Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

La posibilidad de convertir la cornisa cantábrica, incluyendo las zonas limítrofes de Castilla y León, en un gran espacio económico, vertebrador de servicios comunes y en un instrumento de fuerza en España y en Europa a la hora de negociar problemas e intereses compartidos cuenta con tanta aceptación como escepticismo. LA NUEVA ESPAÑA ha pulsado la opinión de economistas, politólogos y geógrafos que no dudan de que para Asturias ésta sería una buena oportunidad. Pero la misión no es fácil.

De mano, ninguna de las comunidades cantábricas han tenido entre sus prioridades mirar hacia sus vecinos como compañeros de viaje en un diseño geoestratégico de profundo calado. «El eje cantábrico nunca se ha visto como una prioridad», asegura el geógrafo Rafael Menéndez, profesor en la Universidad de Salamanca, que hace un repaso comunidad por comunidad. «Asturias siempre ha mirado hacia Madrid pensando en una estrategia muy limitada y parcial, y Galicia ha apostado por el eje Atlántico. Y para relacionarse con la Península dispone del eje de la meseta norte, además de contar con proyectos de futuro mucho más ambiciosos que los asturianos». Mientras, el País Vasco «mantiene sus flujos hacia Santander, Logroño o Pamplona» y Castilla y León «se ha conectado al eje Francia-Portugal».

Pero hay que tratar de hacer algo. Así al menos lo entiende Xosé Luis Barreiro Rivas, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Santiago de Compostela y vicepresidente de la Xunta de Galicia en la década de los ochenta. Rivas parte de un hecho tan simple como contundente: «Las autonomías más pequeñas tienen difícil ser unidades de reivindicación». Y mucho más en tiempos de crisis. Por eso advierte que «gobernar es saber administrar la escasez», lo que obligará a las regiones vecinas «a coordinarse mucho más a la hora de programar grandes obras y proyectos, y aún más en lugares como Galicia o Asturias con una población muy dispersa que obliga a una gran inversión en infraestructuras».

Una cuestión que no será fácil. Y Rivas pone un ejemplo: la costa. «Todas las regiones del Norte tienen un gran puerto, desde La Coruña y Gijón a Bilbao. Pues puede que llegue un momento en que se tenga que asumir cómo distribuirlos, y allí donde se pierdan ¿cómo repartir las compensaciones?». Y añade otro ejemplo, el de dos infraestructuras vitales para Asturias y Galicia, la conexión del AVE de la Meseta y la Autovía del Cantábrico, que «no se han pensado como una estructura interregional». Vamos, que de conexiones entre regiones sólo tienen el nombre. Y añade: «En Galicia tendría que haberse pensado hacia el eje de Asturias-León para luego poder conectar con la vía hacia Barcelona».

Para Rivas lo lógico a la hora de diseñar este tipo de grandes comunicaciones hubiera sido seguir algo ya inventado: el Camino de Santiago. «No se hizo para rezar, sino para comunicar el Norte con Francia. Era un vía de comunicación e intercambio económico».

Desde el País Vasco la cuestión de la cornisa cantábrica la ha puesto sobre la mesa Patxi López, al que el PNV ha criticado por considerar que se trata simplemente de una maniobra política en la búsqueda de apoyos que no encuentra en su comunidad. De todas formas, el profesor asturiano y responsable del Euskobarómetro, Francisco Llera, asegura que el País Vasco ya cuenta con un sistema de relación similar en la eurorregión de los Pirineos que «funciona muy bien». Llera entiende que «es lógico que se trate de ordenar un territorio como la cornisa cantábrica que comparte muchas cosas». En ella no cabe duda de que «Bilbao es un gran polo de atracción económica», al que hay que añadir el gallego, no tan fuerte. «No nos engañemos, esos dos polos existen», dice. Así que a regiones como Asturias no le queda más remedio que «dejarse querer y administrar ese cariño con inteligencia». Eso sí, el Principado cuenta con varios puntos a su favor como «un territorio no acribillado y con recursos naturales que son un potencial de futuro», precisa Francisco Llera.

El desarrollo del País Vasco basado en su fuerte tejido empresarial y en su concierto económico especial le ha puesto a la cabeza de la zona. Pero Llera advierte de que «se quiera o no Asturias tuvo su concierto económico, que fueron los fondos mineros. La diferencia con el País Vasco es cómo lo ha administrado».

«En Euskadi se invirtió en palancas productivas y de transformación, en otros lugares igual no se hizo de la misma manera». Y sentencia: «Asturias necesita un plan estratégico de país en lugar del "tente mientras cobro". No nos vendría mal que se nos contagiara algo de Galicia, el País Vasco o incluso de Cantabria».

El politólogo asturiano Óscar Rodríguez Buznego coincide con Llera y asegura que «Asturias debe participar de una iniciativa así si tiene por objeto sumar la capacidad para ser más fuertes y tener más presencia en España y en Europa». Para el profesor de la Universidad de Oviedo, existen «muchas razones favorables» para ello, siempre y cuando prime «la lealtad institucional». Principalmente la unión de la cornisa cantábrica «ayudaría a contar con un Estado de las autonomías más integrado y equilibrado porque desde que se inició el proceso de reforma de los estatutos se ha demostrado qué comunidades tienen más peso que otras». «Si es así, mi entusiasmo superará a mi escepticismo», sentencia. Pero Buznego matiza que «si sólo se trata de buscar una unión temporal para recibir ayudas de los programas europeos no es un buen comienzo, porque una vez que se acaben los beneficios el proyecto se caerá a plomo».

Para el profesor de Economía de la Universidad de Oviedo Fernando Rubiera Morollón la apertura de este debate «es muy interesante porque para llevar a cabo ciertas políticas son necesarios un tamaño geográfico y una población mínimos. Galicia geográficamente tiene este tamaño óptimo, y el País Vasco lo tiene económicamente». Dentro de esta clasificación se quedan fuera Asturias y Cantabria, que encima tienen que asumir que «en la zona norte hay un desequilibro ya que Bilbao actúa como un agujero negro que lo atrae casi todo. Su liderazgo es muy fuerte». El Principado cuenta con la «ciudad astur», su centro metropolitano que concentra más de 800.000 habitantes, pero «ha perdido dimensión por no poder poner de acuerdo a sus tres grandes ciudades».

Rubiera asume que en una estrategia de estas características «hay que centralizar esfuerzos y asumir que tiene que haber cierta movilidad», indica en respuesta a la pregunta de que los servicios e infraestructuras en la zona podrían aprovecharse y mejor, desde los puertos y aeropuertos, pasando por los campus universitarios.

«La unión de la Cornisa permitiría un Estado de autonomías más integrado y Asturias sería más fuerte»

Óscar Rodríguez Buznego Politólogo asturiano

«En la zona norte hay un desequilibrio, ya que Bilbao actúa como un agujero negro que lo atrae casi todo»

<Fernando Rubiera Morollón >

Profesor de Economía

«No nos engañemos, los dos polos de atracción económica son Bilbao y Galicia; Asturias está fuera»

<Francisco Llera >

Director del Euskobarómetro