Oviedo, Luis GANCEDO

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Los vientos soplan en el Occidente asturiano a favor del negocio eléctrico. En esa parte de Asturias se han instalado desde 2001 los primeros parques eólicos de la región, y allí también va a concentrase el resto de los complejos de aerogeneración que presumiblemente antes de 2015 cuadruplicarán la capacidad que ahora tiene la región para fabricar kilovatios con molinos de viento. A esa altura los montes del Occidente estarán salpicados por cerca de un millar de torres eólicas si salen adelante todos los proyectos que las empresas tienen en marcha y que el Principado está dispuesto a autorizar.

Las estrategias para reducir la dependencia energética y el severo impacto ambiental del uso de los combustibles fósiles han impulsado, dentro y fuera de España, un fortísimo desarrollo de la aerogeneración, regado por grandes estímulos económicos -primas a la producción- que a menudo se sufragan con cargo al recibo de la luz. Nada muy distinto a lo que, por vía más o menos directa, ha ocurrido con el apoyo público a otras tecnologías, como la nuclear, o el uso de carbón nacional en las térmicas para sostener la minería.

La energía eólica ha descollado en ese contexto como apuesta tecnológica y como negocio en la mayor parte de España, a veces con desarrollos que puertas adentro de las propias empresas eléctricas se reconocen como exagerados. El ejemplo más cercano a Asturias es el de Galicia. Con más de 3.000 megavatios de capacidad productiva, tantos como toda Francia o Dinamarca, Galicia es, por sí misma, una potencia europea de la aerogeneración, y piensa llegar a los 6.000 megavatios con un plan basado en un controvertido concurso entre empresas que acaba de anular, con el propósito de repetirlo, la Xunta de Alberto Núñez Feijóo.

Asturias resolvió estos últimos días su propio procedimiento, determinante para precisar qué tamaño final va a tener el negocio eólico asturiano, en qué lugares se instalarán nuevos molinos y qué empresas lo harán. Esta última parte no se ha hecho pública aún, si bien se sabe de antemano que la apuesta más fuerte la formuló HC Energía. Compañías grandes y menos grandes han presentado hasta 127 solicitudes entre parques eólicos nuevos y ampliaciones de otros existentes. Más de un centenar de esas solicitudes han competido por los 26 emplazamientos donde las condiciones de viento son más favorables. Todas, de nuevo, en la Asturias que mira hacia Galicia.

Esos nuevos proyectos, que aún deben superar una compleja tramitación ambiental y urbanística, suman 676 megavatios repartidos en más de 300 molinos de viento y en 40 parques. Supondrán 1.000 millones de euros de inversión hasta 2015 y unos 320 empleos durante las obras. Asturias ya tiene 13 parques más en producción, con 352,5 megavatios y unas 370 torres. Hay dos complejos más en obras y 17 con el papeleo muy avanzado, proyectos estos últimos que datan de antes de la moratoria con la que entre 2001 y 2008 el Principado cortó la tramitación de nuevas solicitudes.

Todo lo citado va para el Occidente: 1.577 megavatios de capacidad productiva, distribuidos en alrededor de un millar de torres, aunque su número final puede menguar si algún proyecto es modificado para reducir el número de aerogeneradores a base de instalar otros más grandes y rentables.

El sector eólico se ha movido así en todo el mundo: para ganar eficiencia se desarrollan molinos cada vez más potentes. Los primeros parques asturianos tenían muchas torres (hasta 59 en un caso de Allande) de poca potencia (0,66 megavatios cada una). Los nuevos apuestan a menudo por máquinas mucho más grandes (2 megavatios). Y está en proyecto que Asturias acoja pronto sus dos primeras torres de 3 megavatios, dos gigantes con dimensiones como las que se explican en el gráfico que ilustra está página.