Barajas (Madrid),

J. E. MENCÍA

«Venimos de un país en el que hay menos 20 grados centígrados y allí no se paraliza nada». Quien habla es Zulima Velasco, una enfermera del Instituto Nacional de Silicosis que ayer tarde llevaba casi cuatro horas esperando en la terminal 4 de Barajas para volar de regreso a Asturias. Lo hacía en compañía del matrimonio compuesto por el doctor Ángel Jiménez Lacave y María Dolores Fonseca. Los tres habían llegado a Madrid, vía Estocolmo, desde Helsinki (Finlandia), donde tienen hijos residiendo. Son una pequeña muestra de los cientos de asturianos afectados por el caos que ayer se instaló en la capital de España. Una situación que obligó a la intervención del Ejército, por ejemplo, para acabar con el aislamiento en el que se encontraban siete hospitales.

«Allí, mucha nieve», decían en referencia a su visita al país nórdico, «pero ningún problema», aseguraban atrapados en la anarquía en la que el temporal de hielo y nieve convirtió ayer a Barajas. Otros, como el coordinador de campañas de publicidad Jon Narbaiza, esperaba «con paciencia» el mismo vuelo para una reunión de trabajo que tiene hoy en el Principado. Paciencia fue lo que tuvieron muchos de los afectados por las cancelaciones de vuelos, que al cierre de esta edición llegaban a 274 enlaces. De ellos, hasta cinco (tres de salida y dos de llegada a la capital) fueron en Asturias. Aunque al cierre de esta edición, había vuelos retrasados con salida más allá de la medianoche, hora a la que cierra el aeropuerto de Asturias.

Ya el domingo, Iberia tuvo que cancelar dos vuelos procedentes de Madrid, que deberían haber tomado tierra en Santiago del Monte a las 20.55 y 22.25 horas. Ayer fueron cancelados tres Asturias-Madrid (7.30, 10.40 y 13.50 horas) y dos Madrid-Asturias (9.55 y 13.05 horas). Además, AENA confirmó un retraso considerable en un vuelo de Iberia que debería haber salido de Madrid a las 9.10 horas y que finalmente lo hizo a las 13.08 horas, que indignó a más de un pasajero, sobre todo por la actitud de la compañía. «Nos tratan como a ganado», decían algunas voces tras dieciséis horas de espera, tres tarjetas de embarque, varios retrasos y cancelaciones.

La falta de información, con colas de centenares de personas ante los mostradores, era uno de los principales motivos de queja. Un ejemplo: Jesús Vicente García tenía que salir ayer a primera hora de la mañana de Asturias para enlazar en Madrid con un vuelo a Tenerife. «Llegué a Madrid a las 21.30», explicaba. Y pasadas las 22.30 seguía esperando. Y, así, aseveraciones de personas como Zulima Velasco contrastan con las del propio ministro de Fomento, José Blanco, que ayer defendió que España ha sido el país europeo que mejor reaccionó al temporal. De todas formas, Blanco, que hoy comparecerá en el Congreso para explicar el trabajo de Fomento ante la nevada, aseguró que exigirá a las compañías aéreas que informen de las causas de los retrasos y las cancelaciones.

La explicación de las compañías era la necesidad de descongelar las alas de los aviones, en lo que se tarda entre una hora y veinte minutos, dependiendo del tamaño de la nave.