El Día de Asturias de 2009 nos sitúa en el ecuador de una legislatura, la séptima, que estará marcada, sin duda, por la crisis financiera y económica internacional que, de forma inevitable, nos afecta en el contexto de un mercado que es global. La evolución de los parámetros económicos, el análisis de las fortalezas y las debilidades del sistema, la puesta en marcha de medidas que eviten su desplome han formado parte de la agenda diaria de analistas, medios de comunicación..., han ocupado nuestro día a día y están en el centro de las preocupaciones de toda la sociedad.

El último año ha sido un período singular en el que las administraciones públicas se han convertido en protagonistas a la hora de impulsar medidas que contribuyan a paliar la situación y los efectos de la crisis en el empleo, medidas que han permitido fomentar la obra pública, que han contribuido a sostener el sistema productivo y financiero; medidas que buscan la protección de aquellos que han perdido su trabajo. Porque si algo hemos aprendido con la crisis, además de comprobar que nuestro sistema económico no era tan robusto como algunos presumían, es la necesidad de disponer de más Estado, porque un Estado sólido aporta certidumbre y seguridad, nos proporciona estabilidad y es la garantía para el ejercicio de nuestros derechos.

La crisis nos ha situado frente a las debilidades de un sistema que, más allá de sus teóricas bondades, demuestra su falta de solidez, es injusto socialmente, se apoya en un consumo desmesurado y es insostenible medioambientalmente.

Esta crisis nos enfrenta a la urgencia de tomar decisiones que propicien el cambio estructural de nuestro modelo económico y productivo para convertirlo en un modelo más sólido, más justo, más sostenible (...).

Disponemos de medios para hacerlo. Después de casi treinta años de experiencia autonómica sabemos lo que significa la autonomía y el papel que desde las instituciones de autogobierno debemos desempeñar, pero sabemos también que no estamos solos, que el autogobierno, que el importante proceso descentralizador vivido por nuestro país en estas tres décadas, no se conjuga en primera persona del singular ni se contradice con el necesario papel del Estado.

Además, formamos parte de Europa, un espacio clave en la era de la globalización. Un espacio no sólo económico, sino político, y es precisamente esta vertiente, la política, la que menos hemos sido capaces de desarrollar y, además, debemos reconocer que no hemos sido capaces de interesar suficientemente a los ciudadanos acerca de su trascendencia.

En este contexto las medidas que adoptemos han de ser un ejemplo de coordinación, porque los ciudadanos nos exigen, más que nunca, unidad y colaboración entre partidos, entre administraciones, entre instituciones y con los agentes sociales y económicos, para hacer frente a la crisis (...).

Me he referido anteriormente al Estatuto de Autonomía como una herramienta política de primer orden, y no puedo dejar de señalar que, a pesar de las previsiones optimistas que hace un año todos nos hacíamos acerca de su reforma, finalmente no hemos sido capaces de culminarla. Sí, en cambio, se ha avanzado en el nuevo modelo de financiación autonómica, que mejora el anterior y en el que la igualdad de derechos y de acceso a los servicios públicos de los ciudadanos está garantizada con independencia del lugar en el que vivan.

(...) Vuelvo a reiterar la importancia de que Asturias cuente con un nuevo Presupuesto para el próximo ejercicio, un Presupuesto que se asiente sólidamente en el análisis realista de la situación, que garantice la sostenibilidad de nuestros servicios públicos, que contribuya a la dinamización económica, a la creación de empleo, y que tenga en cuenta a los más débiles, a aquellos que se ven afectados más directamente por la crisis.

Hablar de crisis no puede llevarnos en ningún caso a un cierto ensimismamiento. Al contrario, estamos obligados al análisis riguroso, alejado tanto de la complacencia como del pesimismo interesado, para ser capaces de discernir lo importante de lo accesorio a la hora de definir prioridades; para evaluar con precisión el impacto de las medidas que se han puesto en marcha en los últimos meses, de tal forma que sigamos manteniendo aquellas cuyos resultados son positivos y modifiquemos las que no han dado los esperados.

Aunque los datos y los análisis económicos indican que Asturias responde mejor comparativamente al envite de la crisis, sabemos que algunos sectores atraviesan momentos delicados y necesitan seguir contando con el apoyo de las administraciones públicas para mantener su actividad y su empleo, como sabemos del drama personal que supone perder el trabajo y, por eso, aunque sea de forma transitoria y coyuntural, no podemos dejar de apoyar la ampliación de medidas sociales que contribuyan a paliar estas situaciones.

Pero nuestro reto colectivo es ser capaces de modificar el actual sistema económico y asentarlo sobre bases más sólidas, y ello requiere afrontar los problemas con altura de miras, con sentido de Estado, con voluntad de consenso; requiere ejercitar el diálogo y la concertación. En definitiva, es necesario un gran pacto político y social.