Oviedo, Eduardo GARCÍA

-Presidente de «El Universal», el periódico más importante de México y uno de los de mayor influencia de América Latina. ¿De cuántas nóminas hablamos?

-Con internet, «El Universal Gráfico» y las divisiones de radio y televisión, unas 3.000 personas.

-¿Y eso se gobierna fácil o es simplemente ingobernable?

-Hemos demostrado que sí, pero a base de formar equipos. En el mundo del periodismo se acabaron los hombres orquesta.

Juan Francisco Ealy Ortiz es presidente ejecutivo y del consejo de administración de «El Universal», un imperio mediático que controla desde hace cuatro décadas. Ayer recibió en Oviedo un homenaje en la apertura del Máster de Dirección de Comunicación y Nuevas Tecnologías de la Universidad de Oviedo, formalizado en una estatuilla de bronce del artista plástico asturiano Juan Zaratiegui.

-Cuarenta años dirigiendo.

-Llegué en 1969 cuando el periódico atravesaba una enorme crisis. Unos años antes estuvo a punto de cerrar. Era un periódico sin futuro que vivía al día.

-¿Y cómo se llega a la cúpula de un monstruo mediático de estas proporciones?

-Nunca trabajé de reportero. Empecé en «El Universal» siendo estudiante de Preparatoria. Con 24 años ya estaba seguro que el periodismo era mi destino, que por mis venas no corría sangre sino tinta. Yo era sobrino de Nazario Ortiz, una persona muy influyente en el país, que había sido gobernador. Un día el presidente de la República, Gustavo Díaz, me llamó y me dijo: resuelva usted la situación de ese periódico, que era económicamente crítica. Pero, ¿cómo?, pregunté. Compre acciones, me dijo. Yo le presto el dinero. La cosa salió bien, llegué a tener el 54% de las acciones. Lo cambié todo y pagué hasta el último centavo de la deuda. También logré que el Gobierno me vendiera una participación histórica que tenía en «El Universal».

-¿Dinero gubernamental en el periódico?

-Sí. Al final, durante la presidencia de De la Madrid, la participación era mínima, pero un buen amigo me dijo: mientras el Gobierno tenga algo, aunque sea el 0,025%, tú estás en sus manos. Yo pensé que De la Madrid cedería sin más esas acciones, pero nada de eso, me lo cobró todo. Mejor así.

-Su periódico tuvo fama de ser anti PRI, el partido hegemónico en México durante setenta años.

-Yo no lo llamaría así. Nos opusimos siempre a todo lo que fuera antidemocracia, pero lo primero que hice cuando llegué al frente de mi periódico fue hacer un llamamiento a todos, de derechas y de izquierdas, también a la gente del PRI, para abrirles las páginas del diario. Y el PRI aceptó. Fue emocionante ver cómo personas que no habían tenido la mínima oportunidad de hacerse oír en un periódico lo lograron con «El Universal». Fue el secreto de nuestro éxito.

-¿Se siente miembro de la última estirpe de periodismo romántico?

-Vivimos tiempos en que se corre el riesgo de perder ese sentido, sí. En México muy particularmente. En mi país el crimen organizado, ligado al narcotráfico, se ha propuesto marcar la pauta del periodismo, y sobre todo en el norte de México hay mucho periodista que ya no quiere escribir porque intuye que nadie lo va a defender.

-¿Hay dejación de funciones por parte del Estado?

-Los gobiernos no nos protegen, pero sí pueden hacerlo los demás periodistas. Callar la boca es un error enorme porque si un periodista cae, otros diez alzarán la voz, y si caen diez, alzarán la voz cien.

-No es tan fácil.

-Lo sé. México es el segundo país del mundo con más muertos en esta profesión, y eso es algo que me mortifica.

-¿Se puede luchar contra el narcotráfico?

-El presidente Calderón quiso combatir el crimen organizado pero yo creo que le faltó capacidad de unificación. Está muy bien que lo haya intentado porque no hay peor lucha que aquella que no se libra.

-¿Se siente personalmente amenazado?

-La peor amenaza es sentirse inútil a la sociedad, no hacer nada. Y esa no la tengo. Todo lo que soy se lo debo a mi país. Mis muertos están en México y yo quiero morir también ahí. Asumo el riesgo, quizá porque soy un soñador.

-¿A qué tipo de público se dirige «El Universal»?

-Clase alta, capaz de pagar doce pesos por un diario, y con una tirada de unos 150.000 ejemplares. Tenemos otro periódico, «El Universal Gráfico», que cuesta tres pesos y una distribución de 300.000 ejemplares. Tiene un perfil de lector de clase media baja.

-Dos diarios para lectores diferentes. ¿Con líneas editoriales también diferentes?

-En absoluto. En México hay periódicos de derechas, muchos; también de izquierdas. Nosotros, en cambio, no somos ni de un bando ni de otro. Lo que pide la opinión pública es que se le informe de las cosas que pasan. «El Universal» es un periódico incómodo porque es crítico y es directo. O me aceptan así o cambian de amigo.

-Dentro de quince o veinte años nos acercaremos a un quiosco en México DF ¿y podremos comprar «El Universal», así en formato papel?

-Estoy convencido de que sí. La prensa escrita no está llamada a desaparecer. Los periódicos ya no van a crecer, eso se lo aseguro, así que será necesario buscar otras fórmulas de ingresos. La principal materia prima de un periódico es el papel y al precio que está es como si fuera oro molido. Muchos periódicos desaparecerán pero porque no van a saber actualizarse.

-Póngale nota al nivel de democracia actual en México.

-Brincamos al setenta y cinco por ciento, lo cual no está nada mal. Y los medios de comunicación han tenido mucho que ver en ello. Lo que tengo muy claro es que esta democracia no nos fue entregada gratuitamente.

«"El Universal" es un periódico incómodo, crítico y directo, que abre sus páginas a todo el que quiera escribir, de ahí nuestro éxito»

Juan Francisco Ealy Ortiz nació en el Estado de Coahuila y se graduó en Ciencias Económicas en la Universidad Autónoma de México (UNAM), organismo que recogerá dentro de unos días en Oviedo el premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales. Dirige «El Universal» desde 1969 y ocupa el cargo de presidente del consejo de administración. En este tiempo ha tratado con ocho presidentes de la República. Está casado y tiene dos hijos. Es presidente de la Comisión contra la Impunidad, en defensa de los periodistas.