan sale con una botella de whisky. En este caso, tampoco ha tenido que enseñar su DNI. De nada sirvieron las prohibiciones. Son las 19.40 de la tarde, y los menores han conseguido hacerse con un botín alcohólicos. De todo lo que recolectaron, por supuesto, no bebieron ni una gota.

Desde las 18.30 horas hasta las 19.40 horas, los menores participantes en este reportaje consiguieron acumular todo el alcohol que se ve en la imagen: cuatro litros de vino, dos botellas de litro de cerveza, una botella de ginebra, otra de ron y una de whisky. En total, alrededor de 9 litros de alcohol con bebidas de diversa graduación con las que se pueden hacer «calimochos», cubalibres u otras combinaciones. De los cuatro supermercados que visitaron para hacer las compras, todos en zonas céntricas de Oviedo, sólo les pidieron el carné en uno.