Oviedo

María José IGLESIAS

Josep Casamartina (Sabadell, 1956), historiador y crítico de arte, es el comisario de la exposición «La edad de oro de la alta costura», una muestra de la colección Montpalau que se inaugura a las 19.30 horas de hoy en la sala del Banco Herrero en Oviedo. Casamartina se asomó a la moda preparando una exposición sobre «art nouveau». Después, su amiga Ana Casanovas le abrió las puertas al mundo de la moda y le propuso reunir una colección textil.

-La colección Montpalau ha elegido Oviedo para exponer sus piezas de alta costura. Un lujo.

-Oviedo es un lugar perfecto. La muestra permanecerá abierta hasta el 28 de febrero. Es la primera vez que enseñamos estos vestidos. En Sabadell tenemos más de 1.700 piezas que permanecen perfectamente guardadas y conservadas en un local propiedad de Ana Casanovas. La idea de crear la colección fue suya. Algunos se han comprado, pero la mayoría son donados.

-Es raro que una mujer se desprenda de un vestido muy querido. A ustedes les llueven las donaciones, ¿por qué?

-De hecho, cuando hay hijas por medio es raro que el vestido salga de la familia. Pero a muchas mujeres les hace ilusión que su nombre esté en la colección. Tenemos auténticas maravillas.

-Y muchas de esas maravillas pueden verse desde hoy.

-Los visitantes se encontrarán 80 vestidos de Balenciaga, Lanvin, Pedro Rodríguez, Pertegaz, Santa Eulalia, Asunción Bastida, Carmen Mir, Pedro Rovira, El Dique Flotante y Elio Berhanyer, entre otros; sombreros de Balenciaga, Pertegaz, Pilar Gabasa, Rius de Forns, Martí Martí, Badia; zapatos de Pertegaz, Rodríguez, Loewe, Álvarez, Bravo Java i Durany; 30 dibujos originales de Pedro Rodríguez de 1925 a 1960 y hasta bordados de Lugel, la casa que hizo los del traje de novia de Letizia Ortiz.

-A muchos no les cuadra que un intelectual como usted ande metido entre hilos y agujas.

-Me hace gracia eso de la frivolidad de la moda. Pero nadie se escandaliza de que una silla cueste una fortuna.

-¿La moda es arte para la figura humana?

-El más cercano al cuerpo. Un vestido es una pequeña casa. Lo sabe todo de nosotros. La costura tiene mucho de arquitectura y pintura.

-Le habrán preguntado mil veces por Antoni de Montpalau, el «propietario» de la colección.

-Es un personaje de ficción, el protagonista de «Las historias naturales» de Juan Perucho, un naturalista liberal, cazavampiros, que encarna la leyenda balcánica del vampirismo. Una historia fascinante. A la viuda de Perucho le gustó ponerle su nombre a la colección. La gente se sorprende.

-¿Su prenda querida?

-Un pijama «art decó» de Casa Taller Sivilla, una firma de lencería de lujo creada en 1898 en Barcelona. La hija de los fundadores, Concepción Carresi, se casó con el dibujante de tejidos Alfonso Sivilla. Compraban los patrones a Chanel. Le hacía los camisones a Dalí, a Grace Kelly, a los duques de Kent. El pijama fue de la madre de una amiga de Ana Casanovas.

-Empezó con el «art nouveau» y llegó a Pertegaz. ¿Entiende ahora por qué alguien paga una barbaridad por un trozo de tela?

-Estoy especializado en el pintor José de Togores. Lo que más me gusta de un retrato de su hija es el vestido. Con eso le contesto. Hace un año hicimos una muestra en una casa modernista y centrada en la moda de Sabadell. Se llamaba «Tejiendo glamour». En cuatro fines de semana pasaron 3.000 personas.

-Uno de los consejeros del Sabadell es Isak Andic, fundador de Mango y patrono de la Fundación Príncipe de Asturias.

-El Banco Sabadell nos ayuda mucho. El textil y Sabadell siempre van unidos. Nuestra colección se inspira en la del Instituto de la Moda de Kioto. Cuando un vestido llega pasa un tiempo de aclimatación. Muchos hay que restaurarlos.

-¿Habrá más exposiciones de la colección?

-Sí, una con 60 trajes de novia y otra dedicada a las modistas.

-¿Qué sentido tiene hoy la alta costura?

-El prestigio que aporta a las firmas. Con esos vestidos se pierde dinero, pero se ganan otras cosas.