Acompañaron a Sanz Montes los obispos Osoro (Valencia), Berzosa (auxiliar), Fernández (Tarazona), Sádaba (Aguarico, Ecuador) y Munilla (San Sebastián). Sobre este último, y a preguntas de los periodistas, Sanz Montes -amigo de Munilla- comentó que «sin duda se pudo haber sacado de contexto» su afirmación de días atrás acerca de que existían males mayores que el terremoto de Haití. «Aunque es verdad que hay otros males, lo de Haití es un mal tan terrible y tremendo que no hubiera distraído con otros males. Era un mal que en ese momento reclamaba todo nuestro afecto, oración y solidaridad».

Ya en la misa, el Arzobispo ofreció una homilía sin papeles, pero ordenada. Como parte de la luz de la basílica se había ido durante unos instantes, Sanz Montes tomó al vuelo el suceso: «Cuando era un niño de 6 años, se fue un día la luz en casa y grité y lloré, pero mi madre me buscó en la oscuridad y me dijo: "No temas, mi bien, que yo estoy contigo". Mi madre no cambió la situación de oscuridad, pero su palabras me permitieron experimentarla de otro modo». Para Sanz Montes, fue aquello una metáfora de cómo es la «acción de Dios» con los hombres.

Asistieron a la misa corporaciones y alcaldes de Cangas de Onís, Alfredo García; Peñamellera Alta, Rosa Domínguez, y Peñamellera Baja, José Manuel Fernández; así como el director del parque de los Picos, Rodrigo Suárez; el director de la Fundación Hidrocantábrico, Nicanor Fernández, y representantes de Cajastur e Incatur. Tras la misa, Sanz Montes saludó en la sala capitular del real sitio a las comunidades religiosas, al personal del santuario y a la feligresía de la parroquia de Covadonga. «Será muy habitual verme por estas montañas». La jornada covadonguina de Sanz Montes se remató con una comida familiar en el hotel Pelayo.