Para ejemplificar el peso que el dinero de las prejubilaciones ha tenido en Asturias, Alberto González pone un ejemplo. «La situación se entiende cuando vemos que en una región de poco más de un millón de habitantes hay doce grandes superficies comerciales. Y si el asturiano gasta por encima de la media nacional y su nivel de endeudamiento no es muy alto, es que hay dinero», explica. Además, se encuentra la problemática de las familias cuyo único ingreso es una de estas pagas.

«Éste es el modelo asturiano que se aceptó por la tranquilidad social. Pero es que el modelo español lo favorece. Ahí están las prejubilaciones en la banca. En realidad, es un modelo de país, que en Asturias tiene la particularidad de las prejubilaciones en la minería o en la siderurgia», analiza González.

Cuantificar el coste de este tipo de modelo es muy complicado, ya que ninguna Administración lleva el control del número total de prejubilaciones. En uno de los últimos estudios sobre esto, publicado por el CES bajo el título «Las prejubilaciones en la industria asturiana (1992-2003)», se dan cifras como que en el segundo trimestre de 2002 había en la región más de 22.200 prejubilados, la mitad procedentes de la minería. Y esto sin contar los prejubilados de otros sectores. Sólo en la mina se contabilizaron a finales de 2008 25.000 prejubilados desde el comienzo del proceso de finales de los noventa.

Y sin números sobre prejubilados, tampoco hay cifras concretas sobre su coste. Pero sí que hay algún ejemplo, como que de los 12.729 millones de fondos del plan del carbón 1998-2003 casi 8.800 se fueron en prejubilaciones. En Hunosa y al final de todo el proceso se cree que la prejubilación de 11.000 de sus trabajadores habrá supuesto 2.800 millones de euros.