Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

La crisis y el giro que la Unión Europea (UE) quiere dar a su política de ayudas con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que en los próximos años se dirigirán a proyectos interregionales y de cooperación territorial, son dos de las cuestiones que han propiciado que las comunidades de la cornisa cantábrica se hayan parado a meditar sobre la necesidad de reflexionar acerca de todos aquellos problemas que los unen y tratar de dejar a un lado los que les separan. El norte cantábrico, unido por el euro de la Unión.

La creación de un «lobby» norteño, que «comparte sesgos e historia común» en palabras del Presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, es una vieja cuestión que no acababa de cuajar. Pero esta operación cantábrica se ha reactivado con la entrada en juego de jóvenes figuras políticas con mucho recorrido como Patxi López y Núñez Feijóo y por un negro panorama económico donde sólo sigue abierto el grifo de las ayudas europeas frente al recorte de gastos del Gobierno central, que ya ha anunciado la paralización de grandes infraestructuras por todo el país.

Alberto Núñez Feijóo (PP), presidente de la Xunta de Galicia, y Patxi López (PSOE), lendakari del Gobierno del País Vasco, han sido los encargados de reabrir la cuestión en las últimas semanas. «Galicia debe girar hacia el Norte», manifestaba Feijóo. «Hay que dejar de estar de espaldas a nuestros vecinos para abrazarnos a ellos», aseguraba López durante la primera cumbre astur-vasca celebrada recientemente. «Culminadas las transferencias de las principales competencias y la redacción de los estatutos de autonomía de la última generación, es el momento de afinar la colaboración horizontal entre comunidades», analizaba Juan Vicente Herrera (PP), presidente del Gobierno de Castilla y León.

Las intenciones políticas y las líneas parecen claras. También por dónde debe pasar la colaboración interregional entre Asturias, Galicia, Santander, País Vasco y Castilla-León, que suman unos diez millones de habitantes, todos ellos potenciales consumidores y cotizantes, pero también perceptores de servicios públicos.

Es en este último punto donde comienzan los problemas compartidos. Buena parte de los miembros del «lobby» del Norte comparte el problema del envejecimiento, la dispersión de sus habitantes y el progresivo abandono de las zonas rurales. Según los datos de 2008 del padrón consolidado, el 3,5% de los asturianos tiene más de 85 años. En cifras se traduce en 34.055 personas, más de la población que tienen los concejos de Valdés y Villaviciosa juntos. Pero en las comunidades limítrofes la cosa no está mejor: 90.000 octogenarios en Castilla y León, 15.000 en Cantabria y 87.000 en Galicia. Y esto se traduce, por ejemplo, en un gasto sanitario desbocado. Los problemas ligados al sector agrícola y ganadero, marcados por la política agraria común (PAC), crean la necesidad de que las ayudas de la UE se sigan teniendo en cuenta y muchas de estas regiones no han alcanzando la convergencia.

De ahí que, a través de los acuerdos bilaterales como los que Asturias tiene con el País Vasco, se señalen puntos de encuentro para tratar de acudir a Bruselas con una agenda común. En este sentido, destaca la estrategia para el Espacio Atlántico o Arco Atlántico en la que tanto insiste Álvarez Areces, que pretende convertir esta suma de regiones en puerta de entrada y salida occidental del continente europeo. Dentro de esta política se habla de apostar por un desarrollo racional de las ciudades, transferir tráficos terrestres hacia el mar a través de las autopistas del mar, generar polos de atracción económica, turística...

¿Y en qué se puede concretar todo esto? Pues en cuestiones que ya tienen nombres y apellidos, algunas en marcha tímidamente, y otras que se encuentran en una fase germinal. Por ejemplo, acuerdos para potenciar el turismo en la cornisa cantábrica a través de iniciativas como la «España verde», arrimando el hombro para acercar estas regiones a los grandes operadores turísticos. O utilizar los productos del Cantábrico (pescados, mariscos), la gastronomía... Así, el País Vasco y Asturias quieren promover productos turísticos conjuntos como las «Rutas de la sidra en España».

Entre medias, las administraciones comparten experiencias en materias de justicia, educación, programas contra la violencia de género o mantenimiento de carreteras comunes. También se ha puesto sobre la mesa la potenciación de recursos culturales como el Camino norte de Santiago o la intención de promocionar de forma global y no por separado las cuevas del arte rupestre vascas, cántabras y asturianas.

Y, claro está, sin olvidarse de cuestiones tan vitales como las infraestructuras. La Autovía del Cantábrico, aún sin completar, está cambiando las relaciones de vecindad. Ya ha supuesto el desembarco de miles de vascos en el oriente de Asturias tras concluir la «colonización» de Santander por la vía de las segundas residencias. Este viario no sólo ha permitido que los concejos orientales asturianos sean de los pocos, salvando a los del centro, que hayan logrado fijar población, o incluso ganarla tímidamente. En los veranos, en la costa oriental asturiana se habla vasco y la penetración ya ha llegado hasta Villaviciosa.

No ocurre lo mismo en la costa occidental, donde el foco predominante está del lado gallego, con Ribadeo como gran polo de atracción comarcal. La disponibilidad de más suelo, unida a un convenio laboral de la construcción más favorable para los empresarios, facilitó la construcción en la orilla gallega del la ría del Eo y el desarrollo comercial de Ribadeo.

Pero hay más conexiones que la del asfalto y el ladrillo. Una, aún por ver, es el desarrollo del AVE del Cantábrico, al que se opone el Principado, temeroso de su impacto costero, una infraestructura que permitiría contar con una salida ferroviaria hacia Europa, facilitar la conexión con el eje mediterráneo y, sobre todo, mejorar las comunicaciones interregionales. Esto, a su vez, podría influir en el papel de los aeropuertos del Norte, ahora en abierta competencia, y en su complementariedad. También en la búsqueda de sinergias entre los puertos y la importancia que éstos ya tienen como puertas de entrada del gas para el desarrollo de un nuevo modelo energético sustentado en regasificadoras (Ferrol, Bilbao y El Musel, en construcción) y centrales de ciclo combinado. Cada día, más hilos tejen un nuevo futuro para el norte español.