Oviedo / Gijón,

Ignacio PULIDO

El secuestro de los tres miembros de Acción Solidaria, retenidos por Al Qaeda en Mauritania, es seguido de cerca por las decenas de voluntarios asturianos que cada año abandonan sus hogares para contribuir en el desarrollo de los países más empobrecidos. Miseria, enfermedad y guerra son razones más que suficientes para extremar la seguridad durante sus viajes a los rincones más olvidados y duros del planeta.

Ana Arrizabalaga, voluntaria de Cáritas, acaba de llegar del Congo tras colaborar en un proyecto educativo durante tres meses y medio en Kinshasa. «La situación de peligro no se puede generalizar a todo África. Hay que evitar exponerse a riesgos innecesarios y sobre todo dejarse aconsejar por la gente de allí. Esperamos que el secuestro se resuelva pronto», advierte Arrizabalaga, para añadir que «por desgracia, en algunos países saben que los cooperantes pueden ser monedas de cambio».

Tras dos estancias en el Congo, Arrizabalaga afirma no haber sido nunca protagonista de situaciones de riesgo. «La gente me decía al volver que era muy arriesgado lo que hacíamos. Los valientes son los que viven allí todos los días», subraya la cooperante, quien prosigue advirtiendo de que «su mayor miedo en el país centroafricano fueron las enfermedades».

Mario Fanjul es el responsable del programa de cooperación internacional de Cáritas. A lo largo de su trayectoria ha trabajo en lugares tales como Chad, Togo o Centroamérica. «Nuestra labor se basa en una cooperación horizontal. Hacemos a las contrapartes locales partícipes de su desarrollo. Esta es una clave fundamental en la seguridad», comenta. Y añade: «El saber a dónde vas y el sentido común juegan un papel protagonista». Fanjul cree que el lamentable secuestro de los cooperantes catalanes no frenará el impulso solidario. «Seguimos teniendo a gente dispuesta a participar en cooperación internacional. De todos modos, no deja de ser un toque de atención», matiza.

El allerano Alberto Suárez, vicepresidente de la Asociación Asturiana de Amigos del Pueblo Saharaui, visita todos los años, desde 1998, los campamentos de refugiados sitos en el desierto argelino. «El Ministerio de Asuntos Exteriores no recomienda visitar Argelia. Hay inseguridad como fruto de las necesidades, además en la franja norte de su territorio opera el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, un grupo terrorista que forma parte de Al Qaeda del Magreb», indica Suárez. A su juicio, «el occidental es un objetivo tanto para el delincuente como para el terrorista».

En más de una década de colaboración, Suárez no había palpado el peligro del terrorismo hasta ahora. «La frontera con Mauritania es una zona muy controlada, está vigilada por el ejército argelino y por el Frente Polisario», explica. Su mayor temor reside en la posibilidad de que «se originen tensiones en la zona debido a la presencia de células terroristas en zonas como Tamanraset -región sita entre Argelia, Malí y Mauritania- o al sur de las áreas liberadas por los saharauis».

La ayuda al pueblo saharaui no se ha visto interrumpida nunca. «Ni siquiera durante la guerra dejó de llegar. Se trata de un compromiso sociopolítico», subraya Suárez, para quien «el secuestro de los cooperantes catalanes busca un rescate para seguir financiando las actividades de las células terroristas». «Se debe tener precaución, no miedo», matiza el cooperante allerano.

Ingeniería sin Fronteras (ISF) participa en programas de educación para el desarrollo y dirige proyectos de cooperación en Angola y en los campos de refugiados de Tinduf desde su oficina sita en Gijón. «De vez en cuando nos tenemos que desplazar al terreno para realizar sobre todo trabajos técnicos hidrogeológicos», explica el técnico Roberto García, que precisa que «la seguridad se extrema durante los viajes por el desierto del Sahara occidental». «Contamos con la gente local que vela por nuestra integridad, vamos muy acompañados», sostiene.

Roberto García advierte de que la inseguridad en muchas capitales africanas es similar a la de ciudades del mundo desarrollado. «En algunos barrios no se podría andar de noche sobre todo si eres blanco, pero también en Sevilla o Madrid te pueden dar el palo. Creo que es más inseguro cualquier barrio de Estados Unidos», comenta convencido.

El secuestro de los tres cooperantes catalanes en Mauritania mantiene en vilo a los técnicos de ISF, conscientes del riesgo que corren desde hace ya tiempo. «Estamos preocupados por nuestros compañeros catalanes pero vamos a seguir con nuestros métodos. Espero que este suceso no repercuta en la cooperación internacional. Son casos testimoniales», sostiene García, para, a continuación, proponer una mayor participación de las contrapartes locales. A su entender, «quizá sería positivo que se encargasen de la gestión de los productos. Aunque cada cual tiene su manera, todos los métodos son válidos».