Zapatero no quiere que nadie perturbe su tranquilidad durante sus vacaciones en Lanzarote, y está dispuesto a usar casi cualquier medio para lograrlo. Así lo demostró hace unos días cuando se vio sorprendido, practicando footing, por un fotógrafo del periódico «La Provincia» de Las Palmas, del mismo grupo editorial de LA NUEVA ESPAÑA. Enfundado en sus mallas y con un correr «feo de tiempo», que diría el crítico taurino, no dudó en azuzar a los miembros de su equipo de seguridad, que cercaron al fotógrafo y le arrebataron parte del material gráfico. ¿La razón? Puede que no le guste que le vean corriendo así, con los brazos tan encogidos y los puños cerrados, como si sufriera que contaba Johan Cruyff. O puede, también, que prefiera guardar su figura para evitar comparaciones con la tableta de chocolate de Aznar.

La cosa no quedó ahí. La Guardia Civil llegó a registrar la habitación de hotel de la enviada especial de «La Provincia», la periodista asturiana Natalia Vaquero, que, obviamente, había alquilado frente a la residencia que ocupa el Presidente para hacer mejor su trabajo. El servicio de seguridad de Zapatero sabía de su presencia incluso antes de que ésta se produjera, ya que como confirmó la dirección del hotel investigaron al titular de la reserva desde que conocieron que se había interesado por una habitación que diera a la finca que ocupaba Zapatero. De hecho, cuando la periodista llegó al hotel ya fue interrogada por la Guardia Civil. Lo que parece un poco exagerado es que, tras identificarla y descartado cualquier riesgo terrorista, los agentes activaran el servicio de seguridad cada vez que la periodista se asomaba al balcón, llegando a registrar su habitación, algo que no se hizo con otros clientes. ¿Qué escondía ZP para romper su filosofía de libertad, talante y democracia? ¿Fiestas con «velinas» al estilo Berlusconi?. No, la verdad, no parece su estilo. Pese a lo que pueda pensarse viendo sus maneras prepotentes, el estilo de Zapatero recuerda en ocasiones al que definió Alfonso Guerra, el de «Bambi», la ingenuidad, como cuando creyó la tregua de ETA o que Esquerra no le pasaría factura. ¿Cómo puede pensar el Presidente que hacer footing en Lanzarote o alquilar casa frente a un hotel puede resultar discreto? Todo el mundo sabe que a «El valle de la tranquilidad», allí en Lanzarote, le sobran, para hacer honor a su nombre, muchos, muchos autobuses de turistas.

l Quienes no creo que quedaran tranquilos son los autores del cartel del 73 Descenso Internacional del Sella. «Piragüas», rezaba. Demasiado peso el de la diéresis, tanto como para echar a pique la embarcación. Para rematar, unos signos de admiración enormes precediendo la primera estrofa del himno de Asturias que en lugar de continuar con los correspondientes puntos suspensivos, deja al lector con la duda de lo que significarán tres guiones (---) consecutivos. Vamos, que nuestra fiesta deportiva más internacional no habría pasado el examen de Lázaro Carreter, que lo habría usado para lanzar su afilados dardos.