Muñás de Arriba (Valdés),

Ana M. SERRANO

«Hace unos años no me lo hubiera creído». A Faustino García se le escapa una tímida sonrisa cada vez que explica que él ha sido el primer astrónomo aficionado en detectar un movimiento anómalo en el cometa conocido por el complicado nombre de Schwassmann-Wachmann, pequeño descubrimiento astronómico que ahora estudian especialistas de todo el mundo.

Este óptico y empresario hostelero, astrónomo autodidacta desde 1978, tiene en sus apartamentos rurales de Muñás de Arriba, en la montaña de Valdés, un pequeño observatorio donde todos los días se anima a seguir la trayectoria de unos 40 cometas.

Una tarea «habitual» para un astrónomo amateur, miembro fundador de la Sociedad Astronómica Omega de Asturias y que tiene en su casa particular hasta seis telescopios, uno de ellos para contemplar el Sol. «Casi nunca ves nada particular, pero a veces hay suerte», revela. Y suerte tuvo el pasado martes cuando en su pantalla y gracias a una cámara especial de astronomía, visionó un cambio en el brillo del Schwassmann-Wachmann. Sus cálculos son reconocidos como profesionales por el Miner Planet Center (MPC), organismo auspiciado por la Unión Astronómica Internacional (UAI), desde noviembre de 2007. Y por eso su hallazgo ahora tiene repercusión internacional. El astrofísico Mark Kidger ha sido uno de los interesados por este movimiento que Faustino detectó desde la montaña de Valdés. «Cuando di la alerta contestó y él mismo se encargó de enviar un telegrama a una revista especializada», cuenta.

Desde ese momento el J38 o lo que es lo mismo, el observatorio de Valdés, figura como descubridor y aunque uno de los compañeros ha intentado falsear el mérito de este valdesano, la documentación acredita a Faustino García como descubridor del estallido del cometa. «Es el cambio de brillo más grande que registra este cometa en la última década y el segundo más intenso desde 2001», destaca.

Este vecino de Valdés sigue la trayectoria del Schwassmann-Wachmann, que está a 780 millones de kilómetros de la Tierra, desde 2007. Faustino contempla cada día sus movimientos, si se desplaza y cómo lo hace. «Lo interesante para un astrónomo es controlar la posición y el brillo», informa. «Los datos de posición actualizan la órbita del cuerpo y los de brillo nos permiten saber qué pasa ahí dentro», añade. Y su cometa parece que ha estado mucho tiempo sin tener un brillo de una magnitud 11,5, lo que implica que, de repente, algo ha cambiado dentro del cuerpo. «Son cosas que parecen menores, pero que nos ayudan a explicar nuestro Sistema Solar y el Universo», comenta.

Tanto es así que desde que Faustino García dio la voz de alarma han sido muchos los observatorios de todo el mundo que se han puesto a funcionar con el objetivo de visionar el cambio. Ahora, es «más normal» que los grandes profesionales de la astronomía y astrofísica se fijen en estos detalles que ofrecer los aficionados para continuar con sus estudios. No es que detectar un cambio sea difícil, pero lleva tiempo. Y Faustino García explora el universo todas las noches. «Algunas veces hasta las cuatro de la madrugada», dice. Y envía sus cálculos al MPC. Este organismo se encarga de medir la capacidad de cada observación y, en función del material enviado, decide si admite o no la información. De momento, las instalaciones de Faustino tienen capacidad suficiente y sus datos se encuentran dentro de los márgenes de error con los que trabajan el MPC.

«El material para observar ya no es tan costoso y por eso el número de astrónomos aficionados ha crecido». En el observatorio de Canarias, uno de los más importantes a nivel nacional, por cada una de las peticiones de observación que se llevan a cabo hay entre 5 y 7 de espera, «por eso valoran tanto el trabajo de los que estamos con nuestros aparatos en casa». Es decir, si quieres seguir la trayectoria de un cuerpo tienes que esperar, algo que ningún científico desea. Por eso Faustino García se ha armado con todas las últimas tecnologías del mercado para poder hacer su labor lo más detalladamente posible. Maneja la cámara especial para astronomía desde su ordenador. En la computadora tiene un programa con la carta celeste. Dirige los movimientos de la cámara en función de este panel y guarda las coordenadas de los cuerpos que estudia. «Así sé dónde está cada uno. Sólo tengo que descargar los ficheros actualizados», revela. El estudio de los cometas sirve para analizar la composición del Sistema Solar. Una aventura de miles de millones de siglos y que guarda muchos secretos. Ahora Valdés ya forma una mínima parte de la Historia de la Astronomía.