Oviedo, Marta PÉREZ

La Arcadia es, además de una prefectura de la actual Grecia, una utopía de abundancia y felicidad descrita por diversos artistas. El mierense Vicente García Quirós regenta desde hace más de dos décadas un restaurante en Londres bautizado con este nombre. Allí no se puede fumar desde marzo de 2008, cuando entró en vigor la ley antitabaco británica, que prohíbe el consumo de tabaco en espacios públicos. Y como una «arcadia» describe García Quirós su experiencia hostelera sin humos. Desde Londres, el empresario envía un mensaje de tranquilidad a sus homólogos en Asturias, la mayoría soliviantados con la próxima prohibición. «No pasa nada. Si todos están en igualdad de condiciones no se pierden clientes. La gente se acostumbra», asegura el hostelero, que se confiesa fumador.

A Vicente García Quirós la ley española actual no le convence. «Tenía que haberse hecho como aquí. Desde el primer momento se prohibió fumar en todos los lugares públicos. Lo que se vive en España es una confusión total. Quedo asustado cada vez que viajo a Asturias». El hostelero explica que en Londres la situación se vive «con total normalidad» y cuenta, como anécdota, que uno de sus clientes, fumador empedernido, «cuando viene a comer sale a fumar cada cinco minutos». Además sostiene que «con el tiempo te vas dando cuenta de que fumar en sitios públicos es de mala educación e insano».

El hostelero de Parres Nacho Manzano, colaborador del restaurante Caleya Ibérica, también en Londres, está a favor de la prohibición total de fumar en todos los restaurantes. «Cuando nosotros empezamos con el restaurante en Londres ya estaba prohibido fumar, así que no tenemos una comparativa con datos de la época anterior», asegura. «Lo que sí veo es que allí se lleva con normalidad, que la gente está acostumbrada», asegura. Eso sí, Manzano cree que en España la transición «va a ser más dramática» porque «tenemos una mentalidad diferente». También opina que los hosteleros «no lo van a asumir a rajatabla» y que los clientes «van a acabar fumando a escondidas». En cualquier caso, la medida le parece positiva.

Pero no sólo en Londres se bajan los humos. Ser fumador y vivir en Estados Unidos es muy complicado. Lo cuenta Félix Carrizo, ovetense afincado en Nueva York. «En Estados Unidos está prohibido fumar en cualquier lugar público, incluidos todos los bares y restaurantes. Yo vivo en Nueva York y allí incluso está prohibido fumar en la mayoría de terrazas», relata. «En verano no me importa tanto salir a la calle a fumar, pero en invierno acabas fumando menos porque salir a la calle a menos 15 grados no es muy agradable», explica.

Su refugio son los bares con licencia especial, donde venden puros y cigarros y se permite fumar. «Son una excepción, muy difíciles de encontrar. Yo tengo la suerte de tener uno muy cerca de casa, en el Soho», explica. Carrizo sostiene que el fumador está «muy mal visto» en Estados Unidos y que incluso te ponen mala cara si te ven fumando por la calle. «Hace poco, cerca de la puerta del Metropolitan Museum, ya en la calle, una señora me vino a decir que me fuera a otro lado a fumar. Me negué. Respeto al no fumador, pero esa actitud psicótica me parece absurda», sostiene.

Alejandra Álvarez, de Gijón, también es fumadora y vive en Pisa (Italia) desde hace siete años. «Desde aquí contemplo incrédula la polémica que se ha desencadenado a raíz de la inminente entrada en vigor de la nueva ley antitabaco. Soy fumadora y me parece escandaloso que la ley no se haya aplicado aún, como han hecho la mayor parte de los países europeos». La joven cuenta que en Italia, hace cinco años, también se suscitó un debate por la ley antitabaco. «Se levantó un gran polvorín con idénticas preocupaciones de los hosteleros y al final se quedó en nada», cuenta. «Nadie en Italia ha dejado de ir de bares porque no se pueda fumar y, no sólo eso, resulta que los fumadores estamos felices de este nuevo estado de cosas. Un espacio libre de humo es más agradable», asegura.