Laureles dorados, curvas pasteleras, alegres lámparas de lágrimas, espejos gigantes que convierten un acto en un cuadro de Antonio María Esquivel, el hotel Ritz es el último lugar de Madrid donde producir y recibir satisfacciones, donde comportarse como un sobrino cariñoso con la exquisita tía abuela, viuda de general, con título y fortuna. Eso supo hacer Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado, a la hora en que desayunan los empresarios, políticos y periodistas invitados por Nueva Economía Fórum, organización de debate, privada, independiente y no partidista que quiere promover el diálogo a través de sus foros abiertos, neutrales y plurales, y no dicen más.

Brillante en las formas, documentado, memorioso, volteando en la cabeza números y porcentajes que maneja muy bien gracias a su formación de matemático por Santiago de Compostela -y expone antediluvianamente agitando un lejano papel, sin un powerpoint que los convierta en quesos o en barras-, Areces habló a los presentes en un español comprensible, endurecido a veces por jerga técnica y desengrasado de «politiqués».

Y satisfizo a todos con su entusiasmo físico de tenor, su voz de hierro y terciopelo y un discurso ilusionante que en toda Asturias se conoce desde 1999, cuando hizo su primera campaña para la Presidencia del Principado. Se conoce y ya sabe lo que pasa con lo conocido? Cómo sería de ilusionante que el especialista en comunicación Manuel Campo Vidal («Menudos emprendedores», TPA) habló de su cercanía a los empresarios asturianos, esos que en la FSA están deseando que se afilien y le apoyen desde dentro, desde Santa Teresa, 20, y que no todo sean discursos o silencios en contra de Areces pronunciados por Eduardo Donaire, Manuel Fernández, «Lito», y José Ángel Fernández Villa, el sindicalismo trigeminal, principales nervios de la cara del socialismo asturiano.

Tranquilizador, defensor del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Areces sostiene que las obras de Asturias están sobradamente comprometidas y firmadas y aquí no va a pasar nada, aunque en otro momento, en otro foro, José Blanco, ministro de Fomento, había admitido que el recorte económico previsto en el plan de estabilidad diseñado por el Gobierno -de 50.000 millones de euros- supondrá la pérdida de «importantes inversiones» en infraestructuras. Para Asturias, se calcula que hay 2.200 millones en el aire.

Los desayunantes del Ritz más habituales del Foro hacían comparaciones y decían que Areces era un doctorado frente al recién licenciado Alberto Núñez Feijóo, presidente popular de Galicia.

Al propio Matías Rodríguez Inciarte, ex ministro de UCD, vicepresidente del Banco Santander y presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, le impresionaba lo bien que va Asturias en los datos de Areces, siempre puestos en relación con los de la reconversión de los años ochenta.

Sin salir de ex ministros ucedeos, José Manuel Otero Novas sentía sus oídos acariciados por ese discurso amable en lo territorial, nada confederalizante de España, que no es habitual en Madrid, pese a que ya todos los presidentes autonómicos son de los grandes partidos PSOE o PP y no de los minoritarios grupos independentistas. La ley Electoral, que Otero Novas defendió en el período constituyente pero quedó para siempre, dio más representación a los partidos autonómicos para restar fuerzas a los temidos comunistas. Entre el diablo rojo estaba Areces, ese gran español.

De todo ello se pueden sacar dos conclusiones:

a) El hotel Ritz ya tiene su monologuista entusiasmante para empresarios, banqueros y demás, y está bien. Quede el Gran Wyoming para los sindicatos y desencantados en otros escenarios.

b) Las próximas reuniones de la FSA deberían hacerse en el hotel Ritz de Madrid a la hora del desayuno para que Areces logre transmitir entusiasmo y confianza entre sus propios compañeros. Y que, logrado eso, la campaña electoral se desarrolle en los salones azul y oro, en los penumbrosos comedores y en la recoleta terraza. ¡Socialistas, asturianos, todos al Ritz!