Oviedo / Madrid,

L. Á. VEGA / Agencias

El caso Roberto Flórez, el espía de Bayo (Grado) acusado de traición a la patria, quedó ayer visto para sentencia. Las posturas se mantuvieron inamovibles en esta última jornada del juicio, e incluso se endurecieron aún más por parte del Estado. El fiscal mantuvo doce años de cárcel para el ex guardia civil por traición. También el abogado del Estado pidió esta pena, aunque alternativamente solicitó que Flórez fuese condenado por revelación de secretos. Por este delito, el Estado había solicitado cuatro años, aunque en la vista de ayer elevó esa petición a cinco años. Por su parte, la defensa del asturiano, a cargo del letrado aragonés Manuel Ollé Sesé, pidió la libre absolución. «Hay muchas lagunas», aseguró el abogado a LA NUEVA ESPAÑA.

Según manifestó Ollé, «los documentos que obraban en poder de Flórez no han sido ni revelados ni entregados ni vendidos a potencia extranjera alguna». Según el abogado, los acusadores nunca han dicho que Rusia fuese el país al que Flórez supuestamente vendió los secretos, entre los años 2001 y 2004. Efectivamente, en su comparecencia, Alberto Saiz, ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), se cuidó muy mucho de señalar a Rusia como la destinataria de los documentos. Ni a Rusia ni a ningún otro país. «He tratado de demostrar que mi cliente tenía esos documentos sin ninguna finalidad especial», aseguró el letrado, quien afirmó que el asturiano se encuentra tranquilo a la espera de la sentencia de la Audiencia madrileña.

Entre las lagunas del juicio, añadió Ollé, está por ejemplo el contenido de la investigación interna que ordenó Saiz después de que la CIA avisase al CNI de que tenían un topo pagado por los rusos. «El ex director no reveló en el juicio en qué consistió en esa investigación», indicó un Ollé agotado tras varias semanas de juicio.

Sobre los diez documentos desclasificados encontrados en la casa de Flórez en Puerto de la Cruz (Tenerife), Manuel Ollé indicó que se desconoce «si tienen que ver con los delitos que se le imputan», y echó de menos un juicio en el que se hubiesen puesto «todos los elementos encima de la mesa».

Experto en asuntos de derechos humanos (ha llevado asuntos como los casos Pinochet y Scillingo), Ollé indicó que «ha sido un juicio absolutamente novedoso, porque es la primera vez que una sala civil juzga un caso de traición, que hasta ahora se dirimía en los Juzgados militares». No hay mayores diferencias respecto a un juicio ordinario, salvo por la peculiaridad de que se celebra a puerta cerrada y se abordan asuntos sujetos a la ley de Secretos Oficiales.

Manuel Ollé añadió que, pese a las insinuaciones de que el caso Flórez tiene que ver con el 11-M lanzadas desde algunas instancias, «en la vista no salieron a relucir en ningún momento los atentados de Madrid». Lo que sí ha quedado claro, añadió el letrado, es que Flórez era «un agente emprendedor y valiente, con una gran capacidad de trabajo». En pocos días, se sabrá el final de esta novela de espías.